Variedad. Hacia la segunda mitad del siglo XX era posible encontrar toda clase de productos tanto en las boticas como en otro tipo de negocios. En la imagen un local donde se instaló una de las más famosas.

Variedad. Hacia la segunda mitad del siglo XX era posible encontrar toda clase de productos tanto en las boticas como en otro tipo de negocios. En la imagen un local donde se instaló una de las más famosas.

ÓSCAR DAVID SÁNCHEZ KU
OFICINA DEL CRONISTA DE LA CIUDAD

SEGUNDA PARTE

Otro de los documentos que nos permiten conocer un poco más sobre el actuar de los boticarios en la vida de la ciudad capital de nuestro estado, es el “Reglamento del Hospital General de la ciudad de Campeche”, elaborado en 1881. En él existe como punto de referencia que el encargado de la botica del hospital debería tener un diploma legal que lo avalara como boticario, además de haber sido nombrado  por  el H. Ayuntamiento de la ciudad luego de haber sido recomendado por el director del nosocomio mismo.

El boticario encargado del hospital general se vería obligado a vivir en él, con el derecho de ausentarse dos horas por las mañanas y otras dos por las tardes. El boticario, además, se haría responsable de llevar un inventario de utensilios y medicamentos existentes y faltantes en la botica del hospital, así como de despachar de manera adecuada las recetas prescritas por el médico.

El siglo XIX fue testigo del desarrollo de las boticas en Campeche, en especial de una que con tanto cariño recuerdan los campechanos.

1-47. San Juan de Dios y Hospital “Manuel Campos”. Campeche boticas

Ubicada en los cruces de la Calle 55 con 10, se encontraba la ‘Farmacia Lanz’, que podría ser considerada como una farmacia más, pero es innegable que su dueño la hizo única.

Manuel A. Lanz Rodríguez de la Gala, graduado en Química y Farmacia en 1876, amante de la Historia y colaborador en publicaciones al servicio de la misma, fue dueño de la farmacia que llevaba al frente su apellido, en la cual, según el escritor Juan de Dios Pérez Galaz, “se reunía tarde a tarde lo más granado de la intelectualidad campechana que brilló a fines del siglo pasado”. Hoy en día, el local en el que estuvo dicha  farmacia pertenece a  una cadena comercial.

Otros datos que nos permiten conocer los nombres de aquellos hombres que se dedicaban a la noble labor de dar remedio a las enfermedades de los campechanos del siglo XIX, son los que aparecen en  la “Guía de México para comerciantes y turistas”, publicado en Chicago en 1883. Entre las personas que aparecen mencionadas en el trabajo se encuentran Manuel Espínola, Agustín León, Manuel López Oliver, Pedro Reyes y Juan B. Solórzano.

boticas

De igual manera para el año de 1897 se publicó en Washington  el “Directorio Comercial de las repúblicas Americanas” en el cual se hace mención a los “droguistas y farmacéuticos” activos en la capital del Estado, mencionando a Joaquín R. Gala, Marcelo Gómez, Eduardo Lavalle, Francisco Manzanilla, Fernando Manzanilla, Francisco Perera Escobar y Pedro Reyes. Desafortunadamente al igual que la obra mencionada líneas arriba no nos brinda la dirección de los establecimientos.

Hacia el siglo XX aparecieron en la ciudad una serie de boticas establecidas como tal, en las cuales la población campechana podía adquirir remedios más elaborados para combatir  enfermedades, según el “Directorio Domínguez para 1908 de las ciudades de Mérida, Campeche, San Juan Bautista y Veracruz, formado por Carlos Domínguez” para dicho año existían en la ciudad de Campeche 12 boticas y droguerías, distribuidas entre el Centro de la ciudad y los barrios de San Román, Guadalupe y San Francisco. Gracias a este documento es posible saber incluso el nombre del propietario y la ubicación de cada una de las boticas.

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Con el transcurrir de los años, la ciencia farmacéutica evolucionó y mejoró la efectividad de los medicamentos; asimismo, se redujo el costo de los mismos, del mismo modo en que el aumento exponencial en el número de farmacias existentes en la ciudad ha dejado enterradas en las arenas del tiempo a las que un día dieron alivio a un sinnúmero de campechanos: las boticas.

Hoy en día en la ciudad sobrevive la botica San Nicolás, ubicada en avenida Central No. 180-A, fundada por don Ausencio Ernesto Segovia, quien trabajase en la  mencionada “Farmacia Lanz” y del cual hablaremos posteriormente.

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Boticas