Juan Pablo Delgado Berman

Algunas personas trabajan toda su vida para lograr un sueño. Si bien no es el caso de Gisela Trejo Espinoza, quien después de graduarse en Artes Culinarias en la Ecole du Chef, en Cancún, regresó a su natal Campeche, e inició un plan que no había pensado hasta dentro de unos años: tener su propio negocio.

Amable y muy sonriente, Gisela recibe a EL EXPRESO en Luna Caramelo, el café restaurante que ahora maneja, ubicado en el barrio de San Román, el cual poco a poco se ha convertido en una opción para el esparcimiento de los campechanos.

“Desde que estaba en la escuela siempre quise poner un restaurante y lo que pasó es que no pensé que fuera tan joven”, comenta Gisela en una tarde calurosa en el corazón del tradicional barrio donde tiene su hogar el Cristo Negro.

A pesar de que era su sueño, Gisela no hubiera imaginado en tener lo que hoy tiene, en menos de un año de haber abierto sus puertas, en octubre de 2011. “Nunca pensé en poner un restaurante, pensé en una pequeña cafetería, algo muy sencillo, unas crepitas, café, postre”, agrega Gisela, quien también tiene una especialidad en pastelería.

Y así fue durante un tiempo, pero por ser chef poco a poco la misma clientela le fue exigiendo un menú de comida más elaborado, teniendo que evolucionar en ese sentido, pero manteniendo el espíritu de cafetería.

La mayor exigencia por parte de los clientes coincidió con un aumento en trabajo para Gisela, quien cada vez tenía que atender más eventos privados para los que fueron solicitados sus servicios como especialistas en la cocina.

“Ya no querían las crepitas, no querían nada más los cuernitos, sino algo más elaborado”, agrega la chef, quien también se desempeña como maestra en el Instituto Campechano y próximamente en el colegio Guadalupe Victoria.

LUCHANDO CONTRA LOS TAMALES Y PANUCHOS

Algo que le ha costado trabajo a esta joven chef en su proyecto, es la asimilación de algunos de sus platos con el paladar campechano, muchas veces acostumbrado en exceso a la comida regional.

“Muchas veces se asustan” y como anécdota, agrega que en una ocasión, un cliente le dijo que le gustaba el sitio y le era agradable, pero que estaría mejor si vendiera panuchos, tamales o caldos.

“Eso me ha costado mucho trabajo, porque una como chef quiere sacar el arte que tiene, la experiencia, las cosas que has visto, y aquí en Campeche no es tan aceptado, es aceptado una vez y a veces ni regresan”, agrega.

Pero el mismo concepto del lugar, de no ser tradicional en lo absoluto, le ha traído también un mercado que está ansioso por nuevos espacios en los cuales convivir y disfrutar de la cultura de los cafés o pequeños restaurantes.

“Me dicen que les gusta que ponemos música diferente, el menú, el lugar”, finaliza Gisela, mientras la tarde cae sobre el barrio de San Román.

San Román, una ‘condesita’

“Yo estoy enamorada de San Román”, responde alegremente y sin titubeos Gisela cuando le pregunto su opinión sobre el desarrollo del tradicional barrio como opción para abrir lugares de esparcimiento.

Después de una serie de circunstancias que hicieron que Gisela abriera Luna Caramelo en San Román, ella ha podido visualizar un desarrollo empresarial en la zona.

“Lo veo más adelante, sobre todo esta Calle 10, como una ‘Condesita’, como en el DF, con lugares pequeños, coquetos” y agrega que debido al ambiente bohemio de San Román, en unos años puede llegar a ser un lugar de gran diversidad de propuestas para pasar un rato.

Para ello, ella haría algunos cambios. “Yo ampliaría la banqueta y pondía mesas, eso sería perfecto, aquí al frente con la vista a la Iglesia y del parque sería súper romántico” y añade que una forma de darle más actividad al parque, sería organizando más festivales. “El lugar se presta”, finaliza.