Vladimir de la Torre_3

La instrucción fue que asistieran todos los gobernadores priistas. Y así fue, uno a uno llegaron este domingo 28 de mayo a Toluca, y se trasladaron hasta la Plaza de los Mártires, en el corazón de esa ciudad.  Era el cierre de campaña de Alfredo del Mazo. Los mortales de blanco, en las gradas; la cúpula priista, de rojo, alrededor del escenario circular. Alejandro Moreno fue el único de verde, usó una de las playeras limón que utilizó en 2015 durante la campaña “Con todos y para todos”. Fue del Mazo quien eligió cerrar su campaña en Toluca, en esa  plaza, lugar emblemático del priismo mexiquense.

Una campaña difícil, imprecisa y con poco crecimiento. Una campaña de generales. Tuvo en solo 60 días dos coordinadores generales, cinco estrategas políticos, y a tres responsables del comunicación social. Dos presidentes de partidos, dos delegados nacionales del PRI: el senador, Ismael Hernández y luego el diputado federal Jorge Carlos Ramírez. Dos jefes de campaña,  Enrique Jacob y Ernesto Nemer. En abril reforzaron con Erasto Martínez, como vicecoordinador general de la campaña y Carlos Aguilar, la mano derecha de Eruviel Ávila, como operador de medios con Alejandra Sota, bajo la dirección de Gisela Rubach, quien estaba en la campaña del PRI en Nayarit, pero dada por perdida esa gubernatura, la movieron para Estado de México.

Un milagro daría el triunfo a Del Mazo III. Solo eso. Un milagro acompañado de la mayor operación electoral del que el PRI tenga memoria desde 1988. Y da igual. Aunque gane Alfredo del Mazo poco deben celebrar. De hecho nada. Lo correcto y sano es que se sienten a analizar el mensaje, el más importante: Una maestra, con bastante dificultad hasta para hablar y coordinar las ideas, cimbró a la clase política y puso en jaque al sistema político en el poder. Eso alguna lectura tiene que dejar si se cumple el milagro.

LA CONFRONTACIÓN. El cierre de campaña de Del Mazo Masa ocurre días después que Andrés Manuel López Obrador anunciara en sus redes sociales que una red nacional de priistas estaban sosteniendo la estructura electoral en el Estado de México. El primero en mencionar fue al gobernador de Campeche, Alejandro Moreno. Aseguró que 30 campechanos estaban operando en Texcoco.

Posiblemente sí, pero nadie de la alta dirigencia del PRI campechano operó en el Estado de México. El más visible de los campechanos priistas que operaban en Toluca fue el exsecretario de Turismo, Luis Augusto García, cercano a Alejandro del Mazo Masa, hermano de Alfredo y Comisionado Nacional de Áreas Naturales de la Profepa. Lo hizo a título personal.

Tras la mención de Obrador, Moreno Cárdenas usó su cuenta de Twitter para responderle al líder nacional de Morena. Le preguntó si por campechanos en Texcoco se refería a Layda Sansores y en otro lo llama un “lloron que está buscando responsables de su derrota”. Un día después desde el mercado principal, el presidente de Morena en Campeche Manuel Zavala cuestiona la discursiva usada por el gobernador. Le reprocha que intervenga en los temas partidistas y que no dedique su tiempo a gobernar.

Al concluir un evento en el Centro de Convenciones con el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos y ante la presencia de funcionarios federales que asistieron al evento, la prensa abordó a Moreno Cárdenas.

“Manuel Zavala sabe quién es su gobernador y sabe que su gobernador es Alejandro Moreno…Y lo tenemos que señalar y aquí como lo he dicho, Andrés Manuel López Obrador, y lo digo como es, con su nombre, quiere venir a engañar a este país; la corrupción está ahí, ahí están los recaudadores, ahí están los que van a pedir dinero,… López Obrador critica todo lo que representa, no trabaja, tiene 20 años que vive de la política; que le diga al pueblo de México de qué vive, no sabemos de qué vive. Ya buscó este modelo para vivir sin trabajar… A López Obrador, si no lo educaron en su casa lo vamos a educar aquí.  ¿Por qué les hablamos así? Porque coloquialmente los de Morena nos resultaron como es, malos y llorones, buenos para criticar, buenos para criticar y malos para gobernar.

 Y fue más lejos: “Bastaría ver con las entrevistas que da, la manera esquizofrénica ya, yo creo que Andrés Manuel debe de buscar una atención psiquiátrica, verdaderamente nosotros con mucho gusto vamos a cooperar para contratarle un psiquiatra.”

Es la primera ocasión en la que un gobernador del PRI arremete abierta y públicamente contra Obrador y Morena. Hasta ahora solo la dirigencia nacional del PRI y los candidatos se encargaban del enfrentamiento político abierto y directo. Moreno abrió la lista. En Morena no hubo más respuestas. Las declaraciones de Moreno fueran reproducidas en varios medios del país. Las expectativas están centradas en la visita que el tabasqueño haría en Campeche.

Las diferencias y acusaciones entre Obrador y Moreno Cárdenas tiene antecedentes. Hace cuatro años, en enero del 2013, en su primera visita tras la elección presidencial del 2012, en un salón de conocido hotel, Obrador inició la confrontación. De costumbre hacía señalamientos a la familia Mouriño, en aquella ocasión incluyó a Moreno Cárdenas: El senador Alito es un ladrón y un sinvergüenza que roba votos.

Obrador estaba al tanto de la relación de Moreo Cárdenas con el estrenado presidente Enrique Peña Nieto. Incluirlo, desde el 2013, en su discurso era una estrategia para ir desgatando al priista que tenía posibilidades de ser candidato dos años después en 2015.

Una vez más, cuando en 2014 anunció que Layda sería su candidata a la gubernatura, volvió a señalar a Moreno Cárdenas.  Ya durante la campaña por la gubernatura el discurso de Morena y de Obrador fue dedicado a Moreno: Es un maleante, el más corrupto de Campeche.

Ya entonado, el candidato priista contestó: AMLO es el mayor vividor en la historia de México, ya que se ha dedicado a la calumnia, un bandido que tiene doble discurso.

No hay retorno. Habrá tregua, pero no retorno. Moreno parece convencido a salir a darle la batalla a Obrador abiertamente, y desde una posición mucho más cómoda y menos comprometida, Obrador seguirá usando un discurso de confrontación con el poder en todos los niveles, haciendo acusaciones y presentando su palabra como prueba. Su palabra, dijo, porque en la memoria colectiva, exige que su palabra  sea prueba suficiente.