Raúl Sales Heredia

El día de hoy inicia formalmente el proceso electoral del 2018, digo formalmente porque algunos llevan más, mucho más en actividades veladas de promoción personal y lo hacen cuidadosamente para evitar que se les etiquete como campaña anticipada aunque de facto, lo sea.

Lamentablemente para nosotros, ciudadanos mexicanos, los partidos políticos dejan mucho que desear, desde los gobernadores considerados como el nuevo PRI que terminaron siendo tremendas fichitas, posturas de estas conmigo o contra mí, hasta la creación de frentes opositores en los que la izquierda y la derecha dejan de lado su ideología por conseguir el poder. La alianza en sí no me preocupa mucho pues está dentro de la ley pero, si las ideologías de izquierda y derecha son de inicio diferentes en la aplicación de políticas públicas, suponiendo que gobierne su candidat@ aliancista ¿De que lado irá? ¿De la derecha? ¿De la izquierda? Es decir, si uno de ellos se sienta en la silla, tendrá que traicionar una de las ideologías que lo propuso y si desean estar en el medio, entonces ya no sería derecha o izquierda sino centro y es justo la ideología del partido que se aliaron para derrotar. Dirán que eso de la ideología no se aplica en el país y lo más probable es que tengan razón pero, si así es, entonces deberían modificar sus eslóganes y poner uno nuevo que diga: “Queremos gobernar porque… Porque… Porque sí y nos toca”.

El asunto es que los partidos políticos no están viendo al objetivo final de su creación, se les está olvidando el motivo de su nacimiento y eso se ver reflejado en la percepción negativa de la ciudadanía hacia los partidos políticos. Algunos militantes hablan del “desgaste” natural de sus partidos, hablan de la “campaña negra” en su contra, otros se desgañitan gritando traición cuando uno de sus filas cambia de color o peor aún, cuando tienen el mismo pero no siguen la “línea” y mientras hacen todo lo anterior nuestra percepción no mejora, por el contrario, se fortalece la idea de que los partidos no están sirviendo y si a eso le sumamos los casi 7 mil millones de pesos que nos costarán en este año, no es un “desgaste”, es una erosión brutal que deja solo arenilla fina.

Ahora bien, la posibilidad de los independientes… Quien desee ser candidato independiente debe conseguir unos miles de firmantes para que pueda serlo y deberá costearlo de su propia bolsa, por consiguiente, unos no van y otros para poder hacerlo, corren el riesgo de dejar de ser independientes y deberle a quien los financia. Pero, si hay que conseguir de todas formas miles de firmas del padrón, pues por qué no un poco más y se arma un partido político y así se vive del erario… Pareciera que el sistema obsoleto, se auto perpetua.

Hay una opción para los independientes y es unirse en torno a una plataforma que se base en la escucha asertiva de la gente, en sentido común (es decir, rellenar baches antes que el mar) y en una transparencia absoluta. Porque, mientras uno quiera ser independiente para mejorar a su sociedad tendrá que ir de puerta en puerta tratando de convencer a las personas, primero para ser candidato y luego para ser votado y aunque la perspectiva se vea difícil, el saber que necesitan las personas de tu comunidad de primera mano servirán para fortalecer el camino que decidiste desde que pensaste en ser candidato independiente… Ayudar porque no hay de otra.

Si los partidos políticos desean recuperar la confianza de la ciudadanía, bien podrían hacer exactamente lo mismo que los independientes, mandar a sus interesados en las candidaturas a buscar firmas que los apoyen en sus aspiraciones, en los que tendrán que pagarse ellos esa travesía y así, los comités partidistas lo tendrán fácil, el que tenga mayor número de firmas (comprobable por supuesto a través de una comisión ética) será el candidato. Además del ahorro que implicaría eso para los contribuyentes, sería un primer filtro del interés de servir, sería una forma de acercar al prepreprecandiato a las personas de verdad y no a los que llevaron a un evento y quizá, solo quizá, se toquen el corazón y vean que estar en política no es por el poder o la riqueza sino por el servicio y la imperiosa necesidad de ayudar a los demás.