¡Vaya que ha sido una semana harta de información! La gran crisis del periódico El Universal con su cobertura de la Comisión Nacional Anticorrupción (CNA), que le mereció a consecuencia de la difamación, que la semana pasada renunciaran a sus páginas editoriales José Luis Caballero, Enrique Cárdenas, Edna Jaime, Sergio López Ayllón, Jacqueline Peschard y Pedro Salazar.

Las organizaciones Fundar, GIRE, Oxfam y Alianza por la Salud también renunciaron a sus blogs en la versión digital del diario y anunciantes importantes en El Universal podrían tomar una ruta similar, según denuncia Juan Pardiñas, uno de los involucrados en el caso de la selección que no estuvo parcializada sino apegada a los criterios publicados en su página web desde diciembre.

La sorpresa de la renuncia a El Universal estuvo acompañada de la huelga de La Jornada que no sólo evidenció el desprecio por los trabajadores sino una clara acción de esquiroles que se quedaron dentro del edificio para desestimar así la suspensión de labores y sacaran la edición del día.

Sin embargo, el fin de semana nos traería una perla más de información que se publicaría en el periódico Reforma: Manuel Bartlett Díaz, secretario de Gobernación con Miguel de la Madrid, declaró sin empacho que Carlos Salinas de Gortari no ganó las elecciones de 1988 porque simplemente no hubo cifras que avalaran el triunfo.

Y por si fuera poco, Lino Korrodi, ese ofensivo e insultante coordinador de Amigos de Fox, cuyas tropelías dieron pie a que el órgano electoral les adjudicara una multa multimillonaria al PAN y al Verde por 500 millones de pesos ya que recibieron fondos no reportados para la Alianza por el cambio integraron en el año 2000.

Sobre esos hechos las redes sociales hicieron su agosto: ventilaron que López Obrador es compadre de Carmen Lira, directora de La Jornada, y que ese periódico recibe línea del tabasqueño pero que no cumple acuerdos con sus trabajadores, que violenta las huelgas y que usa sus influencias en el gobierno de la Ciudad de México para dictámenes a su favor.

Del Universal se supo que su falta de rigor informativo podría deberse a una supuesta inclinación por un aspirante al cargo en el consejo de la CNA y que el periódico protege no sólo al secretario de Gobernación, sino que ayuda a otros políticos con aspiraciones. Empero, la realidad es que los hechos de la semana parecieran exhibir a un solo aspirante presidencial:

López Obrador quien aglutina entre sus seguidores lo mismo a Bartlett, que a Marcelo Ebrard, que a Lino Korrodi y sus únicos argumentos son que cualquiera se equivoca, que todos merecen una segunda oportunidad mientras él se prepara para ser candidato de Morena mediante un consenso de aspirantes sin tener que llegar a una encuesta.

Lo que sucede en otros partidos pareciera ser parte de esa necesaria e inevitable carrera por la sucesión presidencial que tiene muy preocupados a los priistas, quienes no quieren “el secuestro” de la decisión de candidato presidencial y se unen para evitar la imposición de la dirigencia.

Para ellos, despreciar a un aspirante no los debilita y poner candados a los aspirantes es sólo parte de las trabas naturales que debe de tener el partido.

Se olvidan que los priistas tradicionales han llevado al PRI a esa posición de tercero en discordia en preferencia electoral nacional. Es como si anulándose a todos pudiera revertirse esa práctica tan añorada por ellos doce años de tener un presidente que practique el dedazo, que designe a su sucesor, que se fortalezca el tapado.

En el PRD y en el PAN los dirigentes están pensando en cómo saltar de la nómina oficial a la nómina burocrática o legislativa sin perderse en el intento: Alejandra Barrales quieres ser jefa de gobierno y Ricardo Anaya candidato presidencial aunque ambos pasen por encima de quienes la militancia o los simpatizantes crean que deberían ser.

Margarita Zavala y Moreno Valle haciendo su lucha y otros panistas como Ruffo Appel o Ernesto Derbez hablan de respetar a la dirigencia y los tiempos del partido sin censurar esa disposición de Anaya de los spots del PAN para auto promoverse. Nadie le ha reclamado al Peje haberlos usado a su favor en el caso de Morena.

Es como si el síndrome de López Obrador les afectara, como si Manuel Bartlett pudiera declararse con calidad moral para encabezar una lucha cívica o como si los priistas no tuvieran demasiados problemas al interior para vetar a uno de los secretarios del gabinete o a un ciudadano ejemplar o respetable.

No, nadie entiende. Ni Manlio Fabio: el tema es no dejar pasar a nadie porque me toca. Eso pensaron en el PRI, que le tocaba rendir cuentas y perdió nueve gubernaturas. ¿Eso no les dijo nada? Coahuila, Estado de México y Nayarit pareciera que no contaron y ellos, todos, siguen jugando a lo mismo: a la desmemoria de los mexicanos.