Francisco-López-Vargas7

En un tuit que circula acreditado a la cuenta de Aurora Cobos Toledo, ex diputada y hermana del hoy ex secretario de Salud, dice:

“Anécdota:

Cierto día de la Admón. Pasada un Srio. del gabinete acordaba con FOB en su oficina, cuando abrubtamente entró hecho una furia Roberto Sarmiento mentando pestes y pendejiando al Srio. de Salud, Alfonso Cobos, xq le había pedido 30 millones de pesos de su presupuesto para las elecciones intermedias q estaban en puerta.

Como Alfonso se negó argumentando q él no se prestaba para ello, es por eso q Sarmiento muy encoraginado lo estaba acusando con Purux.

Después de tantas mentadas de madres y de parecerle chiste a Fernando, con la risa que lo caracterizaba le dijo;

COÑO ROBERTO, PIDESELO A MIGUEL Y YA DEJATE DE CHINGADERAS…”

El tuit, transcrito exactamente como se envió, incluidas las faltas de ortografía, la mala redacción y las palabras altisonantes, exhibe lo que nos dicen sucedía en una secretaría durante la pasada administración.

Cierto o falso, el tema merecería una amplia investigación y una definición formal, pero no sólo en Salud sino también en API, donde se habla de un desvío de $800 millones para esas mismas elecciones y que habrían provocado también un disgusto porque la cantidad que fue desviada para los comicios sumó sólo $500 millones y los otros $300, según la justificación, sirvieron para limpiar el rastro del desvío.

Lo serio también tendría que involucrar detectar los demás desvíos porque, el mayor problema, es que el mal ejemplo de 18 años se convirtió en un modus vivendi de más de un secretario y de más de un vendedor de facturas apócrifas o reales hasta con un 30 por ciento de sobre precio para cubrir los faltantes.

Las anécdotas como la anterior, también se vivieron en otro sexenio anterior. Un secretario acudió al gobernador para pedirle apresurara el pago de un compromiso con el SNTE y en particular con la aún poderosísima Elba Esther Gordillo. Ese secretario le recordó a su jefe el compromiso personal del Ejecutivo con la maestra y le narró cómo el secretario de Finanzas de doce años le había negado la entrega de los recursos.

Encolerizado, ese gobernador le marcó a su titular de Finanzas para exigirle, ordenarle –se supone- pagar ese compromiso y atender a la brevedad al secretario encargado de hacerlo.

El colaborador bajó las escaleras del Cuarto Piso, entró en el edificio contiguo para anunciarse con el poderosísimo secretario que con la mayor displicencia aceptó recibirlo.

-Viniste por lo del SNTE, ¿verdad?-, le preguntó.

-Así es-, respondió su supuesto par en el gabinete.

-Pues ni que me lo ordene el gobernador te lo doy, le espetó, seguro de que podía hacer lo que él quisiera.

El secretario salió con las manos vacías, con el rostro desencajado por la grosería y por la innecesaria prepotencia de la respuesta.

El dinero no sabremos si se entregó o no, si era un contrato que favoreciera en algo a la entidad o si era un “apoyo” o un manejo bajo el agua con recursos de los campechanos.

Lo cierto es que un secretario de doce años no podía no ser corrupto al sentirse omnipotente y no pagar ni con la orden del gobernador.

Las anécdotas sobre los excesos del poder pueden seguir eternamente y narrarse, matizarse o simplemente ignorarse, pero la realidad es que sí es refrescante ver que las quejas y denuncias empiezan a servir de algo.

La realidad es que aunque el Dr. Cobos no haya autorizado la salida de los recursos y los hayan dado pasando sobre su autoridad, él debió informarse, hacer algo porque, le gustase o no, el responsable de esa oficina era él.

Miguel Duarte Reyes tenía que obedecer la exigencia de su compadre: a él le debía el cargo, pero también es cierto que negarse a cometer un atropello o una irregularidad pareciera no estar inscrito en el código de conducta de los funcionarios públicos.

Hoy, cuando las cosas empiezan a cobrar las facturas legales de sus acciones, más de uno tratará de encontrar el argumento para tratar de justificar lo injustificable.

¿Quién sigue? No creo que haya alguien que lo sepa a ciencia cierta, lo que sí es que más de uno debe estar comiéndose las uñas porque lo que muchos pensaron sería una bravuconada hoy es un acto de gobierno que todos debemos apoyar.