Agencia AP
NUEVA JERUSALEN, México (AP) — En las montañas del oeste de México bordeadas por sembradíos de caña y maíz se levanta una colina coronada por dos arcos y cuatro torres sobre los que descansa una puerta que da paso a una pequeña comunidad, construida ladrillo a ladrillo por los campesinos durante cuatro décadas, y considerada por sus habitantes como el “arca de salvación”.
Allí sobrevivirán los creyentes católicos cuando llegue el apocalipsis; el juicio final del mundo.
Fundado en 1973, el lugar fue bautizado como Nueva Jerusalén siguiendo las detalladas instrucciones que expresó la Virgen del Rosario y que, según sus habitantes, se le apareció a una campesina iletrada a la que eligió como portavoz de sus mensajes así como a un sacerdote como guía de un pueblo que debe seguir reglas estrictas para salvarse en las horas finales de la humanidad.
Entre las normas de esta comunidad campesina de unas 3.000 personas, enclavada al sureste del estado occidental de Michoacán, se cuentan: la prohibición de ver televisión, escuchar radio o música u organizar bailes estridentes, fumar o beber alcohol.
Nadie puede practicar fútbol o cualquier deporte que utilice una pelota redonda porque, para ellos, su forma asemeja a la del planeta y jugar con ella sería como patear o golpear la tierra. La salvedad es el fútbol americano, conocido aquí como “La Chancla”, porque el balón no es circular.
Las mujeres deben vestir de falda o vestido largo y deben cubrirse con un manto semejante al de la Virgen del Rosario, aunque de distintos colores que se asignan según su pertenencia a los varios grupos en que son divididas, según su edad y religiosidad.
Los hombres, aunque sin un atuendo específico, deben llevar pantalón y camisa larga, cabello corto. Deben portar un rosario y un escapulario en el cuello, además de una cinta de distintos colores que los identifica al grupo al que pertenecen, también según su edad y sus funciones.
En Nueva Jerusalén, tierra que parte de la comunidad considerada “santa”, tampoco se acepta la impartición de una educación laica, que en México es un mandato constitucional.
Pero en no todos piensan lo mismo y siguen las mismas reglas. Por un lado, está un grupo de personas llamadas los “tradicionalistas”, muchos de quienes llegaron al lugar pocos años después de su fundación y que buscan seguir al pie de la letra las reglas divinas.
Por otro lado, se encuentran los “disidentes”, conformado en buena medida por nuevas generaciones de jóvenes que nacieron en Nueva Jerusalén, que consideran excesivas algunas de las normas y a quienes no les es suficiente creer que todas las cosas que pasan en la tierra deban ser interpretadas a partir de designios y señales provenientes del cielo.
El mandato divino de no recibir una educación laica, que es uno de los aspectos que une a México y le da un sentido de nación, ha generado la disputa más reciente entre la propia comunidad y entre ellos y las autoridades estatales luego de que los fieles destruyeran dos escuelas públicas en julio.
Una semana después del inicio del ciclo educativo en el país, los aproximadamente 250 estudiantes que quieren una enseñanza laica no han podido retomar sus clases pese a la promesa de las autoridades del estado de Michoacán de que el lunes estarían estudiando en Nueva Jerusalén.
Los “tradicionalistas” formaron una línea dentro de las puertas frente decenas de policías que se presentaron con los camiones de patrulla y un vehículo blindado, en lo que resultó ser un callejón sin salida de todo el día.
El comandante de la policía federal, Miguel Guerrero, dijo que estaba hablando con “tradicionalistas” y “disidentes” para llegar a algún tipo de acuerdo.
“Simplemente se platicó la situación que están viviendo ellos como comunidad”, dijo Guerrero al término del encuentro.
Ninguna de las partes cedió: los “disidentes” rechazaron un compromiso para recibir las clases en otra ciudad, y los “tradicionalistas” dijeron que no iban a permitir escuelas del gobierno y la entrada de maestros a la comunidad.
Aunque la educación laica es hoy el conflicto más evidente que mantiene divididos a esos dos grupos, el problema de fondo radica en una forma distinta de ver, entender y explicar la vida y el mundo.
