Ricardo Rodríguez Dives
Estrategia y Desarrollo
Ricardo Rodríguez Dives
Contador público egresado del ITESM, con estudios en Dirección Hotelera en Cornell University y Finanzas en UC Berkeley; consultor en Turismo y Competitividad Económica; conferencista en foros de México, EUA, Canadá, Centroamérica y Europa; miembro fundador de organizaciones relacionadas al turismo, la cultura y los negocios; ex secretario de Turismo de Campeche
@rrdives

Los Riesgos del Crecimiento

Voces, Jueves 16 octubre, 2014 a las 2:44 pm

Pensar que todo lo resolveremos de manera aislada y que contamos con la fórmula mágica para desarrollarnos sin que nada obstaculice nuestro camino sería tan aventurado como determinar valores absolutos a variables que constantemente se mueven conforme el comportamiento de entes externos o implicaciones globales.

México transita por un camino privilegiado en términos del ordenamiento que ha logrado hasta el momento y por el panorama que resuelve su riqueza natural y las características de competencia mundial que son un sólido andamiaje. Sin embargo, estamos expuestos al golpe de la globalidad y si esto no fuera poco, tenemos añejos problemas internos que nos agobian de manera lesiva y que no es para nada sencillo resolver en un corto plazo como lo son: la inseguridad, desigualdad social, marginación y corrupción, todos ellos generan una descomposición social muy dispersa y que impacta a todas las esferas, segmentos, extractos sociales y unidades económicas de la nación.

La crudeza de la problemática interna la estamos viviendo de manera álgida en los últimos años pero la observamos de manera más detenida en tiempos recientes ante la esperanza de que todo se resuelva con una “varita mágica” por el actual gobierno federal que, a la par de encabezar las grandes reformas estructurales que requería el país, genera de manera institucional nuevas estrategias para resolver los conflictos y estallidos que cada día aparecen por la geografía nacional, quizá muy focalizados en las regiones con mayor grado de marginación o que han caído en un circulo vicioso que las contamino a lo largo de muchos años. Las raíces de la descomposición social son extensas y han crecido, se separan de manera alarmante de soluciones parciales, quizá es mucho el tiempo que hay que recuperar, pero sobretodo, y tal cual se está reaccionando, son tiempos de atender lo inmediato para “apagar los fuegos” al mismo tiempo de fortalecer las bases de la sociedad, la familia e instituciones y terminar con las condiciones de desigualdad y marginación. Papel fundamental de la reforma educativa y las acciones para reducir la brecha tan grande existente entre la robusta macroeconomía y una microeconomía endeble, trabajo estructural que la economía está recibiendo a fin de hacerla más distributiva.

La participación ciudadana es fundamental y no es factible ya que todo el peso de la problemática social sea absorbido tan solo por el sector público, cuando mucha de esta ambigüedad la hemos generado por la desintegración de nuestra unidad fundamental que es el pilar de toda sociedad: la familia. Todos tenemos un papel en el cual podemos tomar parte y del cual podemos aportar para dar solución.  Existen buenas prácticas en otras naciones en las cuales están viviendo situaciones similares a la nuestra o incluso más extremas ya que no tienen la fortaleza en lo económico como México, pero en esos países la sociedad organizada, fundaciones privadas y las empresas están haciendo aportaciones importantes al mejoramiento de las condiciones sociales, beneficio a las comunidades y la miseria urbana, a través de programas de integración social, educación, capacitación, concientización ciudadana, empleo solidario, trabajando a futuro y pensando en las nuevas generaciones.

Dicen que las crisis sociales o económicas no las viven igual los pobres que los ricos, cuando la realidad nos dice que no se puede estar seguro de que un producto de esa descomposición social pueda tropezar con nosotros o nuestros seres queridos y cambie radicalmente nuestra percepción del problema. No es posible que México cuente con un gran número de personajes dentro de la lista de los hombres y mujeres más ricos del orbe y que sus principales fuentes de divisas las obtengan precisamente del país que niegan apoyar o que sus aportaciones al bienestar del mismo son tan marginales que no representan en su conjunto ni siquiera un punto porcentual del Producto Interno Bruto (PIB), mientras el monto total de sus fortunas pueden desestabilizar por completo la economía del mismo. En esto también existen ejemplos de otros millonarios del mundo cuyos capitales aportan a los Países Menos Adelantados (PMA) del planeta y dan soluciones para erradicar la pobreza a escala global. Haciendo la observación que no están esperando hacerlo a cambio de exenciones fiscales que les lleven a multiplicar sus ingresos aún más.

Algo está pasando con México y es de observar. Fuera de nuestras fronteras estamos llamando la atención y no solamente por nuestras noticias alarmantes de inseguridad, sino también en grandes foros se debate a conciencia el nuevo modelo de desarrollo que se está implementando. Quizá los mexicanos desde aquí adentro nos es muy difícil percibirlo, pero no somos solamente el codiciado tesoro de las nuevas inversiones internacionales, somos también el punto de referencia de países que buscan soluciones a crisis más extremas que las nuestras y de las cuales a pesar de la inestabilidad mundial que ha persistido en estos años, hemos salido adelante.

Los factores externos que darán dolores de cabeza a nuestra economía nacional son los que los expertos están solucionando, y sinceramente considero no lo están haciendo nada mal. Ya subsistimos a varias crisis que desestabilizaron países que comúnmente nosotros tomábamos como referencia de desarrollo y México se ha mantenido. Quizá nuestra memoria colectiva es de tan corto plazo que olvidamos las crisis económicas recurrentes de las décadas de los 70, 80 y 90. Se imaginan que además de la situación social que viven algunas regiones de México, tuvieran que lidiar con alta inflación, altas tasas de desempleo y escases de productos básicos.

Nuestro grado de confianza esta mermado por malas experiencias, pero también se ha hecho exponencial por tanto ruido. “El fuego no se combate con gasolina”, no son tiempos sencillos, sin embargo despejemos el humo y veamos más allá.

Vivimos tiempos difíciles, habrán muchas complejidades que se sumen los siguientes meses, pero no debemos perder de vista que actuar con escepticismo no nos soluciona nada, quizá no confiamos en todo lo que el gobierno ha realizado porque no lo hemos terminado de entender, también, veamos en que parte nos corresponde participar y aprovechemos que herramientas existen para hacer lo que nos corresponde.

Si aun tenemos tiempo de discutirlo sentados, quiere decir que todavía estamos a tiempo de trabajarlo de pie y actuar. Es momento de ser proactivos y ejercer el rol que nos implica este crecimiento y demos su justo valor al riesgo que esto implique.