La naturaleza está equivocada, miles de años de evolución nos han llevado a la conclusión de que se equivocó y nosotros seres superiores decidimos enmendar el error y pasar al monocultivo, a la siembra de transgénicos y al carajo todo lo demás, nosotros estamos bien, el resto de las especies no tienen nada que hacer… ¿Suena absurdo? Así de absurdo es, pero ni así hacemos caso, se supone que en la Península estamos libres de transgénicos y sabemos que no es así, nuestra tierra es rica, nuestro clima es apto para cítricos (por ejemplo) y nos empeñamos en sembrar palma de aceite que ni es de la región y sí necesita condiciones que no son las naturales de la zona. En fin, el dinero manda y la sustentabilidad que se vaya a donde se le antoje.

La miel, la mejor miel del mundo, esa que se adiciona a otras mieles de otras regiones  del globo para darle valor agregado se produce aquí, nuestra miel en su consistencia, sabor, textura, color, valor nutricional, es por mucho de lo mejor que existe y su precio es alto, entonces, ¿qué estamos haciendo para aprovechar eso? Nada, la estamos acabando, estamos modificando nuestro ecosistema, deforestando para sembrar productos que ni siquiera son nativos, usando pesticidas que acaban con todo pero dejan la soya transgénica impoluta, como reina y señora de nuestras tierras.

Pues de qué se trata, de sacar una lana en este momento y olvidarnos del futuro, si a eso vamos pues ya terminémoslo de una buena vez, acabemos con todo y con ese dinero hagamos unos tacos, una sombra, unos dulces, un plato de billete sazonado con monedas, entreguemos un racimo de papel moneda como muestra de afecto o pongámoslo en la tumba de nuestros seres queridos, digámosle a nuestros niños que los panqueques no llevan miel sino billetes de 20 pesos y que las abejas son animales mitológicos. De una vez acabemos con todo y dejemos de darnos golpes de pecho en una hipocresía cínica.

Ahora bien, si no eres de los que creen que lo arriba escrito sea lo correcto, si piensas que tenemos una obligación con nuestro hogar, con nuestra tierra, con nuestras futuras generaciones entonces evita ser aval con el silencio, evita monetizar tu consciencia, apoya en la limpieza de nuestras áreas naturales y evita contaminar, evita comprar madera prohibida, consume productos de tu región, paga un valor justo por nuestra miel, mantente al tanto de que no se contaminen nuestros ríos o se construyan presas que desvíen su cauce, defiende nuestras áreas protegidas a capa y espada, ayuda en la conservación de nuestra flora y fauna, esteriliza perros y gatos callejeros (por ahí debemos empezar en las ciudades), no quemes por quemar o porque siempre se ha hecho así, cuando compres en el supermercado revisa los ingredientes, dónde fue hecho, cómo fue hecho y si es de importación, quién lo importó. Exígele a tus legisladores que defiendan su tierra, que legislen en contra del uso de productos transgénicos, que si lo hacen paguen un impuesto que los obligue regresar a lo natural, denuncia a los pescadores que rompen la veda, a los cazadores furtivos, a los que piensan que pueden entrar a un terreno que no es suyo y bajar guano, cortar cedros, caoba, ciricote, zapote bajo el argumento de que tienen necesidad (todos la tenemos).

Caray, con nuestra riqueza natural, desperdiciarla y depredarla quizá nos dé unos pesos necesarios hoy pero nos costará muchos más en un futuro. Si realmente queremos ser productivos, antes debemos ser conscientes, íntegros, responsables buscar darle valor agregado a NUESTROS PRODUCTOS, no hace falta inventar el hilo negro, no hace falta descubrir el agua tibia y mucho menos intentar competir con productos que no son nuestra fortaleza a costa de los que sí lo son. Depende, para variar, de nosotros y nuestro compromiso con Campeche.