Raúl Sales Heredia

Lic. Enrique Peña Nieto

Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos

PRESENTE

Estimado Presidente, usted no me conoce, no tiene por qué hacerlo y, no obstante, usted lleva en su investidura mi voz y mi representación, por lo que me atrevo a escribirle esta carta esperando que la reciba.

Sr. Presidente, México es la suma de todos nosotros, es mucho más grande que nuestra percepción individual y estuvo antes de nuestro nacimiento y continuará después de nuestra muerte y es nuestro deber como ciudadanos nacidos en esta tierra, el hacer lo mejor que podamos para mejorarla y defenderla. Me pueden tachar de “patriotero” o decirme que el “nacionalismo” no es correcto en un mundo globalizado pues hay mucho en juego, quizá tengan razón, quizá mi percepción sea errónea, pero en estos momentos de crisis tenemos la obligación como mexicanos de transformarla en una oportunidad.

Sr. Presidente, el no asistir a una reunión donde el convocante se ha dedicado a denostar y atacar a nuestros compatriotas, es la mejor decisión que pudo tomar, no tiene el más mínimo caso pues la negociación hubiera estado viciada de entrada por una postura intransigente, errática y pensada con el hígado. No asistir a una negociación donde incluso, antes de sentarse en la mesa, recibe exigencias y condiciones unilaterales no es negociación, es una imposición.

Sr. Presidente, si bien nuestra economía depende en un 80% aproximadamente de la de EE.UU., la de ellos, también es dependiente de la nuestra y hemos sido más que buenos vecinos, nuestra relación bilateral ha pasado por momentos gloriosos pero, en su mayoría, por una subyugación de nuestros intereses nacionales a la de ellos.

El muro me es indistinto, que lo construyan o no es muy su problema y muy su país, la exigencia de que lo paguemos eso es lo que provoca que suba mi presión arterial y me pone rojo de ira. Yo sé que su respuesta siempre ha sido, desde que se propuso esta locura, que no lo haremos y los argumentos que esgrime su contraparte del norte es que les mandamos delincuentes y droga. Sr. Presidente, ellos no tendrían droga si no fueran el principal mercado consumidor y para nuestra mala suerte somos el país de acceso, país que debido a ese mercado ha sufrido una lucha violenta y sangrienta por controlar ese ilícito mercado multimillonario, lucha que se agrava más por el contrabando de armas desde el mismo país que nos dice que le enviamos lo “peor”, el lavado de dinero de ese mercado negro se hace principalmente en el país en el que el ahora, su presidente, nos llama delincuentes.

Sr. Presidente, otro argumento que esgrimen para la construcción del muro es el “robo” de empleos por inmigrantes ilegales, si ese fuera el caso, que vayan en contra de “sus empresas” que rompen “su ley” y que aprovechándose de eso, pagan mucho menos que lo que ellos mismos marcaron como salario por hora.

Sr. Presidente si empresas automotrices se van porque las amenazaron, recuerde que la infraestructura la tenemos, la mano de obra la tenemos, el conocimiento lo tenemos, así que quizá sea hora de sentar a empresarios y que funden una empresa automotriz mexicana. Hemos sido la maquila mucho tiempo, quizá sea hora de no ser solo eso sino de usar lo aprendido para convertirnos en productores, maquiladores y distribuidores de nuestras propias marcas, de nuestros propios productos y usted sabe que el TLCAN no es el único, tenemos 14 más.

Sr. Presidente nuestro país es rico en muchas maneras no solo en petróleo, usemos granjas solares, invirtamos en desarrollo de tecnologías limpias, motores eléctricos o de hidrógeno, invirtamos en tecnificación agrícola, en ganadería sustentable, en acuacultura. Sr. Presidente, nuestras montañas son de metales preciosos, somos el primer productor de plata, nosotros podemos controlar los precios.

Sr. Presidente, tenemos que ser congruentes por lo que no podemos pedir buen trato a nuestros paisanos en los EE.UU. mientras maltratamos a nuestros hermanos centroamericanos, yo le propongo que derribemos nuestro “muro” sur y que se realice un convenio de libre tránsito, que homologuemos nuestras leyes con las de latinoamérica y trabajemos de la mano con los que tenemos más coincidencias que diferencias.

Sr. Presidente, en una relación (en este caso bilateral), no puede existir maltrato, y si lo hay, quien lo recibe, lo puede parar por lo que nuevamente le ruego, le suplico, le pido que use su investidura para hacer oír mi voz, nuestra voz y por amor a México siga en ese sentido en el que no debieron condicionar nuestra participación a una negociación donde no existiría tal y si en algún momento decide ir, se pare frente a cualquiera que nos maltrate e insulte y le sonría sabiendo que la violencia es el último recurso para luego darse la media vuelta e irse mientras proclama en voz alta “México los va a extrañar, ustedes se lo pierden, nos gustaría hacer negocios con ustedes pero, mientras no respeten, no se disculpen y no acepten el potencial que tenemos, no hay nada de que
hablar”.

Sr. Presidente, se pueden tener muchas diferencias dentro del país acerca de la relación ciudadanía-gobierno, se pueden decir y hacer muchas cosas y esa es una libertad que se nos permite por ley. Sin embargo, le aseguro que en la decisión de no asistir va el sentir, el apoyo de la enorme mayoría de mexicanos y en algo tiene razón su contraparte estadounidense: una economía mexicana sólida es lo mejor, él lo dijo por Estados Unidos, yo lo digo porque México puede y debe hacerlo y no para que le vaya bien a nuestros vecinos (que si les va bien qué bueno) sino porque es tiempo de no depender de otro país y sí colaborar en igualdad de condiciones.

Sin más por el momento, agradezco su atención.

ATENTAMENTE

1 de los 130’000,000 de mexicanos que usted representa.