Raúl Sales Heredia

En el año previo a elecciones vemos cientos de eventos que hablan de unidad, de fortaleza, de compromiso, de proyectos, de posturas, de un futuro que se nos ha presentado en incontables ocasiones, de incontables formas, con incontables candidatos. Lamentablemente también hemos visto cómo las diversas fuerzas políticas se tiran a la yugular y mientras atacan a sus opositores se dan golpes de pecho acerca de lo justos y maravillosos que son ellos.

En año preelectoral las fotografías o participación en eventos se multiplica y la atención que dedican a sus respectivos encargos presentan una disminución a menos claro, que sirvan para sí promoción, entonces sí le dedicarán toda, absolutamente toda su atención.

No tiene nada de malo que se tomen fotos en eventos, que usen eso de evidencia para demostrar su trabajo, lo que sí es poco ético, es que utilicen eso pensando en el siguiente cargo y no en el que actualmente ocupan, lo que sí me parece poco íntegro es que sabiendo sus aspiraciones y lo que están buscando, contesten a los cuestionamientos sobre eso con un “no son los tiempos”, “el partido lo decidirá”, “estoy concentrado en mi encomienda actual”, etc… Sería mejor decir un “sí, eso quiero y eso busco” y listo, sacarlo de su sistema, ser honesto aunque sea “políticamente incorrecto”.

Seguro me dirán que no sé cómo funciona esto de la política y tendrán toda la razón, eso de decir una cosa y hacer otra, de sonreír por encima de la mesa mientras las patadas se dan por debajo es algo que no entiendo ni deseo entender. Pero, la política, en la definición que me gusta, además de “cortesía y buen modo de portarse”, “es el arte o traza con que se conduce un asunto o se emplean los medios para alcanzar un fin determinado”.

No obstante, mientras nuestros políticos están con la mira puesta en el otro año (casi cada año hay elecciones) y sacando conclusiones, comparaciones, fortaleciendo o destruyendo aspiraciones, el ciudadano, aquel que debería ser principio y fin de todo su actuar está relegado a papeles secundarios, a un: “espérame resuelvo esto y ya que quede, te prometo que te prometo”.

En una democracia en su definición dice que el poder político es ejercido por los ciudadanos, en nuestro caso somos una democracia representativa en la que la misma se ejerce a través de representantes surgidos de elecciones libres y periódicas. La pregunta obligada aquí es ¿En serio nos representan? Los partidos políticos nos dicen quiénes serán a los que votaremos, lo que me hace pensar que entonces su primer agradecimiento y lealtad será hacia el partido y no hacia la gente y eso me queda todavía más claro cuando escucho o leo a miembros prominentes de los partidos políticos hablando de deslealtad o desagradecimiento al partido. ¿Acaso no se entra a la política (en lo que se entiende como tal) para servir al ciudadano? ¿No es más importante el ciudadano o el país que el partido?

Sin embargo y a pesar de lo anterior no todo recae sobre los partidos, parte de nuestra situación se debe a la falta de participación ciudadana y es que ser ciudadano no sólo se queda dentro de una esfera política sino en el actuar diario dentro de una comunidad, va desde el simple hecho de no tirar basura en la calle hasta el respetar lugares designados para personas con discapacidad pasando, por supuesto por el no tirar aguas jabonosas a las calles, conocer a sus vecinos y tratar de llevar una relación cordial, ceder el paso al peatón, etc… y junto con todo esto, debemos saber qué están haciendo nuestros representantes, qué iniciativas están llevando a cabo, en qué se están gastando los recursos públicos y recordar(les) que trabajan para nosotros y que somos nosotros los que podemos y debemos exigirles resultados y buen actuar.

México está en una encrucijada, en una crisis compleja, desde económica hasta internacional pasando por una falta de credibilidad institucional, pero en cada crisis, en cada encrucijada, hay un camino a tomar, depende de nosotros qué clase de México queremos, qué clase de compromiso nos pondremos sobre la espalda y como sociedad qué tanto estamos dispuestos a participar. Para variar, esta vez… Depende de nosotros.