Pibipollos chiná_ Hanal Pixan 2014 Web_19

EDGAR ITCHÉ VILLAFAÑA
REDACCIÓN@MULTIMEDIOSCAMPECHE.COM

La elaboración del tradicional “pibipollo”, es una costumbre que poco a poco se ha ido perdiendo con el paso de las generaciones y del tiempo. En la capital del estado son pocas las personas que lo preparan como los hacían sus ancestros mayas.

Tal es el caso de Lucía Caamal Cahuich y su esposo, William Ernesto Huchín González, quienes viven en el poblado de Chiná, ubicado a unos minutos de la ciudad. Este matrimonio aprendió las viejas costumbres de sus antepasados y desde hace cuatro años decidieron dejar su legado a las nuevas generaciones comercializando el suculento platillo.

Lucía Caamal cuenta que desde muy pequeña aprendió como se elabora el pibipollo, pero fue hace 20 años cuando comenzó a cocinarlo sola, el motivo fue  el cumpleaños de su esposo, quien nació un primero de noviembre. “Nosotros hemos aprendido de mi mamá, mi suegra, y su abuela de mi esposo”, recordó.

Aunque cada año después de casarse hacía los pibipollos, fue hasta hace cuatro años cuando tuvieron la idea de comercializarlo para ayudarse en los gastos de la casa y tener un ingreso extra.

Por esa razón comenzaron a vender el tradicional platillo haciendo encargos entre sus vecinos y de ahí sus clientes fueron creciendo hasta ser conocidos en toda la capital.

Lucía cuenta que la elaboración de los pibipollos es de la manera tradicional, como se ha venido haciendo a lo largo de varias generaciones.

“Nosotros ablandamos la masa, acomodamos la carne, no lo hacemos deshebrado, sino con presas, a la masa le echamos x’ pelón, manteca, achiote, tomate, cebolla, chile dulce, la carne puede ser con pollo y puerco, y gallina”, explicó.

Además de los pibipollos, el matrimonio también elabora la tradicional merienda. “Cocemos el x’ pelón, amasamos la masa, echamos el frijol, lo torteamos con mucha manteca y chicharrón”.

Para poder comercializarlos, la pareja decidió venderlos en 250 pesos, los fines de semana, mientras que los otros días en 150 pesos el grande, 120 para cuatro personas y en 50 para dos.

Pibipollos chiná_ Hanal Pixan 2014 Web_24

Los pibipollos que son vendidos durante la semana, se cocinan en asador carbón, mientras que para la fecha de los Fieles Difuntos, se hace de la manera tradicional, enterrados.

El encargado cocinarlos es William Ernesto quien al igual que su esposa desde niño su abuelo, Liborio Huchín Argaez le enseñó la tradición, al ser muy pequeño observaba a su abuelo cuando hacía el hueco para enterrar el tamal.

Al paso de los años cuando ya fue padre de familia, él mismo tuvo que comenzar hacer el hueco para cocinarlos y fue entonces cuando vivió el tedioso trabajo que implicaba elaborarlos, pues desde un día antes se tiene que preparar la leña y se seleccionan las piedras así como las hojas que servirán para cocinar el pibipollo.

Comentó que al ser una labor tediosa, el cocinar los pibipollos de la manara tradicional se ha ido perdiendo con el paso de los años.

“Mucha gente a veces no tiene el tiempo para hacerlo por el trabajo que implica ir a cortar la leña y abrir el hueco  para enterrarlos, prefieren hacerlo y luego  mandarlo a hornear. Aunque les cobran, es más fácil para ellos, aquí te lleva el tiempo de cortar leña, excavar, juntar piedras, cortar la hoja de ‘pixoy’ para taparlo y mucha gente tiene miedo porque llueve y tienen miedo de mojarse”, precisó.

Los esposos coincidieron en que lo importante es  conservar las tradiciones, por  ello, han enseñado a sus tres hijos a elaborar y cocinar un pibipollo de la manera tipíca.

“Es importante continuar con esta tradición porque no se pierde y nuestros hijos lo van viendo y lo van haciendo”, dijo.

En el caso de Lucía Caamal, ella  se ha preocupado porque su hija quien tiene 15 años  aprenda el arte de preparar un Pibipollo, lo cual ha logrado. “Ella hace su Pibipollo solita, pero ella lo hace especial deshebrado, le echa lo que lleva y así se lo come”.

Al igual que su padre, los dos varones hijos del matrimonio, de 24 y 20 años han aprehendido a realizar el hueco para cocinar los pibipollos.

“Ellos ya saben hacer el hueco para enterrarlos, ayudan a  cortar la leña o acomodan la piedra, le tiran la piedra, tapan el  hueco, ellos saben hacerlo, han aprendido”, relató.

El negocio familiar ha ido creciendo, incluso para la celebración de los Fieles Difuntos, cada año les hacen encargos para llevar pibipollos a la Ciudad de México, al ser especiales los cobran en 400 pesos.

 “Su pibipollo es sin hueso, es pura carne deshebrada, se hace especial, son tres capas, para que se pueda llenar un Pibipollo entero, se le echa una capa de carne, col, otra capa de carne, col de nuevo y otra capa de carne y el col, esos se van a México, en el vuelo de las seis de la mañana”, subrayó.

Lucía Caamal Cahuich de 42 años además de hacer  pibipollos para vender, cocina tamales y realiza la limpieza en predios ajenos.

En tanto que su esposo William Ernesto Huchín González de 51, trabaja como albañil y chatarrero, entre la pareja han  sacado a sus hijos adelante quienes están estudiando para ser profesionistas.

Pero a pesar de que sus hijos logren el éxito profesional y concluyan sus estudios, también podrán preservar la tradición de la elaboración y cocimiento de los pibipollos como lo han hecho sus ancestros mayas.