En realidad no entiendo esa abrumadora ansiedad por saber que cambios habrá, si el trabajo está realizándose conforme a lo planeado, debería sernos indistinto quienes encabecen las diversas dependencias pues las instituciones son más grandes que cualquier persona, es más, si hubiera algún cambio ni debería hacer olas en nuestro pacífico mar pues la dirección debería estar establecida, los cronograma deberían estar a la vista, las licitaciones para su funcionamiento deberían de ser del conocimiento de todos. Entonces, si todo está plasmado ¿por qué la temblorosa expectación?
Ahora bien, supongamos que quien encabece es el engranaje clave de toda la maquinaria, que sin él/ella, no se puede trabajar, esa dependencia de la individualidad no sería del todo sana, en especial para los que son servidores públicos, si bien es necesario un responsable, una sola persona no puede, ni debe ser, el principio y fin de toda actividad por la simple y sencilla razón de que se terminaría ralentizando el buen funcionamiento de la dependencia en cuestión, en otras palabras, si así fuera, sería un terrible cuello de botella que impediría la solución pronta de cualquier situación problemática y más doloroso aún, una carencia evidente de la atención a la ciudadanía que tendría que esperar largas horas en largas filas para poder tener una respuesta.

No, no entiendo esa abrumadora ansiedad, excepto, por el extraño caso de nuestra ciudad en la que muchas familias dependen y giran en torno a las dependencias gubernamentales y en donde, uno de los peores vicios que pueden existir en una administración sea la idea (errónea) de que si Fulanito o Menganito está al frente, a unos les irá bien cuando, por ley, todos los que son servidores y funcionarios, deben dejar este tipo de subjetividad fuera de sus oficinas y no ver si les caen bien o mal, si son cuates o no y mucho menos si son compañeros de partido o familiares, debe ser indistinto y claro, tener el teléfono es muy probable que suceda pero, la respuesta que se de a la llamada debe ser un educado “que gusto saber de ti, claro que te puedo ayudar, ven a la oficina y habla con perenganito que es el encargado de esa área” es decir, la respuesta es orientar a las amistades a que se siga el camino establecido para cualquier hijo de vecino (que tiene los mismos huesos, órganos y derechos, que el amiguísimo que les habló) y por supuesto que puede existir una excepción, por ejemplo, el amigo llegó y por una razón ajena, tuvo que ir de un escritorio a otro y cuando al fin llega a pagar el servicio, le dicen que ya no se puede pues el horario de atención terminó hace 30 segundos, en ese momento, el jefe sale y le dice al encargado que por favor lo atienda, eso no es más que una muestra de cortesía a un usuario (en donde no importa la amistad).

Pero bueno, supongamos que los cambios que vienen son indispensables para el funcionamiento, entonces, el criterio que debe seguirse es la eficiencia y efectividad, es decir, si los mueven de un puesto porque no dieron la talla, no deben de acomodarse en otro bajo ninguna circunstancia, ahora bien, si los mueven por ser lo mejor que hay, deben, por supuesto, ponerlos en un puesto que sea de una mayor responsabilidad y donde sus talentos brillen.

Solo falta recordar algo, todo puesto dentro del servicio público lleva implícito su obligación, su fin, su motivo… servir al pueblo.

No debemos de darle vueltas al asunto, solo hay una forma de evaluarlos y es la calidad del servicio que dieron, la cantidad de conflictos que resolvieron y la honestidad con la que se desempeñaron pues los que desean servir, sirven y no se sirven de los demás pero, tampoco debemos de paralizarnos por los cambios que vienen a nivel municipal, estatal y federal, al contrario, debemos de ayudarlos a que sean mucho más eficaces, mucho más eficientes y a que no puedan siquiera pensar en usar recursos que ya tienen un destino. Nosotros seremos los primeros beneficiados y tener las pruebas de un acto incorrecto y no denunciarlo, no nos evitará problemas, nos hará cómplices pero, denostar sin pruebas nunca será un ejercicio de nuestra libertad, solo será… mala fe.