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Dice el gobernador Alejandro Moreno Cárdenas que hay quienes desde sus posiciones políticas no le aportan nada a Campeche. Agrega que no se necesita turismo político y sin dar su nombre hace una radiografía de la hoy senadora Layda Sansores Sanromán.

La narrativa del gobernador Moreno la repite el escribidor desde los días en que la señora Sansores fue candidata a gobernadora y la despojaron de su triunfo, pero no crea ud. que el despojo tuvo que ver porque el ejercicio democrático de nuestro Campeche fue ejemplo nacional. No, por desgracia.

La señora Sansores ganó su elección en 1997 porque usó más triquiñuelas y mañas que los priistas de esos días que, vaya que se las sabían. El simple comentario hará que más de uno sonría y nos restriegue en la cara si sus oponentes no hicieron lo mismo y por ende debían perder al contar con todo el aparato de gobierno. La realidad está ahí: otro fue gobernador y ella protestó hasta que se entendió con aquél y llegaron a un acuerdo económico y político. Total, el dinero del erario da para todo y las posiciones políticas permite presionar para lograr otros beneficios. Eso pasó en esos días.

Las cosas hoy dejan muy claro lo que ya sabíamos desde antes: Doña Layda no vive en Campeche, sus negocios más sólidos están fuera del pueblo y su mayor raigambre está vinculada con las posiciones políticas de su padre, no de ella.

Muchos argumentos de la Sra. Sansores son sólidos y válidos, pero ninguno de ellos ha dejado de ser un auténtico discurso y hasta ahí. Nadie podría, ofrezco este espacio para aclararlo si estoy errado, decirnos cuántos recursos le ha dado su gestión a Campeche, cuántos empleos se han generado por su actividad política y si alguno de sus actos ha sido encaminado para lograr cosas concretas a favor de la que dice su tierra.

La oposición, hay que decirlo, es necesaria e indispensable en cualquier gobierno. Se les necesita, legitiman la acción de gobierno y ayudan a encontrar caminos que el oficialismo muchas veces no considera. Opositores grandes ha habido en el país como Carlos Castillo Peraza, Herberto Castillo, en su momento Porfirio Muñoz Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas y hasta Andrés Manuel López Obrador tuvo su momento.

La oposición, no importa el signo, debe acreditar su beneficio a la entidad, al pueblo que la elige o que representa, pero hay quienes han visto sus posiciones sólo como el encumbramiento personal y la perpetuidad de la dieta, del privilegio y de la canonjía.

Campeche vaya que ha necesitado de cada uno de sus hijos para lograr mejores niveles de vida para la entidad. La labor de cada legislador tendría poco que ver en realidad con la gestión, pero la distorsión de la labor legislativa ha convertido el tráfico de influencias en una de las más socorridas y demandadas por los propios representados como si los legisladores fueran gestores más que los responsables de darnos las mejores leyes y sus reglamentos.

Vestirnos de moralinos y salir a criticar a unos y otros sin que podamos acreditar con nuestros actos nuestras convicciones se convierte en un bumerang que termina por golpear la cabeza de quien lo lanza.

La señora Sansores ha sido una digna adversaria y buena candidata, muchos de sus argumentos son impecables, otros francamente indefendibles, pero su ejemplo, lo que ha hecho por Campeche no puede acreditarse. Lo que ha hecho para ella si está a la vista: una vida legislativa y una camaleónica visión de la política que le ha permitido salir del PRI, irse al PRD, apoyar a Fox en el PAN y ahora ser seguidora fanática –dicen algunos- de Andrés Manuel López Obrador.

Los políticos, todos en general, no entienden lo que les cuesta ser incongruentes. Hablar de honestidad acreditando no serlo, hablar de combatir a los corruptos siéndolo, hablar de dialogar pero insultar al que no coincide, decir que las convicciones son las que los soportan pero cuando no les toca hueso cambian de ala, de partido y hasta de facción sin mucho empacho.

Ojalá se entendiera que para el respeto ser necesita congruencia, para el apoyo se requiere honestidad, pero para dedicarse a la política no sólo basta la tradición de familia, también se necesita dar el ejemplo para lograr contundencia y, sobre todo, respeto.

PD

Barack Obama deja el gobierno de EE.UU. con un gran legado personal: nunca protagonizó escándalo, no abusó del poder ni hay quien pueda reclamarle actos que desvirtuaran su investidura: gracias por dejar claro que sí se puede hacer y ser el mismo. Gracias por la congruencia y el respeto.