El sacerdote Luis María, portavoz del lugar, explica así el origen de la comunidad: “La Nueva Jerusalén nació con la bajada de la madre de Dios del cielo a la tierra, con permiso de Dios todo poderoso por última vez y a formar una nueva arca de salvación y una nueva escritura”.
Para él, las normas impuestas buscan desechar “todos los vicios y malas costumbres”, y vivir en oración y penitencia permanente para lograr la salvación del mundo. Para los “tradicionalistas”, los “disidentes” han traído vicios a la comunidad y atentan contra la paz y tranquilidad del pueblo.
Óscar Montero, joven de 26 años que nació en Nueva Jerusalén luego de que sus padres arribaran al lugar en la década de los 70, es uno de los líderes de los “disidentes” que critica algunas de las reglas impuestas y que quiere una educación no religiosa.
“Yo no nací aquí por fe, nací aquí por el destino”, dijo el joven a The Associated Press al término de una marcha de media centena de niños por calles de Nueva Jerusalén y que portaban pancartas con leyendas que exigían una educación laica.
“Bailar no es malo, fumar sí, tomar en exceso también; pero bailar o divertirse no es malo”, dijo Montero que dice tener en su casa televisión, radio e internet. “Aquí está prohibido el fútbol. Yo veo muy absurdo este tipo de cosas”.
La historia de Nueva Jerusalén se remonta a junio de 1973 cuando dicen que una campesina de 63 años, Gabina Sánchez, escuchó una voz que resultó ser de la Virgen, quien se le apareció días después y le pidió acercarse a un sacerdote que se convertiría en el guía inicial del pueblo: el cura Nabor Cárdenas Mejorada.
El relato dice que la Virgen bajó a la tierra para salvar al mundo de la maldad, incluida a la iglesia Católica, que había abandonado las prácticas tradicionales escritas por Dios.
Al paso de los meses, la imagen de la Virgen quedó plasmada en un lienzo que consiguió la campesina y que se exhibió en una ermita. Alrededor de ese lugar comenzó a edificarse lo que hoy es la Nueva Jerusalén.
A Gabina, dice el relato, la Virgen la llamó “Mamá Salomé”, considerada desde entonces como vidente de la comunidad y a través de quien la divinidad enviaba los mensajes a su pueblo sobre lo que deberían hacer para adorarla, pero también para pedir por la salvación de todo mundo. El guía, fue llamado “Papá Nabor”, un cura que fue excomulgado por la iglesia Católica.
Desde entonces, la Nueva Jerusalén se constituyó en una isla en un país donde la mayoría se considera católica y que convive bajo sus costumbres en medio de la modernidad.
“Es un pequeño estado dentro de un estado”, dijo a la AP Juan Carlos Ruiz Guadalajara, un investigador del Colegio de San Luis que ha estudiado a la comunidad.
Nueva Jerusalén tiene una autoridad civil encargada del orden público y un obispo que mantiene la conducción religiosa, ambos del ala “tradicionalista”.
“Ahí las leyes de México no tienen ninguna significación, se rigen por una especie de catolicismo tradicional, pero eso los confronta muchísimo… con nuevas generaciones de los hijos que estuvieron en Nueva Jerusalén”, dijo Ruiz, que cree que el lugar se creó por razones más terrenales que divinas: el rechazo del sacerdote Nabor a los cambios que comenzaron a introducirse en la iglesia Católica tras el Concilio Vaticano II, como la sustitución del latín en las misas.
“Cuando él inventa todo esto del milagro y logra crear esta comunidad, lo hace a manera de ruptura con todas las reformas que estaban llevándose a cabo en los 70″, dijo.
La autoridad civil y religiosa autorizó a la AP recorrer la Nueva Jerusalén para tomar imágenes y conocer aspectos de su vida, aunque no permitió realizar entrevistas formales bajo el argumento de que durante la semana anterior, luego de enfrentamientos a golpes entre “tradicionalistas” y “disidentes” por la educación, los medios de comunicación no dijeron la verdad de lo que ocurría al interior de la comunidad y sólo los calificaron de “fanáticos”.
