Atracción. Cada septiembre, junto al festejo del Cristo Negro, llega la Feria de San Román con sus tradicionales juegos mecánicos que a más de un campechano trae recuerdos de una divertida y peculiar niñez.

Atracción. Cada septiembre, junto al festejo del Cristo Negro, llega la Feria de San Román con sus tradicionales juegos mecánicos que a más de un campechano trae recuerdos de una divertida y peculiar niñez.

REDACCIÓN
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Puede decirse que no hay campechano que no atesore en sus memorias más remotas el sabor del suculento algodón de azúcar, las sodas, las marquesitas, los granizados, los churros o la diversión del carrusel y de la rueda de la fortuna, que a más de uno intimidó.

Cada año, en el marco de los festejos al Cristo Negro, Señor de San Román, se encuentra un lugar dónde divertirse y olvidarse de las responsabilidades que acarrea la vida citadina.

Se trata de la tradicional Feria de San Román, cuyo origen se remonta muy cercano al inicio de los mismos festejos en honor al Señor de San Román, pero con el pasar de las centurias adquirió dimensiones diferentes y apenas el siglo pasado se instituyó por medio de un decreto oficial de las autoridades en turno.

Cuenta la tradición que hace ya varios años, cuando llegaban decenas de campechanos al barrio durante las festividades en honor al Señor de San Román, también arribaban los ‘puesteros’ de aguas frescas y comida, que entre otras cosas mitigaban la necesidad de los feligreses que acudían al recinto.

Conforme pasó el tiempo, el número de ellos aumentó considerablemente; de hecho, para 1862 se ofertaban los servicios de los venteros durante el festejo en honor al Patrono, un ejemplo de ello, es el caso de un comerciante de nombre Máximo Rivas, quien para ese mismo año obtuvo de la Comuna el permiso para expender en una casa contigua al templo sanromanero “toda clase de comidas, chocolate, café, té y cuanto más concierne al establecimiento”. (El espíritu público, año VI, 31 de octubre de 1862).

El éxito de las ventas de la Feria llevó a la autoridad a colocar más espacios y rentarlos a los venteros y puesteros. El escritor Manuel Lanz Cárdenas refiere que se ubicaron en el área que ahora ocupa el Paseo de los Héroes, en el mismo barrio de San Román.

De hecho, fue por esta causa que en 1926 se llegó a pensar hasta en demoler el ex convento de San Román por encontrarse en contra del ornato y estética, ya que se encontraba “en un estado ruinoso”.

Único. Desde el siglo pasado, el Parque de San Román albergaba las atracciones que formaban parte de la fiesta al Santo Patrono del popular barrio.

Único. Desde el siglo pasado, el Parque de San Román albergaba las atracciones que formaban parte de la fiesta al Santo Patrono del popular barrio.

El Ayuntamiento entonces pretendía embellecer el lugar y aperturar dos calles laterales “para facilitar el movimiento de la concurrencia que anualmente afluye a dicha plaza en el mes de septiembre con motivo de las fiestas que allí se celebran denominadas Fiestas de San Román”. (Manuel Lanz Cárdenas, Fiesta de San Román, 2008, pag. 148).

Sin embargo, fue hasta 1871 cuando se introdujeron en la Feria los primeros juegos y diversiones mecánicas, entonces comenzó a ser popular el ‘ola’, el carrusel movidas por máquinas de vapor.

Años más tarde, la Feria se convirtió en una celebración multicolor donde se realizaban todo tipo de diversiones, en  este punto Lanz Cárdenas refiere que desde entonces se organizaba la Batalla de las Flores, la Lotería Campechana, funciones de cine y las ruletas y redinas.

El activo comercio que repuntaba en la Feria llevó al mismo Congreso a legislar y darle el título de Feria a la celebración de la fiesta de San Román, misma que se celebraría únicamente en el barrio del mismo nombre y que abarcaría del 13 hasta el 22 de septiembre.

A partir de ese hecho, la autoridad civil empezó a tener ingerencia en los destinos de la fiesta sanromanera que cada septiembre tiene lugar en nuestra ciudad capital.

Ejemplo de ello lo tenemos en 1876 cuando por disposición de la autoridad en turno se canceló el festejo por su propia iniciativa.

PARQUE SAN ROMAN 2004

Pero son las memorias del pasado las que hoy en día nos ayudan a imaginarnos el colorido que representó para los campechanos, una de ellas nos cuenta que “la Feria de San Román se caracterizaba por su virtud excepcionalmente atractiva. De tal manera que cuando se pretendía establecer  çun concepto de muchedumbre, decíase  gráficamente: ¡algo así como la fiesta de San Román! Pero fundamentalmente dos eran también los centros de atracción de la Feria: el carrusel y la Lotería”. (Revista Ah Kim Pech, L. Martínez Alfaro).

El entretenimiento estaba a la orden del día, desde la mañana y hasta la tarde el carrusel y la Lotería eran las principales actividades de la Feria. Cuando a la vista de los más costumbristas, la Lotería comenzó a ser observada como una actividad poco aceptada (en la década de los setentas del siglo pasado) la primera dama  del Estado rescató la Lotería e instaló un toldo contiguo al ex Cine Jardín donde las señoras del barrio acudían a distraerse de sus actividades hogareñas.

Entonces, para evitar nuevamente caer en calificativos negativos, a las mujeres ganadoras se les obsequiaban  trastes y enseres indispensables para la labor del hogar.

Con el pasar de los años las diversiones cambiaron y entonces los ‘futbolitos’ constituyeron la diversión de niños, jóvenes y adultos. ¿Quien de aquella generación de los 80’s y 90’s no se escapó de clases para disfrutar de ese espectáculo?

En la actualidad las cosas son muy distintas a la grandiosa fiesta que acompañaba al Señor de San Román. Ubicada ahora en la zona comercial de ciudad, la Feria abandonó su primera casa  y, aunque para muchos sigue siendo el  principal punto de recreación durante el mes de septiembre, dista mucho de la grandeza de sus orígenes.

FERIA SAN ROMAN