En estos últimos días he leído tantos detractores del Tren Maya que me pregunté si mi opinión acerca del proyecto estaría matizada con la emoción y la ilusión de subirme con mis hijos a un tren de pasajeros.
Calakmul reserva de la biosfera, Patrimonio Mixto de la Humanidad “será un ecocidio” leí y como soy ferviente creyente de que debemos salvar al planeta me preocupé, claro, soy totalmente ignorante en eso de la contaminación que podría provocar un ferrocarril así que hice lo que cualquier hijo de vecino, saqué el teléfono y googlee. Sorprendentemente, el ferrocarril es el menos contaminante de los transportes.
El dineral que costará era otro tema, que no es rentable, que la recuperación de la inversión es imposible. Vaya, quizá tengan razón pero, no, el tren probablemente no recupere la inversión en décadas pero, las estaciones generarán una derrama en lugares a los cuales los turistas no llegarían por las enormes distancias. Vamos, son las mismas distancias, es exactamente lo mismo en auto… Nel, moverse en tren no es solo el viaje, el tren en sí, es destino, es un microcosmos en movimiento, con restaurante, con bar, con dormitorios, es una experiencia diferente a la de un autobús, automóvil, avión.
Si están las vías férreas y además del tren de pasajeros se cuenta con el de transporte, estaríamos eliminando los terribles trailers de doble remolque en una carretera que, todos los que hemos transitado por ella, sabemos que tiene un tráfico constante y eso se reflejaría en un menor deterioro de la carpeta asfáltica y disminución de accidentes, es decir, sería un ahorro a futuro.
Don Carlos Sierra (al cual le agradezco profundamente y de manera pública la atención) tuvo a bien darme un libro “Notas de economía regional”, en ese paseo por la historia hay cuestiones maravillosas y ahora estamos en un punto en el que nuevamente podríamos hacer fiesta por la inauguración de un ferrocarril. Vamos, de que costará un dineral, así es, de que se puede hacer, se puede, de que detonará áreas que por su lejanía están paralizadas económicamente, es un hecho.
Ahora bien, si la cuestión ambiental es el asunto, estoy seguro de que el impacto será menor a la larga y quizá transitar por un túnel de selva pueda convertir al tren maya en una experiencia única en el mundo.
El sur tiene un potencial enorme para ser el motor de desarrollo de un país que lo necesita de manera desesperada, de una región que tiene una lengua ancestral viva, con vestigios arquitectónicos impresionantes, con las playas más hermosas del mundo, con el segundo pulmón de América, con una de las mayores biodiversidades del país y en donde un tren puede, por sus mismas características convertirse en el hotel móvil que una a nuestros pueblos.
Sí, tal vez la emoción y la ilusión de viajar en tren con mis hijos matice este escrito, con certeza afirmo que no soy un experto en el tema (ni pretendo serlo), pero como ciudadano de esta región, con el enorme amor que le tengo a Campeche, con el orgullo de ser parte de una región tan hermosa como esta, puedo decir que todo problema que surja con este proyecto puede ser solventado y tal vez, solo tal vez, podamos reactivar todas la vías férreas que dejamos morir y encontremos en esos trozos de metal que en el porfiriato eran la modernidad, un futuro de interconexión con la diversidad de culturas que conviven en este enorme y maravilloso país.
Todo tiene dos lados, todo es perfectible y si bien debemos expresar lo negativo, hay que hacerlo con el afán de trabajar en ello para minimizarlo y lograr que lo positivo pese más en la balanza.
Sí, la emoción y la ilusión… matizan mi opinión.