Modernidad. Fiesta popular durante la llegada del primer tranvía al puerto de Lerma, a inicios del siglo XX, en lo que era “un pueblo pintoresco que se despierta con el canto de las gaviotas”.

ABEL EFRAÍN DURÁN REYES
[email protected]

Lerma es hoy una comunidad prácticamente integrada a la ciudad de San Francisco de Campeche, pero posee su propia historia y en su suelo se han desarrollado importantes acontecimientos que han afectado la vida de toda la entidad y de la región.

Hace ya muchas centurias se llamaba Tixbulul y era una comunidad maya integrada al linaje y cacicazgo Pech. Etimológicamente ese nombre significa ‘Lugar que se inunda’ y proviene de Tix: lugar, y Bulul: anegar, inundar.

Su actual nombre proviene del también remoto siglo XVI y se debe a don Juan de Lerma, uno de los capitanes que participó en la conquista de Yucatán desde 1526. Una vez conquistado el territorio, los españoles se divieron tierras e indios, poblaciones enteras, para un sistema de explotación denominado Encomienda. Don Juan de Lerma, originario de Lerma, Burgos, España, fue el encomendero del antiguo pueblo prehispánico de Tixbulul, por lo que mediante la cotidianidad el nombre de aquel pasó a ser el de la primera y así se le conoce hasta nuestros días.

Postal. Así lucía la Plaza de Lerma en 1912, con sus edificios públicos e Iglesia frente a un descampado que hoy es el parque principal.

Durante décadas, el descampado entre Lerma y Campeche, o bien los alrededores de ese poblado, sirvió para el desembarco de galeones piratas cuyo objetivo era atacar la villa mediante el sigilo. Muchas veces le funcionó, como en 1663. Otras tantas, los corsarios no pudieron ignorar a los vecinos ricos de la misma Lerma y también se volcaron contra ella.

Ejemplo de lo anterior fue en 1708, cuando la población fue saqueada e incendiada por las pandillas al mando del filibustero ‘Barbillas’. De muy poco sirvió la construcción, en 1680, de una pequeña fortificación denominada San Benito, misma que fue demolida alrededor de 200 años después.

Durante el siglo XIX, periodo en el que se construye la Iglesia de Lerma y se edifica la primera escuela, ese puerto contaba con casas veraniegas, playas limpias y calles arenosas.

Descanso. Una de las mansiones solariegas en 1912.

Ya en el siglo XX, en 1921, los vecinos de esa comunidad solicitaron el Gobierno Federal la dotación de tierras para fundar un ejido, lo que se resolvió favorablemente en 1924, cuando nació el Ejido de Lerma.

El historiador Damián Enrique Can Dzib, en la revista ‘Blanco y Negro’, describió a Lerma como un poblado de pescadores cuya historia está hecha de arena y mar, como un pueblo pintoresco que se despierta con el canto de las gaviotas y los pregones de los pescadores… pregones que llevan nostalgia, cantos y recuerdos.

“Señores, esto es Lerma, pueblo de pescadores que emerge una vez más entre lo azul del mar y lo verde de su vegetación”.