La comunidad recibe a quien lo visita con un mensaje de atención instalado en un muro de los arcos que rodean la puerta: “Prohibida la entrada a las mujeres con falda corta o vestido escotado y sin mangas, vestidas con pantalones, pintadas de la cara o de las uñas y la cabeza descubierta. Y a los hombres con cabello largo y vestidos deshonestamente”.
Apenas se atraviesa el umbral, una gran cruz abre paso a una primera capilla desde donde baja la calle principal, bordeada por casas de uno y dos pisos que testifican el paso de hombres con sus rosarios y escapularios colgados al cuello y a las mujeres que, desde la más pequeña hasta la más anciana, atrae los ojos de cualquier visitante por su colorida vestimenta.
Niñas con vestido verde, blusa rosa, delantal morado y un manto blanco que toman a su madre con la cabeza cubierta de lila y vestidos de flores que la cubren hasta sus tobillos.
La vestimenta, especialmente el manto, tiene un significado. Por ejemplo, las menores de 11 años pertenecen al grupo de “Juanitas” y deben cubrir su cabeza con un manto amarillo, mientras que las “Doncellas”, las jóvenes y mujeres solteras de azul rey. Ocho grupos en total que incluyen los tonos beige, verde, lila y guinda.
La calle principal conduce hasta la catedral, un recinto con murallas en blanco y azul que albergan en su interior la razón mística de ser de Nueva Jerusalén: la ermita donde permanece la capilla de la Virgen del Rosario, con una gran imagen suya al centro que la muestra con su hábito café y un manto azul cielo que la cubre de pies a cabeza.
La imagen no deja de mirar fijamente a quien se le ponga enfrente.
A su izquierda, en una de las paredes, está el lienzo en el que dicen se estampó su imagen el 7 de octubre de 1973. Y a su derecha, un féretro de piedra del que sobresale un busto de “Papá Nabor”, dentro del que, dicen, descansan sus restos.
En la catedral hay avisos que recuerdan el tipo de vestimenta a usar y hay señales que advierten que están prohibidas las fotografías y los celulares. Dentro hay otras capillas, incluida una dedicada a la Virgen de Guadalupe (dicen que esa Virgen llegó hasta ese lugar), un convento y el lugar donde residen el actual obispo y sucesor de “Papá Nabor”, conocido como Martín de Tours.
En la actualidad, los mensajes de la Virgen dicen que son transmitidos a través de otra portavoz, conocida como Madre Santa Catalina de Siena, la cuarta vidente que ha tenido Nueva Jerusalén. “Mamá Salomé”, la campesina iletrada que dijo ver la aparición divina, murió en 1981.
Al costado de una de las entradas a la catedral cuelga el reglamento que deben cumplir las personas que quieran vivir. Ahí, se dice, por ejemplo, que por disposición de la Virgen están prohibidos los noviazgos y las parejas que vivan en concubinato.
La vida cotidiana obliga a las personas a ir a una de las misas que se ofician en latín a las cuatro, cinco y siete de la mañana, participar en un rosario a las seis de la tarde y en una actividad conocida como “desagravio”, que implica que los distintos grupos de mujeres y hombres acuden a rezar y cantar alabanzas a la Virgen en una jornada que se mantiene las 24 horas del día.
Y aunque ahí se asumen como católicos, la iglesia aprovechó la confrontación por la educación laica para reiterar que no los reconoce.
“Este grupo, mal llamado ‘radical católico’, nada tiene que ver con los postulados de la iglesia Católica, apostólica y romana; es más, son cismáticos y por lo tanto quedan excluidos de la misma. Si bien utilizan símbolos propios de la Iglesia Católica, reiteramos que nada tienen que ver con ella”, declaró la semana pasada la Conferencia del Episcopado de México.
“¿Qué vale más… el derecho a la educación o el derecho a la vida?”, preguntó Juan Carlos Téllez, identificado como asesor jurídico de la comunidad, en una arenga a los tradicionalistas ofrecida el lunes.
Y advirtió: “El pueblo defenderá sus derechos aún a costa de su propia vida, porque no permitirán que un pueblo formado con mucho sacrificio durante 39 años por la comunidad, por el trabajo de todos los habitantes, sea destruido de la noche a la mañana”.
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