Ricardo Rodríguez Dives
Estrategia y Desarrollo
Ricardo Rodríguez Dives
Contador público egresado del ITESM, con estudios en Dirección Hotelera en Cornell University y Finanzas en UC Berkeley; consultor en Turismo y Competitividad Económica; conferencista en foros de México, EUA, Canadá, Centroamérica y Europa; miembro fundador de organizaciones relacionadas al turismo, la cultura y los negocios; ex secretario de Turismo de Campeche
@rrdives

Privados de iniciativa

Voces, Jueves 22 mayo, 2014 a las 10:19 am

La base que sostiene una economía está ligada al desarrollo de unidades económicas que permitan la producción e intercambio de bienes y servicios, la creación de empleo y generación de riqueza que debe transformarse en bienestar para la población local. Es fundamental que exista ingreso de divisas porque que son flujos monetarios que oxigenan la dinámica de las actividades económicas y permiten exista crecimiento. Dentro de este entorno, el gobierno debe fungir como regulador y establecer el clima de negocios adecuado para que exista una buena dinámica económica, así también, fomente la inversión, procure ser facilitador y no controlador de la economía.

Cuando la injerencia del gobierno es mayor, se pierde el equilibrio que permite a la economía desarrollarse y cae en el paternalismo que inhibe el crecimiento. Así, el gobierno domina todas las áreas donde se desarrollan las actividades económicas y los particulares generan una dependencia importante del mismo, el gobierno se convierte en el principal empleador y mayor consumidor de bienes y servicios.

¿Les suena conocido lo anterior? Precisamente este es el caso de Campeche, donde la economía tiene una alta dependencia del gobierno, el cual ha crecido desmesuradamente y el sector privado se ha vuelto pequeño. Los empleados de gobierno son cada día más y las oportunidades de empleo en el sector privado muy reducidas además de poco remuneradas. La mayor parte de las empresas dependen directamente de las finanzas estatales, las que no, son contratistas o proveedores de las primeras, lo que las enlaza; el empleo que generan todas ellas depende de que existan recursos para cubrir salarios lo que los conecta también en la cadena de dependencia de los recursos del gobierno; los demás empleos están en la burocracia. La economía informal depende de que todos los anteriores cuenten con recursos para poder subsistir, por lo que incluso, hasta el autoempleo, sea formal o informal, depende de la misma fuente de recursos. Ya ni hablar de los programas sociales que subsidian a la población más vulnerable de la entidad.

¿Qué sucede si esta fuente de recursos financieros disminuye? ¿Qué pasa si se cierra la llave? ¿Cómo afectaría un recorte de burócratas?

Definitivamente cualquiera de estos eventos podría ocasionar un colapso de nuestra economía local. Es por ello que resentimos cuando disminuyen los recursos financieros que maneja el gobierno, lo que hace disminuir el poder adquisitivo y nuestra entidad sufre de parálisis que afecta de diversas maneras a la población.

 ¿Pero por qué estamos así? ¿Es factible revertir esta situación?

Campeche durante muchas décadas ha dependido casi exclusivamente de una sola actividad económica no obstante de contar con elementos suficientes para ser competitivos en más de un sector. Al principio la explotación de sus recursos naturales, la sal, palo de tinte, las maderas preciosas, el camarón y el petróleo. Sin embargo durante todas estas épocas de explotación de actividades primarias nunca ha existido una reconversión industrial que dé sostenibilidad a la economía campechana y esto implique la generación de cadenas de valor para desarrollar actividades económicas colaterales. En pocas palabras, todo este tiempo “hemos puesto todos los huevos en la misma cartera” y cada vez que se ha caído una actividad quebramos una y otra vez nuestra economía.

Es por ello que se hizo tan interesante y a la vez cómodo para los habitantes de nuestra entidad dejar de producir, no arriesgar e integrarse a la dinámica que ha ofrecido el crecimiento de la actividad gubernamental que por sus características ha sido la única fuente segura de recursos. Así la población se ha politizado hasta crear un sistema que ha absorbido generación tras generación el talento de las escuelas y universidades, así como la mano de obra de varias actividades económicas.

La clase emprendedora principalmente formada por comerciantes o prestadores de servicios retrocedió en su oferta de productos a las cadenas de valor que formaban las actividades primarias y se formaron para engrosar la lista de proveedores de gobierno, a la vez de ser los puntos de venta y consumo para la creciente burocracia. Ahora esas empresas se han visto todavía más reducidas por la globalización y entrada de comercios y franquicias de alta competencia.

Quizá el único sector que le favoreció de manera inmediata el crecimiento del aparato de gobierno y por ende sus recursos presupuestales, fue la industria de la construcción. Lamentablemente a pesar de que ha generado riqueza no ha tenido la fuerza suficiente para transformar la economía y generar más opciones de desarrollo.

La mayor parte de las actividades económicas de transformación, generación de valor agregado y exportación han tenido una vida efímera por la carencia de infraestructura económica sólida, políticas públicas encaminadas al desarrollo y fomento. Sin embargo han dejado experiencias y alternativas importantes de explorar en los nuevos tiempos y acorde a la globalidad económica.

No es posible que el gobierno retroceda de golpe en su papel controlador de la economía campechana, es necesario que su desincorporación sea gradual, bien planificada y con estrategias de largo plazo. Primero fomentando actividades económicas acordes a las vocaciones y capacidades de la entidad para desarrollar los productos que demandan los mercados nacionales e internacionales y que sean adaptables a los entornos cambiantes para ser competitivas. Segundo, generando el marco legal que articule y dé seguridad a la atracción de inversiones estratégicas y estimule el asociacionismo. Y tercero, quizá lo más importante, preparar a las nuevas generaciones acorde a las necesidades del desarrollo inculcándoles la cultura emprendedora de que carecemos.

Esta tarea no es exclusiva del gobierno, precisamente ese ha sido nuestro principal problema; como ciudadanos debemos generar propuestas que aporten al desarrollo de nuestra entidad. Nuestros empresarios deben ser verdaderos emprendedores y la iniciativa privada… ¡No debe estar privada de iniciativa!