Carta a Enrique Peña Nieto

Presidente electo, Enrique Peña Nieto, faltan apenas 153 días para su toma de protesta, de antemano le deseo que ocurra en calma y tranquilidad, y que una vez más nuestros diputados no nos muestren al mundo atrincherados sobre un atril y colgados de una banda como si se tratara de cualquier pedazo de tela. Llévesela al pecho y cuídela, porque en seis años deberá entregarla.

No soy de los que cree que una sola persona puede cambiar las cosas. Usted, de hecho, se convirtió en el hombre número 70 en el que México de­posite su confianza. Reconozco que el poder es para ejercerlo, pero estamos construyendo una democracia, la misma que le dio el triunfo, consolídela y hágala más fuerte. Como esperamos de usted, usted también esperará cosas de nosotros. Debemos asumir que es responsabilidad de todos, pero deje a todos hacer su parte. No herede la dictadura perfecta y tampoco abra el paso a una democracia imperfecta.

Que México y el mundo le respeten, no que le teman. Deje que toda críti­ca sea bienvenida si llega a tiempo. Hay críticas que respondan a la ofensa, pero otras responderán al juicio. Cuando gobierne tendrá que defender mentiras, aquí o en cualquier otra parte, justificará a sus cercanos y hasta llegará a engañarse a sí mismo. No se sienta culpable por ello, pero al menos intente que no se repita.

Utilice a los medios para educar y defender a México. Como padre de familia sabe que un padre nunca di­ce que lleva comida a su casa, que pagó la luz, el agua, y llevó sus hijos al colegio, no lo dice porque esos son sus deberes. Deje que sus actos y sus obras hablen por sí solas. Un polí­tico que hace las cosas por interés y para que los medios hablen bien de él es astuto, pero nunca será un buen político.

Piense sus estrategias para en­frentar la inseguridad. Ha quedado evidente que lo que se obtiene con violencia solo con violencia se mantiene. Cuando una sociedad consume violencia termina reproduciendo vio­lencia, pero que el camino tampoco sea la complicidad y ceguera.

No legitime su discurso en el pasa­do. Si valida la hipótesis de lo que no hizo en 12 años, automáticamente da importancia a lo que tampoco se hizo en 70. El gobierno y el pueblo entran en decadencia cuando solo viven pa­ra acordarse de dónde vienen. Usted solo tenía 2 años cuando el 68, todos ya crecieron. Darles a sus hijos, lo que les fue arrebatado a ellos.

No negocie con la educación. De­muestre que la buena educación no es un privilegio exclusivo de los que más tienen. Que se eduque no para que el pueblo repita palabras, sino para que el pueblo decida cuál es su palabra. Hay que invertir en educar, reconoz­co que la buena educación es cara, pero es más costosa la ignorancia.

No le voy a sugerir que perdo­ne a quiénes lo ofendieron. Le voy a pedir que los entienda. Siéntase orgulloso de gobernar un país en el que todos pueden hablar, porque si no lo hacen no tardarán en dejar de pensar. Una sociedad es más equi­librada cuando unos defienden lo que saben, otros lo que creen, y otros lo que piensan.

No le ofrezco mi amistad, porque usted será Presidente de México, y yo soy periodista, y amigos periodistas usted ya tiene muchos. Que nada nos una, para que nada nos separe.

Que este grande y noble país esté primero.

Vladimir de la Torre Morin