Desde los más antiguos cultos religiosos, el altar ha sido un espacio sagrado de encuentro con la divinidad, resguardado con un extremo celo y muchas veces reservado de las multitudes; hoy por hoy, constituyen espacios que dan cabida desde ritos envueltos de un misterio ostentoso y solemne hasta perfectas e inimaginables obras de arte diseñadas ex profeso para el culto.

Los altares en Yucatán

Importantes altares fueron levantados en la Península de Yucatán desde el establecimiento del  hombre antiguo, en la cultura maya  los altares dedicados y consagrados a las deidades, se hicieron presentes con el florecimiento de dicha civilización.

Con la conquista y colonización se presentó un nuevo culto; el rito católico, apostólico y romano con su altar mayor  compuesto por la  mesa en la que se realizaba el sacrificio eucarístico muchas veces acompañado de uno o varios retablos principales en los cuales se encuentran nichos decorados, que resguardan desde esculturas devocionales o patronales, reliquias religiosas así como la reserva del santísimo sacramento; asimismo el altar ha sido íntimamente relacionado con el Retablo Mayor que es el que conjunto a la mesa de los sacrificios llamado el “altar mayor”.

En la Provincia Eclesiástica de Yucatán existieron desde el siglo XVII, algunas antiguas ordenanzas y reglamentaciones  respecto al culto y a los oficios divinos, siendo los documentos más destacados los que se encuentran en las Constituciones Sinodales de Obispo de Yucatán, emitidas dentro del  Sínodo Eclesiástico de Yucatán, iniciado el 6 de agosto y concluido el 11 de agosto de 1722 en la Catedral de San Idelfonso de Toledo de la ciudad de Mérida, Yucatán, donde tuvo participación la Vicaria de Campeche.

“NOS, el Dr. Dn. Juan Gómez de Parada, por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica, Obispo de estas Provincias de Yucatán, Cozumel y Tabasco del consejo de Su Majestad a Saber: A nuestros mis amados del Cabildo de la Santa Iglesia Catedral a nuestros muy amados hijos curas, beneficiados seculares y regulares, legos y capellanes a quien p. (por) derecho —- tenga los contenidos en ella ——- y al S. Exm. Gobernador, legimientos, y judicias de ella ciudad y villas de Valladolid, Campeche y demás comunidades de españoles de este obispado y  al defensor y abogado de los reinos finales de él y a todas a saber, las constituciones sinodales a seguir para el sagrado culto”.

Las ordenanzas

En este importante Sínodo quedó asentado como ley que sin licencia del Cabildo metropolitano y del Obispo de Yucatán, no se podía establecer ningún nuevo altar en ninguna iglesia, ermita o capilla, ni se podía edificar capilla, ermita o iglesia, sin la misma licencia “in scriptis” y para obtenerla había que constatar que el fundador altar o capilla tuviera dote competente para su vestido, ornato, servicio y decencia o que prudentemente se espere en la piedad de los fieles y de ser posible su instrucción para hacer fundación, erección y canónica institución del altar o capellanía. (Libro tercero, sección 2, párrafo 1-13 de la Constituciones Sinodales de Yucatán).

En el territorio de lo que hoy, es Campeche estás disposiciones fueron observadas durante muchos años hasta a finales del Siglo XIX con la erección de la Diócesis de Campeche.

La evolución

Siguiendo las antiguas ordenanzas sinodales y basados en la dispensa del Exmo. Obispo Caballero y Góngora en el año de 1777, cuando se realizó la titulación villa de Campeche se dispusieron varias mejoras, entre ellas, el embellecimiento de los altares, muchos de ellos de estilo barroco, pintados al óleo en tonos florales de los cuales no existe más que algunas maderas reutilizadas en los actuales altares neoclásicos de finales del siglo XIX, que muestran la palpable evidencia de tallos y flores azules, sobre fondos grises y blancos.

A juzgar por el escritor Luis Millet Cámara, -quien rescató importantes escritos de Justo Sierra O’ Reilly-, fue el arquitecto y pintor italiano, Luis Zapari quien realizó importantes obras en Yucatán, en los primeros albores del siglo XIX, en algunos casos auxiliado en estos trabajos por el pintor yucateco, Francisco de Borja Salazar, quien realizó en la primera capilla del Señor de las Ampollas uno de los  frescos más bellos que existía en el sureste mexicano, así como el  ciprés para la Parroquia de la Inmaculada Concepción, hoy Catedral y a quien se le han adjudicado los dos retablos laterales del Ex Templo de San José de la Ciudad de Campeche.

El 25 de julio de 1834, fue consagrado el altar de la Parroquia Mayor, por el Exmo. Rvmo. José María Guerra, Obispo de Yucatán, oriundo de Campeche. Con ello, inició sus días el primer altar de estilo neoclásico en el estado, un lujo que sin duda era un orgullo para los campechanos y un precio que se vio obligado a pagar a cambio de varios trabajos en la antigua ciudad.

Fue gracias al Pbro. Gregorio Jiménez, que se logró pagar el pavimento de mármol que iba desde el acceso principal hasta el presbiterio, mismo que anteriormente fue ampliado. El altar mayor y su ciprés fue pintado de color blanco, con detalles dorados y coronado por una escultura de la fe.

