Efraín Durán
Un altar de sacrificios, mascarones estilo Puuc del dios Chaac, así como un tablero estilo Chen en el que se aprecian lirios acuáticos, raíces emergidas y retoños, así como la cabeza del dios Hu Nal Ye resurgiendo del inframundo, son sólo algunos de los elementos encontrados desde septiembre de 2011 en la zona arqueológica de Tohcok, a cinco minutos de la ciudad de Hopelchén, pero que no ha merecido ningún tipo de difusión de las autoridades de Cultura, Turismo, INAH o de ese Municipio.
Se trata de un pequeño yacimiento arqueológico sin construcciones monumentales y pequeños edificios dispersos, pero cuyas exploraciones recientes han demostrado que no carecía de importancia ni de una cultura muy desarrollada.
Hasta el momento, fuera de los círculos especializados, ni los propios campechanos saben de su existencia ni de los recientes descubrimientos, mucho menos de su importante significado, sobre todo ahora que se da la fiebre del ‘fin del mundo’.
Fue el arqueólogo responsable del proyecto, Antonio Benavides Castillo, del Centro INAH-Campeche, quien apenas hace unos días, 15 meses después del hallazgo, impartió una charla en la ciudad de Mérida en el marco del coloquio ‘Los Tiempos del Mayab’ y habló sobre Tohcok. Sin embargo, en su exposición, el propio investigador aseguró que el descubrimiento se hizo a inicios de año, cuando en realidad los trabajos se concluyeron y se reabrió al público por lo menos desde septiembre de 2011.
En su exposición, Benavides Castillo refirió que lo encontrado viene a reforzar la idea de que los mayas concebían el tiempo en ciclos que se renuevan, por lo que desechó las versiones de la predicción de una catástrofe planetaria.
Explicó que los mascarones, flores y rostros humanos que de ella emergen refieren el ciclo de la muerte y del renacimiento, es decir, que en su concepción del tiempo los mayas nunca pensaron en catástrofes que acabaran con la especie humana.
El descubrimiento en Tohcok se hizo durante los trabajos de conservación en la zona arqueológica ubicada a seis kilómetros antes de la entrada a la cabecera municipal de Hopelchén.
Según la experimentada arqueóloga Linda Schele, Hu Nal Ye es el nombre que durante la época clásica le dieron los mayas al dios Hun-Hunahpú, o Uno Hunahpú, el dios de la fertilidad y del juego de pelota.
De acuerdo al Popol Vuh, Hun- Hunapú fue el padre de los dioses héreos gemelos Hunahpú e Ixbalanqué. Fue invitado por los dioses del inframundo a descender al Xibalbá para jugar al juego de pelota, donde lo torturaron y sacrificaron.
La leyenda narra que en el sitio de su entierro creció un árbol de jícaras y dio cráneos por frutos, entre los que se encontraba la cabeza de Hun-Hunahpú o Hun Nal Ye.
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