INAH homenajea al campechano Román Piña Chan

Estado, Jueves 2 octubre, 2014 a las 7:54 pm

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REDACCIÓN
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Román Piña Chan (1920-2001), el campechano gran conocedor de Mesoamérica, tuvo inicios modestos pero esenciales para su formación como arqueólogo, entre ellos, el catalogar —siendo aún estudiante— las piezas en bodega del antiguo Museo Nacional.

Ahora que el Museo Nacional de Antropología celebra su 50 aniversario, también se reconoce su labor como el primer conservador de su colección arqueológica.

¿Qué es un conservador?, se preguntó el historiador Antonio Saborit, director de este espacio museístico del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Un conservador es quien guarda, mantiene, defiende, preserva un bien y procura su permanencia, “a eso se dedicó Piña Chan entre 1964 y 1969 en el museo”.

Al dictar una conferencia magistral en el XIX Simposio dedicado a la figura del arqueólogo campechano, y en el marco de la Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia, Saborit comentó que el campechano Román Piña Chan, siendo un adolescente, tuvo su primer contacto con la antropología en el Museo Arqueológico e Histórico de Campeche.

Una vez instalado en la Ciudad de México y siendo becario de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), en 1946 entró a formar parte del personal técnico del legendario museo de la calle de Moneda, a un costado de Palacio Nacional, en cuya bodega su maestro Daniel Rubín de la Borbolla lo puso a clasificar piezas y a ordenarlas por culturas.

Esta experiencia debió de ser decisiva para que en 1964 se convirtiera en el primer conservador del Museo Nacional de Antropología, recién inaugurado en el Bosque de Chapultepec, labor a la que se entregó por un lustro, anotó Antonio Saborit.

Junto con el primer director de este museo, Ignacio Bernal, y otro de sus conservadores, Fernando Cámara Barbachano, Piña Chan sería el autor de un codiciado libro: Tesoros del Museo Nacional de Antropología de México, publicado en 1968, el único de carácter antropológico dentro de una serie editorial dedicada a los grandes museos del mundo.

El día de hoy la información depositada en este ejemplar, en más de un sentido, ya es histórica. Las páginas de Piña Chan siguen vigentes 50 años después, puntualizó.

A inicios de la década de los 60, rebasados sus 40 años y contando tras de sí con exploraciones en los más diversos sitios arqueológicos del país, Román Piña Chan comenzó a trabajar en paralelo varios libros y los primeros guiones del Museo Nacional de Antropología, entre ellos para la Sala Preclásico en el Altiplano Central.

“En este entronque: aula, campo, museo, con el respaldo de su propia experiencia en el aprovechamiento didáctico de los materiales recuperados en las excavaciones, el curioso Román Piña Chan alcanzó a definir para sí que en el diseño o ideación museográfica de una sala arqueológica era preciso resaltar aspectos como el medio físico, la indumentaria, el adorno, la tecnología, la obtención de elementos, la religión y la organización social”.

Antonio Saborit recuperó la concepción de Piña Chan al respecto: La sala es como un libro que trata de brindar el panorama de una cultura, mientras que la museografía es la técnica de ilustración de ese libro que permite visualizar objetivamente los diferentes aspectos en que puede descomponerse dicha cultura.

Piña Chan, destacó el director del Museo Nacional de Antropología, trabajó no en una sino en numerosas culturas y tradiciones sobre un territorio que hoy resulta inimaginable para los jóvenes eruditos.

“Su idea de la arqueología es tan amplia como el horizonte histórico que abarcan su recorridos, excavaciones, escritos y como lo que quería para la sala del museo: un libro de libros, enciclopedia del mundo material y espiritual de nuestros muertos que ahí se transforman en presencias reales”, concluyó.