Se ha considerado que más de un millón de personas en todo el mundo se recuperaron del coronavirus, pero vencer la enfermedad inicial puede ser solo la primera de muchas batallas para aquellos que han sobrevivido.

Algunos pacientes recuperados reportan disnea (dificultad para respirar), fatiga y dolor corporal meses después de haberse infectado por primera vez. Estudios a pequeña escala realizados en Hong Kong y Wuhan, China, muestran que los sobrevivientes se enfrentan a un peor funcionamiento en sus pulmones, corazón e hígado. Y esa puede ser la punta del iceberg.

Ahora se sabe que el coronavirus ataca muchas partes del cuerpo más allá del sistema respiratorio, causando daños desde los globos oculares hasta los dedos de los pies, el intestino hasta los riñones. El sistema inmunitario de los pacientes puede funcionar a toda marcha para combatir la infección, agravando el daño causado.

Si bien los investigadores solo están comenzando a rastrear la salud a largo plazo de los sobrevivientes, las epidemias pasadas causadas por virus similares muestran que las consecuencias pueden durar más de una década. Según un estudio, los sobrevivientes del síndrome respiratorio agudo severo, o SARS, sufrieron infecciones pulmonares, niveles más altos de colesterol y se enfermaron con más frecuencia que otros durante 12 años después de que la epidemia se extendiera por Asia y matara a casi 800 personas.

El SARS infectó a ocho mil personas. Con más de cuatro millones, y más cada día, infectados por el coronavirus, el daño a la salud a largo plazo podría forzar las redes de seguridad social y las infraestructuras de atención médica en los próximos años, así como tener implicaciones para las economías y las empresas.

La perspectiva llevó a Nicholas Hart, el médico británico que trató al primer ministro Boris Johnson, a llamar al virus “la polio de esta generación”, una enfermedad que podría dejar a muchos marcados por sus cicatrices y remodelar la atención médica global.

“El aspecto final de estos problemas crónicos, y la cantidad de pacientes que finalmente los experimentan, tendrá enormes implicaciones para los pacientes, los médicos que los tratan y los sistemas de salud que los rodean”, dijo Kimberly Powers, epidemióloga de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, quien está desarrollando modelos sobre la propagación del virus para informar los esfuerzos de salud pública.

Agencias.