Francisco López Vargas
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Francisco López Vargas
Analista político, conductor y productor en Telesur, y colaborador de EL EXPRESO desde su fundación. Estudió Comunicación en el Instituto de Ciencias Sociales de Mérida.
@elnegrito_63

¿Nueva? dirigencia

Voces, Viernes 15 marzo, 2013 a las 12:54 am

La semana que termina ha sido prolífica en filtraciones de quienes podrían dirigir los destinos del PRI, ahora que Víctor Salinas Balam dejó el encargo para ser delegado de la Sagarpa y Vania Kelleher Hernández, pasó a ser la secretaria de Turismo. Así, presidente y secretaria general se hicieron a un lado, quizá porque no hay ahora lo suficiente para operar económica y políticamente desde ese partido o porque estaban ansiosos de tener cargos que les permitiera lucir o lucirse o simplemente para tener presupuesto y empujar políticas públicas y hacer curriculum.

La discusión se ha ido ampliando cuando unos dicen que la presidencia recaerá en una mujer. Unos dicen que sería indispensable que hubiese ahora una mujer que presidiese cuando sólo Guadalupe Fonz ha sido dirigente con lo que se dio un doble acierto al menos en lo formal: una mujer y carmelita. Sin embargo, a ella le tocó quizá la mayor derrota electoral en la historia del PRI y también, en lo personal, en la más reciente elección cuando la única diputación local de mayoría que ganó la oposición fue la que ella representaba y que no logró cuajar.

Los demás presidentes, unos y otros, no han aportado gran cosa en su paso por el PRI. De hecho, como jefe formal del priismo, el gobernador Fernando Ortega Bernés ha sido el más innovador en cuanto a la renovación de los cuadros del PRI. Él, en lo personal, ha pugnado por olvidarse de los grupos políticos y siempre habla de generar redes, de tejerlas.

Sin embargo, sea quien sea quien llegue al PRI debe demostrar muchas cosas, dejar en claro si seguirá siendo, como lo ha sido hasta ahora, un partido con dirigencia de jóvenes, pero con actitudes dinosáuricas; si el partido será un interlocutor de las nuevas generaciones o, de plano, seguirá siendo la máxima expresión del conservadurismo y de las cuotas de grupo, del manejo de los ismos del PRI.

Para nadie es secreto que cuando se define a un presidente lo primero que se piensa es a quien representa porque, hay que decirlo, normalmente no representan a la militancia sino a las decisiones, necesidades y órdenes del gobernador en turno. Con Ortega hemos visto que los consejeros priistas tienen nombre y apellido y eso ha sido también gracias a gente joven como Ricardo Grajales que les dio nombre, apellido y los hizo visibles, además de que les ha dado tiempo y atención, mientras la estructura del partido muchas veces se olvida de platicar, de acercarse a ellos.

Otro de los temas que para muchos deben considerarse es si el líder debe ser hombre o mujer, carmelita o campechano –como si no fuera lo mismo, aunque no lo sientan así-, cuando lo realmente importante es tener claro que hay una enorme franja de campechanos que no se sienten ni representados ni atraídos por el PRI, cuando vemos que el PRI no se oxigena, no se pone las pilas para hablar de las cosas que la gente exige, demanda y hasta discutir para encontrar cauces y soluciones frente al poder, a las autoridades estatales y municipales.

En el PRI le han tenido miedo siempre a la crítica, le ha tenido miedo a hacer las cosas que debería estar haciendo como partido: asimilar las críticas al gobierno, usarlas para gestión y para resarcir daños o modificar criterios y ser su principal promotor para explicar los resultados de sus gobiernos. El PRI, hay que decirlo, ya no funciona esa idea torpe de la lucha de clases, por un lado con sus sectores obrero y popular y por el otro con el campesino mientras la élite está en todos y son los auténticos privilegiados, los que cortan el pastel y se quedan con la mejor parte.

En una cena con Luis Donaldo Colosio le escuché decirnos a los comensales que el PRI, como operaba, le estorbaba al presidente Salinas para gobernar México precisamente porque había dejado de ser el interlocutor de grandes sectores de la población y evitaba las grandes reformas y modificaciones del país.

En tiempos en los que se vislumbra que el cambio en la dirigencia priistas puede servir para la renovación de ayuntamientos y gubernaturas del 2015, ¿no sería más sano armar una enorme discusión interna, que refleje lo que la gente ve y piensa para empezar a trabajar en ellos? Eso si el PRI quiere ganar convenciendo o sólo para cambiar de gerente para administrar un presupuesto y seguir privilegiando al status quo y a la oligarquía campechana.

En el PRI deberían desde ya dejar de hablar de nombres, de ismos, de regionalismos y de tantas visiones viejas y desgastadas que no sirven para nada. Hoy, hay que abrir la visión del PRI, y que ese partido defina que causas va a encauzar y cuáles ya son un estorbo, un ancla que impide avanzar.

Ojalá en el PRI haya pronto una dirigencia que rebose ideas, que se canse de caminar el estado, de hablar con todos, de convencer, por-que no puede dejar de verse que la oposición crece cuando menos se espera y con candidatos, muchas veces, absolutamente desconocidos y eso sólo refleja el hartazgo social, el cansancio de una sociedad que no ve opciones de una vida mejor.

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