Elevada a Catedral la antigua Parroquia de Campeche, se hicieron varias mejoras que le dieron mayor elegancia. Se instalaron lámparas de cristal en todos los altares con cadenas doradas, esa fue sin duda una de las más importantes contribuciones al arte en nuestro bello edificio, del cual quedan algunas muestras resguardas en el  salón de Arte Sacro de la Catedral, creado en el 2014 por el Consejo de Arte Sacro, el Patronato de la Catedral y el Pbro. Juan Eliodoro Kantun Huchim.

La Catedral en el siglo XX

Para el siglo XX, la Santa Catedral ostentaba al fondo de su nave principal un espacio reservado al clero y a la celebración de los oficios litúrgicos, denominado como Presbiterio de la Iglesia Catedral, quedando dicha área separada de la nave central por una elevación a la cual se accedía por medio de tres juegos de escalinatas ubicadas en el área central (tres escalones), así como de una antigua verja de hierro forjado.

El baldaquino de la Catedral coronado por una escultura de la “fe” -misma que desapareció-, se destinó para los oficios divinos, en su interior se encontraba la escultura devocional de Ntra. Señora de la Concepción, que a veces era sustituida por el Manifestador de Plata Colonial durante las fiestas del Corpus Cristi o el Sagrado Corazón de Jesús, resguardado con bellas cortinas de Damasco, con brocado de plata y oro, misma que permaneció en la plenitud del siglo XX hasta principios de los años 50 del siglo pasado.

Para 1940, año del IV centenario de la Ciudad de Campeche, la Junta de Mejoras de la Catedral, propuso al Monseñor Palmira Lavalle, un nuevo proyecto para lucimiento de la Catedral y se propuso la realización de un nuevo altar en mármol y no en madera.

Se tomó la decisión de eliminar la reja que separaba el presbiterio, retirando el antiguo altar de madera que se encontraba en muy mal estado, haciendo más espaciosa el área central, retrocediendo el altar mayor que anteriormente se encontraba debajo de la cúpula desplazándolo al fondo de la nave.

altares

Fue 13 años después que la obra fue terminada y bendecida el 11 de enero de 1953, es decir hace 62 años, por el VIII Obispo, Alberto Mendoza y Bedolla. Para conmemorar este hecho trascendental se mandaron abrir las criptas de la Catedral, exponiendo en ellas los restos de los dos únicos obispos muertos en la Silla Episcopal de Campeche.

El proyecto realizado incluiría el hermoso Retablo Central que fue llamado “Retablo de los Santos” por estar en ellas las imágenes de los patronos de la Diócesis: en el nicho izquierdo se encontraba la escultura de San José, Patrono de los Marinos que fuera la escultura devocional patronal del ex Templo de San José; en el nicho derecho la escultura de San Francisco de Asís, que se encontraba en la Capilla de la Sacristía; mientras que la escultura de Ntra. Sra. de la Concepción se ubicó al centro y en la parte superior un crucificado.

Asimismo, se construyó un altar en forma piramidal para el rito tridentino o rito romano de la Iglesia católica, considerada dentro del esplendor litúrgico del dogma católico y en el cual presbítero participaba con la solemnidad de la capa pluvial y gran cantidad de utensilios y en lengua latina.

Con este altar ubicado cercano al retablo, se celebraba la misa y no en la mesa de sacrificios que ahora existe, en ella el Obispo o sacerdote, realizaba el rito frente al Sagrario, de espaldas al pueblo.

Las influencias Concilio Vaticano II  en Campeche

Con motivo del Concilio Vaticano II, el VIII Obispo de Campeche Alberto Mendoza y Bedolla, proyectó diversas reformas a todos los templos del estado, no solo con la finalidad de dar mayor cabida a las bancas y aumentar el número de fieles en el interior, sino dar cumplimiento a una de las más importantes reformas a la liturgia, ya la misa no se llevaría a cabo de espaldas sino de frente a los fieles.

El Concilio Vaticano II fue un concilio ecuménico de la Iglesia católica convocado por el Papa Juan XXIII, el 25 de enero de 1959 y concluido con su sucesor, el Papa Pablo VI, en 1965.

Reivindicación del Presbiterio

Con el nombramiento del Mons. José Francisco González González, como XIV Obispo de Campeche, el 12 de diciembre del 2013, se propuso la instalación de la Sede Episcopal que se encontraban desarmada y en desuso, procediendo a su instalación el 31 de enero de 2014, previo a la toma de posesión del nuevo Obispo.

La sede fue encargo del Octavo Obispo de la Diócesis de Campeche, Mons. Alberto Mendoza y Bedolla como parte de los festejos del Concilio Vaticano II y bendecida el 25 de enero de 1965, fecha en la que se conmemoraba la apertura de dicho concilio, sin lugar a dudas este obispo durante sus 27 años de gobierno episcopal logró edificar la más grande obra artística y arquitectónica en la Catedral durante todo el siglo XX.

Hoy dentro de los tesoros artísticos históricos que tiene la Catedral de Campeche podemos contemplar en esta obra de arte,  no solo las bellas esculturas de los santos que tienen una historia propia y que datan del época colonial sino tres magníficas obras de arte novohispano del siglo XVIII y XIX, entre las que se encuentra el Sagrario de Plata, el Frontón del Altar y  el “Manifestador de la Parroquia” este último donado por la rica devota, la Sra. doña Josefa de la Fuente, viuda de Bartolomé Borreiro en 1821, mismos que enriquecen nuestro acervo histórico y con orgullo, son claro ejemplo del rico Patrimonio Cultural de nuestro estado cuya historia será motivo del siguiente artículo… no se lo pierda.

José Arturo Chab Cárdenas
Investigador/ Centro INAH