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Para más de uno la apertura de la importación de gasolinas significaría, se cree erróneamente, que el precio de los combustibles se reduzca. Falso, sólo de impuestos un litro de gasolina lleva 6 pesos y el precio no será fijo y tendrá los vaivenes propios del mercado petrolero, a veces más barata a veces más cara y sólo cuando las gasolinerías compitan entre ellas los consumidores veremos cierto beneficio.

La competencia que se prevé en ese ámbito, las gasolinerías, llevará a convertirse en entes más eficientes. De entrada, la cultura norteamericana no tiene despachadores de gas en ninguna estación. Las cargas son inmediatas vía tarjeta de crédito o débito o pagando en efectivo en las cajas de las tiendas de conveniencia de la propia gasolinería desde donde se activa la bomba para la carga del combustible.

Si los empresarios de la gasolina no están pensando en invertir en tecnología para competir con esos nuevos estilos que traerá Chevrón, Exxon o Shell seguirán teniendo que robarle al consumidor los poquitos que los ayuden a completar sus nóminas o tener un poco más de utilidad.

¡Ya sé! Las gasolinerías no nos roban poquitos que se convierten en muchitos, las gasolinerías no son las que venden el producto ordeñado de los ductos de Petróleos Mexicanos, las gasolinerías no son parte de esa red donde nos clonan las tarjetas de crédito igual que los grandes empresarios de la pesca no compran diesel robado, no lo cargan en alta mar y no se les revierte la práctica con el cobro de protección y extorsión.

La apertura va a significar mucho. Los empresarios que puedan aportarle más al consumidor tendrán su preferencia, pero si lo que se decide es competir ilegalmente, es tratando  de meterle el pie al que llega o de llenar de denuncias y demandas al que se dedique a lo mismo, pues será el país de la anarquía.

En Campeche, la mayor parte de las gasolinerías son, si no estoy en un error, del Grupo GES que ahora se ha asociado para integrar La Gas con el grupo Loret de Mola, de Yucatán. La competencia viene fuerte Mega Alianza –integra 7 grupos incluida La Gas- representa 990 estaciones de servicio y Amegas que integra a más de 6 mil gasolinerías.

Los días de las gasolinerías como las conocemos desaparecerá el próximo año debido a que se adelantó la apertura, aunque se prevé que haya algunas contingencias debido a las necesidades de almacenaje de los diferentes grupos que, hasta ahora, no se ha resuelto plenamente.

Seguridad

Dice el presidente nacional del PRI que la inseguridad en este país empezó con los gobiernos del PAN. Falta a la verdad. La inseguridad empezó muchos años antes y quizá su manifestación más clara de presencia fue en 1992, cuando secuestraron a Joaquín Vargas Guajardo. De esa fecha hasta ahora el crimen y la inseguridad han crecido de manera extraordinaria.

Acusar a Felipe Calderón como único responsable de la escalada contra la delincuencia organizada sólo evidencia que durante años no hubo esa vocación y menos la intención de los gobiernos priistas y el panista de Vicente Fox de usar la fuerza del Estado para combatirlo.

Nadie quiere que haya guerra, nadie quiere que se mate a nadie, pero la delincuencia ya no tiene palabra de honor sobre todo desde que se coludieron con la autoridad como lo evidencia la detención de José de Jesús Gutiérrez Rebollo, quien desde el más alto cargo en el Instituto Nacional del Combate a las Drogas se alió con Amado Carrillo Fuentes, en 1997.

Desde esos días, el terror del narco no ha parado y la incapacidad del gobierno para reducir la miseria hace que esos 55 millones de mexicanos que no tiene presente, olvidémonos si pueden hablar de un futuro, sólo se ha paliado por su inclusión en el narco y la delincuencia, como tabla de salvación momentánea a sabiendas que vivirán muy poco tiempo.

El líder nacional del PRI tiene mucho que hacer si quiere que los mexicanos le retomen respeto a su partido y a él como dirigente. Que empiece por Tomás Yarrington y Eugenio Hernández, que se siga con los Moreira y Fidel Herrera mientras analiza lo que ha pasado con los Cavazos y otros finos personaje que no sólo le dan mala imagen a su partido sino que también hacen que sus palabras se escuchen huecas.

La congruencia es una virtud que no parece encontrar cabida en los gobiernos mexicanos. Los hechos dicen más que mil discursos y la percepción se modifica si hay contundencia en el actuar y en el decir, si no sólo son palabras que, otra vez, se llevará el tiempo.