EL UNIVERSAL
Ha vendido más de 65 mil cajitas de donas con la palabra compuesta “PER…DONA”, se viste de albañil, hecha mezcla, pega blocks, hace la talacha, construye iglesias y obras, imparte talleres a personas que tienen problemas, cuida y da de comer a su madre Marcelina de 70 años de edad, hace deporte todos los días y oficia misa, es el sacerdote Humberto Álvarez, párroco de la Iglesia del “Ojo de Agua”, un padre “fuera de serie”.
Admirado por unos y criticado por otros desde que se difundieron las fotos donde utiliza una pistola de juguete para echar agua bendita a los niños y una casulla, (vestidura especial para la celebración de la misa en la liturgia católica en fiestas solemnes), el cura declara: “Yo estoy convencido de lo que estoy haciendo, solo busco el milagro del perdón para quienes están resentidos y que ya no haya violencia”.
De entrada desmiente tajante versiones de algunos medios que publicaron que utilizaba el arma de juguete para bautizar.
La Casulla, color blanca, que usa tiene estampadas las imágenes de Supermán y Batman, platica a EL UNIVERSAL que hace 6 años se la regaló una mujer cuando estaba en una iglesia de Cuatrociénegas, en la zona centro-desierto de Coahuila.
“No es posible que una foto de estas dé la vuelta al mundo”, cuestiona y explica que este lunes regresó muy tarde a su casa porque andaba en la ciudad de Monterrey a donde fue a visitar a unos enfermos.
Recuerda que fue fotografiado en la misa del domingo y asegura que tiene plena libertad de hacer lo que considere conveniente porque siempre tiene la iglesia llena y a los niños les encanta ir a misa y disfrutan mucho, están felices y alegres cuando dispara el agua bendita con el arma de plástico.
Se la regaló precisamente un menor en San Buenaventura en 2010 cuando no había problemas de violencia e inseguridad tan graves como ahora : “La pistola es parte juego para seguir arrancando sonrisas”, apunta.
Antes la misa era aburrida, ahora es entretenida por eso la iglesia siempre está llena, dice el clérigo que es saltillense, pero hace apenas tres años que regresó a su ciudad natal, en este tiempo vendiendo donas y haciendo diversas actividades.
Ya construyó la Iglesia que lleva el nombre de Juan Pablo II en la colonia Bellavista, que costó 10 millones de pesos, concluyó la primer etapa de la Iglesia de Juan Diego que será de 13 pisos , donde se invierten 4 millones de pesos, empezó la capilla de “La Resurrección” que planean terminar en tres años y requerirá de 22 millones de pesos para terminarla y un proyecto Eco teológico, que es un corazón, ubicado a un costado de la parroquia del “Ojo de Agua”.
Su historia es sumamente interesante, relata que a los 10 años de edad era un niño problema, pero sufrió una desgracia que lo hizo reflexionar, la muerte de su padre y de hermana en un accidente automovilístico y su mamá Marcelina era una mujer conectada con Dios, muy religiosa, y para darle una alegría entró a estudiar al seminario a los 11 años “me enamoré del proyecto y aquí sigo, tengo 14 años de ser sacerdote”.
A pregunta expresa si no fue regañado por el obispo Raúl Vera respondió: “Acabo de colgar (el teléfono), era el obispo quien ya estaba enterado pero no me dijo nada, sólo me pidió hacer eco de lo que está pasando en la mina Pasta de Conchos, de la Región Carbonífera, pues este martes se cumplen 7 años de la explosión de gas donde murieron 65 carboneros, pero sólo dos cuerpos fueron recuperados y 63 quedaron sepultados en el yacimiento de carbón”.
Humberto Álvarez para sus fieles es un sacerdote increíble porque une familias y ayuda a los jóvenes, niños y gente de todas las edades que le piden ayuda espiritual.