Olvidándose de que ya no es oposición, ni mucho menos candidata, la gobernadora Layda Sansores se encuentra en pleno proselitismo y recorre colonias de la ciudad repartiendo despensas, regalos y boletos para una rifa.
Sin explicar por qué no hay obra pública o cuál es su estrategia contra la creciente inseguridad o el desempleo galopante, Layda aprovechó ayer el festejo del Día de la Madre para estrechar manos, besar mejillas y darse un baño de pueblo.
Esta vez, la “gobernadora viajera” recorrió calles del Fraccionamiento Kalá, Carmelo, Héroe de Nacozari, Ignacio Zaragoza y Camino Real. Hizo lo suyo. Show.
Como si su campaña a la gubernatura no hubiera terminado y en vez de ir a poner en marcha obras y solucionar los problemas de los campechanos, recurre a los apapachos para vender una imagen distinta a la que ella misma ha promovido desde hace ochos meses: la de una gobernadora ausente del estado en que gobierna.
Y fue dadivosa en sus promesas, como lo hiciera en campaña. Prometió mejorar los servicios públicos (aunque eso a ella no le compete) y regularizar sus predios, y todo lo que a los ciudadanos se les ocurrió pedirle.
Redacción.