Raúl Sales Heredia Heredia
Palabras Altisonantes
Raúl Sales Heredia
Tiene formación como contador público y se ha desempeñado en diversos campos que van desde la docencia, hasta la consultoría financiera, pasando en diversos momentos por el periodismo. Actualmente es vicepresidente de la Fundación Avanza.
@RSalesH

Rabietas

Voces, Viernes 6 septiembre, 2013 a las 11:16 am

Tengo el inmenso placer de crecer junto con mi hijo que ahora tiene ya tres años y medio pero, también tengo la inmensa responsabilidad de educarlo y enseñarle cuando debe de exigir lo que el quiere o desee y cuando sus exigencias no son otra cosa mas que rabietas propias de su edad. Tengo que enseñarle que las cosas se ganan, que llevan un proceso y sobre todo, tengo que enseñarle tolerancia a la frustración cuando la respuesta es no. La mejor forma de educar es a través del ejemplo.

El problema es que no siempre lo hacemos, nuestra tolerancia es nula, nuestra intolerancia se potencializa con nuestra verdad absoluta y nuestra terquedad se exacerba hasta el punto de cerrar ojos, oídos y solo abrir la boca.

Tenemos a los maestros del CNTE en contra de la reforma educativa, después de días de marcha, estoy casi seguro que muy pocos conocen la reforma o solo conocen una parte, lo que provoca una distorsión y marchan y gritan y paralizan una ciudad y nadie piensa en los niños salvo como herramienta política de negociación y como una justificación en la pancarta “Maestro luchando, también está enseñando” valdría la pena preguntarle a esos niños que están aprendiendo. No dejemos que la política nos distraiga de lo verdaderamente importante.

Pero la rabieta no es solo del CNTE o el congreso, es endémico de nuestra sociedad y se da en todos los ámbitos, a todos los niveles y en cosas que deberían ser alegría pura. Por ejemplo, ahora que se acerca el carnaval y que ya tenemos soberanos, planeación de eventos, trajes y bailes, también existe la terquedad, el celo, la rabieta.

Por extraño que parezca, una de las academias de danza más prestigiada y reconocida de esta ciudad decidió hacer su obra anual (obligatoria) el mismo día que el precarnavalesco y aunque está en todo su derecho, también debería tomar en cuenta la importancia de la tradición de la ciudad en la que se encuentran y si eso no fuera suficiente, deberían escuchar a las mamás que son las que pagan los cursos sobre lo difícil que será para ellas el que sus hijos atiendan ambos compromisos, pero si aún con eso no lo consideraran, deberían de pensar en el desgaste físico de niños entre 8 y 14 años que deben de cumplir con el colegio, sus tareas, su familia, con su academia de danza y con sus compromisos con el carnaval. Se me hace tan extraño que lo hagan, pues ellos mejor que nadie, conocen las exigencias de un baile de carnaval y no quiero pensar que este año lo hacen porque ahora no fueron requeridos para producción y coreografía.

Parece que nosotros los adultos olvidamos que nuestros niños nos ven como sus ejemplos a seguir, se nos olvida que somos su primera fuente de información, de valores, que somos su seguridad, su refugio, sus superhéroes y que es responsabilidad nuestra formar seres humanos de bien.

Como pedirle a un niño que sea generoso si nosotros somos mezquinos; como pedir que sean tolerantes si nos entercamos en esgrimir nuestra verdad como la verdad absoluta y nunca nos damos la oportunidad de escuchar o de entender la versión de los demás; como pedirles paciencia si explotamos a la primera provocación e insultamos y gritamos frente a ellos; como queremos que nuestros niños sean incluyentes si somos los primeros en apartar a los que no piensan como nosotros. Como esperamos que nuestros niños dejen de hacer rabietas si las nuestras son peores que las suyas.

Somos su ejemplo, son nuestra responsabilidad y son la esperanza de cambiar nuestro país.