EL PRESIDENTE. Felipe Calderón se rindió ante sus propios errores. Un discurso bélico y armamentista fue el eje central de su palabra. Un gran avance en infraestructura pasó desapercibido durante un sexenio que invirtió en casi todo. Una fallida estrategia de comunicación le hizo ver al mundo que aquí nos matamos unos a otros, y no fue capaz de exportar la idea de que la violencia solo está centrada en determinadas zonas del país, y que existen otros estados que son de los más seguros del continente. En lo político y económico lo positivo tuvo que llegar hasta la base social y lo negativo necesitó de una mejor explicación. Fue un error que su gabinete no informe, sus secretarios de estado pasaron a segundo término, y nunca marcaron agenda nacional, a nadie le importó lo que dijera un secretario. En su sexenio varios escándalos de corrupción azotaron al país en los estados y ni un solo caso quedó resuelto, Calderón gobernó desde su autoritarismo, su deuda con el PRI por el apoyo que le dio en 2006 lo llevaron a gobernar con ellos y por debajo de ellos. Peor le fue a los priistas con presidentes priistas, peor le fue al PAN con un panista en Los Pinos. Se proclamó demócrata y en el último partido se rindió antes quiénes hicieron lo que quisieron en nombre de la democracia. Su mentor, Carlos Castillo Peraza, le escribió en una carta el 8 de mayo de 1996: “Felipe… tu naturaleza, tu temperamento es ser desconfiado hasta de tu sombra, si te dejas llevar por ése temperamento, entonces no te asustes de no contar ni con tu sombra…y entonces estarás solo”.
EL GOBERNADOR. A dos semanas de su III Informe de actividades, el gobernador Fernando Ortega Bernés re-direcciona su estrategia de gobierno, “Vamos por Nuestro Progreso”. Interpretado positivamente como el soporte de la segunda mitad de su administración. La misma mitad que ya hace pedazos frases como “estamos empezando” y “nos queda mucho tiempo”. A partir del próximo 16 de septiembre la administración de Ortega Bernés tendrá que fotografiar su agenda económica y social. Re-definirla priorizando quiénes serán los actores que lo acompañen. El perfil del gabinete tiene que estar diseñado desde dos condiciones básicas: lealtad y capacidad. La sucesión gubernamental del 2015 no debe ser agenda de ninguno que tenga la responsabilidad de trabajar por el progreso, sea lo que sea que esto signifique. Ortega Bernés necesita que sus colaboradores en la administración pública en esta nueva etapa trabajen para su proyecto y no para ellos mismos. La política ya ha distraído mucho. El gobernador debe socializar y comunicar a
su equipo su visión de lo que quiere para el estado, delegar y juzgar las responsabilidades que asigna y medir el impacto de su trabajo. Ya no es tiempo de formar, es tiempo de los que se formaron puedan dar resultados, y los que tengan que seguir madurando, que estén lejos de la toma de decisiones. Mucho se ha hecho en materia social, buscar un equilibrio económico acompañado con mejorar la infraestructura deberá ser el siguiente reto y para esto, de mucha ayuda será quién no estorbe.
LA ALCALDESA. Desde aquel discurso incendiario que inauguró su entrada al palacio municipal, la alcaldesa Beatriz Sélem le ha costado reponerse. En el camino perdió aliados. Durante más de dos años estuvo recluida en las oficinas del DIF municipal, ajena y distante de la administración pública, porque así lo quisieron quienes tomaban las decisiones. La alcaldesa perdió capacidad de conciliación, perdió el apoyo que se extraña cuando se trabaja con quiénes no forman parte de tu equipo. Doña Beatriz ha sido incomprendida desde su función pública y nadie de su pequeño equipo ha podido explicarla. Escucharla y no entenderla va en un mismo sentido. Su falta de experiencia en la administración pública y la ausencia de un equipo de nivel que sopese sus decisiones la han evidenciado y está expuesta. Sélem Trueba es una mujer sensible y capaz, pero no ha sabido encontrar la manera de administrar estratégicamente y con creatividad ante la asfixia financiera. Concentrada en los grupos del poder al interior de su partido y del propio ayuntamiento perdió un tiempo valioso y cuando lo pasó por alto el municipio estaba desecho. Nadie debería alegrarse de su odisea porque se estaría alegrando de la situación en la que está Campeche. Es preferible quedarse con aquella excelente directora del DIF municipal, sensible, luchona, utópica y soñadora, que lamentablemente se perdió porque le ha costado despertar a tiempo.
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