Vladimir de la Torre
Golpe de Timón
Vladimir de la Torre Morín
Lic. en Filosofía y Letras y Master en Comunicación Social por la Universidad de la Habana, Periodista de la Agencia Prensa Latina. Colaborador de diarios de Nicaragua, El Salvador, Chile y Argentina. Investigador para UNICEF en España, Jamaica, Inglaterra, Emiratos Arabes Unidos, Italia, y Qatar. Productor y conductor Televisión.
@‏delatorremorin

Campeche pudo

Voces, Lunes 8 octubre, 2012 a las 9:49 am

Sobre un escritorio de Telesur estaba un proyecto tan lleno de vida como de complejidad. En la medida que se revisaba cada hoja, la idea se hacía más enorme. Fue consultado y explicado en una oficina, en otra, en la Dirección de Producción, en la de Noticieros, en la Operativa, en la Dirección General. Cuando se decidió el “sí lo vamos a hacer”, en sólo horas, unas 10 mujeres entraron a una sala de juntas decididas a todo. Allí estaban las esperanzas de lograr la primera parte de muchas para construir un monumento a la vida. Hablaron y fueron escuchadas, llegaron más y aquella caja de cristal parecía inalcanzable para encontrar un espacio. “Necesitamos 100 mil bloques”, dijo la presidenta de la Asociación Amanc y hubo entonces unos segundos de silencio, incertidumbre y duda. Fueron solo segundos, y entonces una alcanzó a dar la respuesta: “lo vamos a lograr”.

La ventana que daba a la calle daba una lección. Muchas señoras y amigas pasaban por la acera para disfrutar de su tradicional noche de “Jueves de Damas”, y desde adentro un grupo de guerrilleras renunciaban a discutir las opciones en el menú de cualquier restaurant para buscar la manera de fundir cemento con la arena y el agua, esa mezcla que permite levantar paredes. Después de dos horas, se acordó otra reunión previa para el martes 2 de octubre; allí se ultimarían los detalles. En aquella segunda reunión casi todas quedaron de pie. A las 8 am del 6 de octubre la cita era en el Malecón. Cientos en las redes sociales fueron pioneros. El tema #AyudaConUnBloque corrió como sangre por las venas. Ya se habían fundido Amanc, EL EXPRESO, KissFM y Telesur.

El sábado 6 de octubre ya estaban impresas las camisetas, las lonas, montado el escenario y un hormiguero de personas convencidas organizaban lo que encontraron a su paso. Se montaron mamparas, tordos, se abrieron sillas y en las neveras se pusieron algunas botellas de agua a enfriar bajo un sol que muy poco respetó al hielo.

Eran las 9:40 am. Con dificultades para caminar, desorientada, una anciana con un rostro curtido por los años que da la experiencia y con señales claras de que necesitaba ayuda, se acercó a las uniformadas, y mientras alguna en la esquina metió la mano en su cartera para ofrecerle ayuda, aquella diosa del tiempo alcanzó a decir: “Es lo que gasto en mi desayuno, no es mucho pero vine a ayudar.” Fueron los primeros 8 bloques que fueron contados.

Palabras de ánimo, abrazos, cada quién en su lugar, y respetando lo acordado a las 10 de la mañana oficialmente se empezaba a construir el milagro. De un lado empresas constructoras, en medio, conductores de Telesur y Kiss FM, y del otro, unos 20 niños desafortunadamente enfermos de cáncer acompañados con sus familias eran testigos de aquel esfuerzo enorme. Algunos tan enfermos que ni su personaje favorito fundado en una botarga les arrancó una sonrisa.

Todos conscientes de que era imposible de lograr sin el apoyo de todos. Nadie pudo hacer más que la voluntad de miles de familias campechanas que ayudaron con su donación a cargar un peso doloroso. El sábado 6 de octubre miles de familias campechanas no dieron una mano, dieron las dos. Todos sabían que ayudar a quién lo necesita no era parte de una obligación, sino una felicidad. El dolor de ver a muchos niños luchando ante su adversidad solo se compensa con el de muchos otros cuando vienen a ayudarlos. Un pueblo generoso y noble sabe que cuando no se ayuda al que padece lo está sentenciando. Los campechanos tenemos que sentirnos orgullosos. Mientras que en cualquier otra parte del país una madre llora a su hijo muerto por una bala perdida, aquí todos ayudaron a que una madre campechana no tenga que llorar al suyo por una encrucijada de la vida.

Campeche es grande. Campeche demostró que sabe cuidar y defender a los suyos. Campeche sabe dar el ejemplo. Campeche sabe que hay causas que están por encima de cargos, partidos, fraccionamientos, residenciales o colonias, de apellidos y de familias. Funcionarios, políticos, senadores, diputados, la presidenta del DIF estatal, medios de comunicación, junto a miles de familias estaban uno detrás del otro, haciendo una fila por la vida y sin que alguna otra cosa los diferenciara. Campeche sabe que no todo, ni debe, ni tiene que venir de quienes gobiernan, las familias de Campeche tenemos que seguir aprendiendo de co-responsabilidad, y sociedad y gobierno debemos encontrar el camino que unifique las causas. Esas que nos harán avanzar y crecer, aquellas que por su valor nos distinga de los demás.

En sólo 7 horas, aquellos primeros ocho bloques se convirtieron en 105 mil 322. No se sabe sí aquella mujer silenciosa que sacrificó su desayuno se enteró, no sabe si se lo comentaron sus vecinos, o lo vio después por televisión, no sabe si aún se enteró, pero si alguno se encuentra a una señora bañada en canas, con mirada cansada, de baja estatura y casi encorvada, a nombre todos, díganle que Campeche pudo.
(El 17 de noviembre se pondrá la Primera Piedra del centro Amanc, orgullo de Campeche).