Sin aviso. Algunos apagones son programados pero la mayoría no se anuncian

Associated Press

VALENCIA, Venezuela (AP) — Cae la noche y se va la luz de nuevo en cientos de miles de viviendas, si no millones. Si el gobierno sabe en cuántas, no lo dice. No ha ofrecido informes sobre los problemas desde el 2010.

En la tercera ciudad más grande de Venezuela, Pedro Martínez se pone una camisa pues se acercan visitantes atraídos por el parpadeo de velas en esta casa de una planta de bloques de cemento en un barrio de clase media. Adentro, se siente un calor pegajoso. En la puerta principal cuelga una hamaca.

“Esto pasa todos los días”, dijo Martínez, aludiendo al apagón, mientras sostenía una vela cerca de un periodista para que tomase notas. Era el segundo apagón del día. El primero se produjo poco después del mediodía.

Estos episodios se vienen repitiendo desde hace cinco años en todos lados menos en Caracas. Los apagones, una infraestructura que se viene abajo y otras promesas incumplidas corroboradas esta semana durante una visita al corazón industrial del país podrían incidir en las elecciones del domingo para reemplazar al presidente socialista Hugo Chávez, fallecido el mes pasado debido a un cáncer.

Su supuesto heredero político, Nicolás Maduro, es favorito para ganar, en buena medida por los generosos programas sociales para los pobres, que Chávez priorizó por sobre las obras públicas, con una gran excepción: las viviendas.

Las encuestas, no obstante, indican que podría estar perdiendo apoyo y los apagones asoman como un reflejo del poco interés que el gobierno de Chávez puso en ciertos aspectos de la economía, algo que muchos venezolanos consideran inexcusable en un país productor de petróleo. La persistente violencia de la delincuencia, la inflación, la corrupción oficial y la escasez de alimentos son otros factores a tener en cuenta.

Algunos de los apagones son programados. Pero la mayoría no son anunciados. Generalmente duran entre tres y cuatro horas diarias, según Miguel Lara, que administró la red de suministro de electricidad hasta que Chávez lo destituyó en el 2004 por considerarlo un “riesgo político”.

José Aguilar, un consultor quien vive en los Estados Unidos y ha trabajado mucho en la industria eléctrica venezolana, dijo que la red sufre un “pronunciado deterioro”. No hay suficientes líneas de transmisión, las cuales se recalientan tanto que el año pasado se quemaron 20.000 transformadores de distribución. “Se ponen al rojo vivo”.

El estado de las subestaciones eléctricas es precario, indicaron Aguilar y Lara. Si una deja de funcionar, las otras también. Los empleados ni siquiera tienen fusibles, señaló Lara.

“Están desatendidas. El personal no tiene ni los guantes, ni el uniforme”, manifestó Lara. “Hay fusibles que se los construyen ellos para que sigan operando”.

“No hay dinero para comprar repuestos cuando algo se rompe”, sostuvo Giovanni Rinaldi, quien trabajó 15 años en una planta hidroeléctrica en Ciudad Guayana, al este del país.

Rinaldi fue despedido luego de colgar en Twitter fotos del vehículo de una empresa de servicios públicos con afiches de campaña de Maduro. El vehículo fue usado también para sacar afiches de Capriles, según Rinaldi.

“Nosotros los trabajadores con la plata de nuestros bolsillos ponemos la plata para que esos vehículos siguen funcionando”, dijo Rinaldi, quien tiene 40 años y dos hijos, en una entrevista telefónica. “No es justo”.

El gobierno no invirtió lo suficiente para ampliar y mejorar la red eléctrica, según sus detractores, quienes dicen que parte de los problemas fueron causados por técnicos cubanos, iraníes y uruguayos traídos por Chávez para manejar el sistema. La cantidad de accidentes se multiplicó por diez y hay sectores en estados remotos donde sufren apagones que a veces duran de tres a cinco días, según Lara.

Maduro, quien asumió como presidente interino el día del funeral de Chávez, promete mejorar la red, pero atribuye los recientes apagones a sabotajes de partidarios de su rival en las elecciones del domingo, Henrique Capriles.

El gobierno militarizó el sistema eléctrico y dijo el martes que al menos 17 supuestos saboteadores habían sido detenidos, sin ofrecer detalles.

Rinaldi, quien es técnico en computadoras, fue acusado de sabotaje en su carta de despido, algo que él niega vehementemente.

Las medidas del gobierno no acabaron con los apagones ni con las quejas.

En un acto de campaña realizado el sábado en Puerto Ayacucho la multitud le gritó “¡Luz! ¡Luz! ¡Luz!” a Maduro. Los diarios dijeron que la televisión estatal silenció los micrófonos que captaban los sonidos ambientales.

Los esfuerzos por hablar con representantes de la empresa eléctrica estatal, Corpoelec, fueron infructuosos. Nadie respondía la línea principal. El presidente de Corpoelec es Argenis Chávez, hermano del finado presidente. Según un despacho de la agencia estatal del lunes, admitió que había problemas y prometió “un gran esfuerzo para superar progresivamente” los problemas con una inversión de más de 1.000 millones de dólares.

En Valencia, Martínez y su esposa Aura tienen la costumbre de apagar el televisor y el acondicionador de aire porque se ven venir apagones. Un pique dañó el acondicionador de aire hace un mes aproximadamente.

Cuando se le preguntó si los chavistas merecían seguir en el poder, Martínez habló con rabia de cómo están empeorando las cosas, de la escasez de alimentos y la interrupción del suministro de gas para cocinar. Ahora hay que hacer colas para conseguir el gas.

“De política no hay que hablar porque todo está a la vista, no se necesitan anteojos”, declaró, apuntando hacia una calle a oscuras. “No se consigue los implementos para subsistir, para comer. Para conseguir gas hay que salir y hacer cola de madrugada”.

Martínez dijo que votará por Capriles.