
Un fin de semana en Quintana Roo basta para conocer lo que mucha gente piensa de lo que ha sucedido en esa entidad en los ultimos 20 años.
La visión de la gente es que Quintana Roo se descompuso con Mario Villanueva y sus sucesores aprovecharon la oportunidad no para hacerlo peor sino para tener más cuidado y no terminar en prisión, como está hasta ahora ese gobernador que aceptó sus tratos y negocios con el narcotráfico.
Sin embargo, en Quintana Roo hay gente que quiere a Mario Villanueva. Ese afecto tiene que ver con la dádiva, con esa vieja práctica política de regalar limosna de lo mucho que roban.
En el Quintana Roo de Roberto Borge todos coinciden: fue el colmo del cinismo y del descaro del latrocinio.
Calificar a esa administración como una colusión de servidores públicos para delinquir obliga a pensar en una asociación delictuosa a la que nadie le está siguiendo la pista porque, hay que decirlo, la torpeza de Javier Duarte ha hecho que a él se le ponga la vista encima ayudado por un PRI que se niega a ver al otro Duarte y a varios más que poco o nada le sirven de reputación al tricolor.
No hay que ir muy lejos para ver lo que sucede en el PRI. Ochoa Reza se esmera en que la atención se centre en Duarte de Ochoa. Nadie dice que ese enfoque tiene que ver con la idea de que abusó de su amistad con el Presidente, de que lo ofendió en lo personal y de que usó su relación personal para hacer y vanagloriarse de esa impunidad, que esa relación parecía otorgarle.
Y mientras todos voltean a ver a Duarte y su pecado de soberbia, nadie se ocupa del latrocinio abrumador de Roberto Borge. En Quintana Roo todos hablan de los excesos, de los dos aviones idénticos que usaba el gobernador: uno para lo oficial, otro para irse a Colombia con mucha frecuencia. Pintados idénticos sólo la matrícula diferenciaba a las aeronaves, pero una sólo se guardaba en Cozumel.
En la que ha sido la rapiña más documentada por la manera como se realizaba y las oficinas del gobierno local que involucraba, Borge no ofendió al Presidente pero sí a cientos de quintanarroenses a los que despojó de sus bienes, a empresarios de al menos tres países a los que afectó en sus inversiones y la distancia ofensiva que terminó de crear entre el norte de Quintana Roo y el sur de esa entidad, a la que despojó no sólo de su importancia política real sino también del desarrollo económico.
Borge, más astuto, ha guardado silencio. Se fue sin dar la cara, pero también sin hacer ruido. Lo mismo César Duarte Jaquez al que se le reclama invertir fondos públicos en la fundación de un banco de su propiedad, entre otras lindezas.
Pero mientras el gobierno de Campeche se esmera en desaparecer al fuero, se inicia una justa pelea en contra de la impunidad, del latrocinio y se exhibe a los corruptos que han abusado de la confianza, en otras entidades la complicidad se sostiene. Por ejemplo, al gobernador de Nuevo León sólo “El Bronco”, con torpeza, trata sin éxito de encarcelar a su antecesor, blindado por la protección de su amigo Enrique Peña Nieto y el PRI, su partido, ni lo menciona como una afrenta a pesar de estar sujeto a proceso por peculado y varios delitos más.
Se entiende que no le hagan el trabajo sucio al Bronco, pero si este llega a imputarlo y a acreditar los delitos, de nuevo el PRI quedará como el encubridor.
Lo de Duarte ya es circo mediático y jugar a la caja china de nueva cuenta y no es que no merezca el escarnio, sino que otro más pareciera refugiarse en ese pretexto para no hacer olas y quedar impunes.
No dejemos de ver que los gobernadores en fuga incluye a Eugenio Hernández y a Tomás Yarrington, los dos con ficha roja de Interpol por su participación en el narcotráfico, y varios más que detallaremos en otra colaboración.
Ojalá el ejemplo de Campeche permee y no se quede sólo en los Estados sino que se eleve a la Constitución y no sirva para reprimir opositores y someterlos, aunque como están hoy todos parecen ser cómplices de unos y otros mientras a cada uno le toque su tajada.
P.D.
Vaya que ha sido celebrado el aniversario de la promulgación del derecho femenino al voto en 1947, pero en el Congreso del Estado la fecha pasó o inadvertida o de poco interés porque el Parlamento Femenil no sesionó y, hasta donde se sabe, no hubo propuesta ni del PRI, ni del PAN o PRD para celebrarlo y sesionar. Pareciera que se les olvida que las mujeres también votan, gracias a esa promulgación que no celebraron.