Editorial
Columna Invitada
Álvaro Abreu Bolio

Prólogo del presente. (4) Palimpsestos del tiempo.

Voces, Miércoles 20 agosto, 2014 a las 11:23 am

Caminar por un parque, conversar con un amigo, entrar a un edificio es imposible sin encontrarse con un instrumento de tiempo. Camino y una campana me habla del tiempo, una persona mira su reloj…: el tiempo es visible en todas partes. Los años se dividen en meses, los meses en días, los días en horas, las horas en minutos y los minutos…y así funciona esta perfecta  sucesión que denominamos tiempo.

Su regularidad es tan precisa y siempre a la misma velocidad que resulta exquisita. El tiempo es un gobernante infinito, absoluto. ¿Sabrán esto los políticos? A veces pienso que es al revés: son instrumentos del tiempo y no lo saben. Sus movimientos son tan mecánicos y obvios que parecen inspirados por la perfección del tiempo.

Los creyentes en alguna fe religiosa ven en esta perfección la evidencia de dios. Nada puede crearse sin un creador. Todos los absolutos son parte de Un Absoluto. Y donde sea que haya absolutos, está el tiempo también. Por eso la Ética pone al tiempo en el centro del tema: el tiempo es la referencia que juzga las acciones, la claridad para entender el bien o el mal o, para decirlo en términos políticamente actuales: lo correcto de lo incorrecto. ¿Entenderán de esto los políticos?

Escucho en un camión de pasaje urbano la plática entre dos amigas. Una de ellas ha perdido su trabajo después de 15 años, según entendí, de llevar los registros contables de una empresa. Ella es el sostén de su familia. Tiene una hija en edad escolar y un esposo que se la pasa en nada, buscando trabajo… Y ahora ella despedida de su empleo. “Llegó hoy en la mañana el gordo administrador y me dijo dejar el escritorio ordenado y limpio porque hoy era mi último día.” Observé que la amiga sólo escuchaba y la miraba con cierta compasión. Se despidieron y quedaron en verse al día siguiente. Por primera vez vi sonreír a la desempleada y decirle sí a su compañera. La imaginé y pensé: el tiempo también consuela y en un mundo donde el tiempo es absoluto, consuela absolutamente. ¿Sabrán de esto los encuestadores del empleo?

Mientras los movimientos de las sociedades son impredecibles, los del tiempo no. Estos son predecibles. La gente duda. El tiempo no tiene dudas. El tiempo sigue adelante y no mira hacia atrás. Todos creemos que en algún lugar está registrado el momento en que nacimos, el momento en que la desempleada dio su primer paso cuando niña, el momento en que fue despedida de su empleo. El momento que le dijo adiós a su amiga…, y creemos que es suficiente.

Consideremos un mundo donde causa y efecto sean erráticos. En ocasiones, la primera antecede al segundo y, en ocasiones, el segundo a la primera. Quizá la causa yace en el pasado y el efecto en el futuro, pero futuro y pasado están entrelazados. Pero este mundo es no causal. Los científicos, como se les llama a los filósofos de ahora, están indefensos. Sus predicciones, se convierten en post-dicciones. Sus fórmulas se vuelven justificaciones, su lógica, ilógica. Son como jugadores que no pueden para de apostar. No es porque sean bufones, sino porque son racionales en un cosmos irracional, o tal vez no es que el cosmos sea irracional, sino ellos sean los racionales. ¿Quién puede decir qué en un mundo no causal?

Jacques Monod encontró una manera de decirlo: “El azar y la necesidad”. Pero es un tema que, por el momento, dejo pendiente.

La mayoría aprende como vivir el momento. Su argumento es que si el pasado tiene un efecto incierto en el presente, no hay necesidad de tomarlo en cuenta. Y si el presente tiene poco efecto en el futuro, las acciones actuales no tendrán peso por sus consecuencias. En esto muchos políticos se ponen de pie y aplauden. También otros que creen que la vida es a partir de la decisión que tomaron y no del compromiso que asumieron en la decisión. Pero cada acto es como una isla de tiempo y será juzgado por sí mismo. Sólo puedo añadir que la mirada no tiene tiempo, ni pasado ni futuro: es inmediata, presente.