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El 18 de mayo en Washington hubo una reunión bilateral de trabajo sobre la seguridad en la que participaron el secretario de Relaciones Exteriores de México, Luis Videgaray (1968), el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio (1964), el secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson (1952), que antes fue CEO de la trasnacional ExxonMobil, y el secretario de Seguridad Nacional, John Kelly (1950), general retirado.

Al final de la jornada dieron una conferencia de prensa donde Tillerson dijo que “como estadounidenses tenemos que reconocer que somos el mercado para estas actividades (consumo de droga), pero si no fuera por nosotros, México no tendría este problema”. Y añadió que “como estadounidenses, debemos asumir que este problema, es nuestro” y que la solución requiere de un plan de reducción del consumo en su país.

Kelly en su turno aseguró que “si los estadounidenses entienden que el uso de drogas termina en pérdida de vidas de periodistas en la región, en particular ahora en México, oficiales de policía, soldados, jueces, fiscales, si los estadounidenses que usan drogas entienden, y dejan de hacerlo, se reducirá significativamente el dinero proveniente de las drogas y en consecuencia las ganancias que genera Estados Unidos”.

Después de todo lo que ha dicho el presidente Trump sobre México las declaraciones de estos dos funcionarios no están mal y en algo benefician a nuestro país sobre todo al interior de EEUU. No es la primera vez que altos funcionarios hacen declaraciones semejantes. En los últimos 25 años los ejemplos se repiten. Ahora, medios estadounidenses afirman que, sobre el tema, no existe precedente de un pronunciamiento tan contundente por parte de dos secretarios en un mismo evento.

Estas declaraciones, políticamente correctas, no van en la línea de resolver el problema. Desde los años sesenta, en la Encuesta Nacional de Salud de EEUU, el 46 por ciento de los estadounidenses ha dicho que alguna vez en su vida ha consumido alguna droga. Cambian las modas de las drogas a utilizar, pero no este porcentaje. Es un hecho cultural. No hay nada que indique que en el futuro esto pueda cambiar y en todo caso sería para aumentar.

El paradigma prohibicionista y punitivo que el mundo adoptó, después de 50 años de aplicación, ha mostrado de manera contundente su fracaso. Es el presidente Nixon quien declara la guerra a las drogas y EEUU presiona para que todos los países lo hagan. En los últimos años son cada vez más los ex gobernantes, de distintas regiones del mundo, que reconocen, con otros muchos actores, este fracaso y plantean la necesidad de cambiar el paradigma.

La violencia y la compra de autoridades solo van a disminuir cuando se avance en el proceso de legalización-regulación de todas las drogas comenzando por la mariguana. El problema social del consumo de drogas duras y blandas, del alcohol y del tabaco, que también son drogas, pero legales, siempre ha estado y seguirá estando presentes. Hay que buscar mecanismos que posibiliten, bajo la responsabilidad personal, el consumo, pero sin que esté asociado a la violencia. Se puede. Lo que es un error imperdonable es continuar con el actual paradigma.