Francisco-López-Vargas7

En una reunión de empresarios de la construcción, uno de ellos dedicó parte de su intervención a quejarse con amargura de cómo había sido hecho a un lado de las obras públicas del Estado.

De poco le sirvió concursar, presentar las mejores propuestas porque siempre fue hecho a un lado para que los mismos se quedaran con las obras.

La queja, por demás fundada, tenía que ver también con ese apetito de hacer todo: lo mismo banquetas que sardineles, carreteras que vivienda, parques o glorietas. Su argumentación tenía que ver con varias cosas: la glorieta de la López Mateos y su mala calidad, los trabajos mal acabados en el recién inaugurado periférico cuyas luminarias fueron sustituidas por maceteros a pesar de que ya se cubrió el costo de postes y focos.

El empresario, decía, que en la SCT pasaba lo mismo: hay corrupción, se piden moches y todo eso afecta la calidad de obra que –también los mismos- se encargan de llevar los grandes sobres de papel manila al encargado de mantenimiento y conservación. La carretera se destruye en diferentes tramos cada dos semanas, para que haya trabajo, claro.

Puso como ejemplo una obra de agua potable concursado para Calkiní que se entregó al hijo del secretario a pesar de que su empresa es de aluminios y vidrio. De ese tamaño el descaro y el cinismo.

En su charla recordó los tiempos de Azar como gobernador y subrayó que nunca se les pidió aportación alguna al margen de la calidad de las obras, que se les exigió no darle mochada a los inspectores a reserva de que perdieran la obra si se les descubría y que el diezmo nunca existió ni para la asignación ni para el pago.

Aseveró en su plática que por eso le llenó de gusto al escuchar que las obras habría para todos, que el gobernador Moreno sostiene que no permitirá la corrupción y aseveró que nada afecta más al ciudadano que las obras malhechas por la corrupción. No se puede repartir entre tantos sin afectar la calidad de lo que se entrega.

(Debo decir que en la plática salió a relucir varias veces el nombre de mi amigo Francisco Trejo, pero evitaré hablar de él por la relación tan cercana que sostenemos y que podría prestarse a una mala interpretación).

Por todo lo expuesto por el empresario, no puede uno sustraerse de la revelación pública que hizo Verónica Ceballos, presidenta de la Canaco, cuyo silencio en sus encomiendas anteriores no se justifica, aunque se entiende.

La revelación de Cevallos de que el “moche” llegaba al 15 por ciento contrasta con lo que supimos de primera mano de Champotón donde la cifra llegó al 30 por ciento exigida por el ex alcalde Arjona. Recuerden que aquí contamos los millones que se exigían en Carmen no sólo para construir sino también para poder operar y que el propio gobernador Ortega tuvo que frenar varias veces ante las graves y constantes quejas.

La denuncia, hecha en este espacio desde hace mucho tiempo, implica el reparto de la obra pública en una mesa en la que se define quien hace qué y con qué empresa. Ahí no hay empresarios, hay gente que unta lana en la mano de los funcionarios para hacer las obras y dividir con ellos las utilidades; o, de plano, otros que sólo llegan con su bloque de facturas para que la obra se cobre aunque la haga el personal, la maquinaria y el equipo del gobierno.

Valdría la pena investigar esa veintena de razones sociales que no sólo no tienen capital visible ni activos fijos, pero que vaya que construyen y rentan con maquinaria que, según aseguran, es propiedad del gobierno en manos de particulares. Algo así como lo que pasa con las naves de las maquiladoras.

La charla del empresario y la revelación de la comerciante son temas comunes en privado, pero se hacen públicas precisamente por la confianza de un nuevo gobierno que ofrece ser implacable con la corrupción y combatirá esa mal entendida visión de que ser gobierno, empresa, proveedores y además candidatos. Edilberto Buenfil tiene la oportunidad de ser el héroe de esta película. Confiemos en él.

Buena nota de EL EXPRESO, pero estamos seguros que será mejor la respuesta de una administración que inicia bien, que trae otro dinamismo, otra idea de lo que es gobernar y que asegura será incorruptible.

Calkiní

¿Para eso ganaron la elección? Calkiní pareciera que se arrepentirá más temprano que tarde de haberle apostado a Morena y su candidato. ¿Cómo gobernar si ni ellos se pueden poner de acuerdo? Vaya que nos urge una legislación de revocación de mandato cuando vemos espectáculos como los recientes en ese ayuntamiento.