En este partidocrático país en la que hay más partidos que corrientes ideológicas, donde por la enorme cantidad tienen que ir de comparsa y aún así son felices pues reciben recursos para hacer como que hacen y tomarse la foto mientras transforman en negocio lo que debería ser una plataforma para el ciudadano, es esperanzador que el Partido Revolucionario Institucional abra sus candados de participación, algo que si bien puede obedecer a la intención de designar a un candidato que no cubriera los requisitos, es algo que desde mi punto de vista debieron realizar hace dos décadas por lo menos.

El PRI es un partido grande, podría decirse que el más importante en nuestra historia y, no obstante, es el más vilipendiado, en parte por ser el que más tiempo gobernó pero también por los escándalos de corrupción, enriquecimiento ilícito y por algunos de sus militantes que se creen bajados del cielo para decirnos que vivimos en el error mientras ellos se dedican a una vida de lujo dentro de una burbuja creada por decenas de aduladores. Abrir los candados le da la posibilidad de que el PRI considere a un candidato ciudadano como su estandarte de batalla, pero también le da una bofetada a las decenas de miles de militantes que han buscado figurar y que por una razón u otra (o por amiguisimo y compadrazgo) pierden su oportunidad ante otros menos perseverantes en la línea temporal.

Esto, no obstante, le pone presión a los partidos opositores, pues ahora el PRI puede coloquialmente hablando “bajarle” a los candidatos seleccionados dentro de la ciudadanía, es decir, el PRI podría nominar al jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Mancera, pues no es militante del PRD (no sucederá pero ya no hay impedimento) o a Jaime Rodríguez Calderón, gobernador de Nuevo León, mejor conocido como El Bronco (tampoco sucederá, pero podría) o quizá a ese luchador social que tantos dolores de cabeza da y que ahora se le puede apaciguar diciéndole que como diputado podrá mejorar las condiciones por las que lucha y ¡zas! es engullido por el sistema.

Recuerdan al PRI llamando “traidores” a los que se fueron a otros partidos, ahora sus mismas bases los podrían llamar así por incluir a una persona que no tenga “pertenencia” partidista, pero ese no es el punto, el punto es que la apertura del partido más blindado puede regresarle la decisión al ciudadano y con eso transitar de la partidocracia a una verdadera democracia, aunque falta una enorme, gigantesca, abrumadora distancia que recorrer.

Primero fueron las candidaturas independientes que si bien juegan en desventaja ante las estructuras partidistas, le dieron opción al ciudadano que ve con desconfianza a los partidos, ahora, los mismos partidos se abren al ciudadano y ahí hay una cuestión interesante pues la ciudadanía no es solo una etiqueta, es todo una inclusión participativa dentro de la vida política y social (aunque no fuera partidista). En otras palabras, debemos de trabajar en nuestra ciudadanía antes que cualquier otra cosa y si bien, antes el mismo sistema lo limitaba, ahora acaban de abrir la caja de Pandora (recuerden que al final de todos los males que surgen de la caja, queda la esperanza).

El PRI suele ser bastante ordenado y respetuoso de sus decisiones, se “cuadran” ante la dirigencia pero, en esta ocasión, al menos la mitad tiene un amargo sabor de boca, Manlio Fabio Beltrones figura fuerte del PRI en algún momento dijo que abrir los candados dejaría al PRI como taxi del que quisiera subirse, y si bien la figura del ex dirigente del PRI es visible, me pregunto qué opinarán aquellos que no son visibles pero que llevan años dentro de un partido que no siempre los ha tomado en cuenta.

En mi opinión, se debía hacer no por la supervivencia de unos y otros sino porque los partidos políticos no están cumpliendo su función de ser puente entre sociedad y gobierno, en aglutinante de ideas, en los primeros receptores de las necesidades de la gente y los precursores de la solución.

Quizá la decisión de estos días en Campeche fuera pensando en la elección del 2018 (quizá porque no tengo la certeza) pero, esta decisión trascendental moverá mucho ese sistema que es obsoleto desde hace mucho y tal vez, solo tal vez, la ciudadanía recuerde que aquellos en el gobierno están para servirlos y no viceversa.

El futuro no está escrito, pero ahora aquellos que llevamos años confiando (y votando) por las personas designadas antes que los partidos postulantes podemos tener la esperanza que su universo de designación se amplíe para escoger a las mejores personas que sirvan a su pueblo y que “prometan ser siempre fieles los principios de libertad y justicia que hacen de nuestra patria, la nación independiente, humana y generosa a la que entregamos nuestra existencia”. (juramento a la bandera).