Raúl Sales Heredia

Una lluvia y la ciudad se inunda. Inmediatamente salen voces a criticar al megadrenaje; otros, los menos, hablan de la basura que tiramos a las calles que invariablemente por el arrastre pluvial terminan en las alcantarillas poniéndole un tapón de bolsas, botellas, unicel, provocando inundaciones.

Empecemos por algo, el megadrenaje no es para evitar inundaciones sino para lograr que las aguas desalojen a mayor velocidad, cosa que logra aunque, como lo mencioné antes, eso de sacarlo al mar de manera directa se me hace de lo más absurdo pues el arrastre del agua, además de la basura sólida lleva aceites de automóviles, detergentes y otro sin fin de productos que terminan afectando el ecosistema de la bahía (ya de por sí, dañado por nuestro descuido y desidia). En algún momento escribí acerca de un gran contenedor que pudiera ser filtro pero de loco no me bajaron, me dijeron que aparte del costo prohibitivo no era necesario, que siempre había llegado al mar y que no pasaba nada…

Sin embrago, la utilidad (mucha o poca) del megadrenaje, la cantidad de basura (mucha o poca), nos seguimos inundando y encaminamos a los encargados a incordiar a su progenitora pues no nos importa si es el megadrenaje, la basura o el calentamiento global (inexistente según Trump), el caso es que el agua sube y sube y sube y ni siquiera es huracán, es solo una lluvia y si eso pasa con una, que Dios nos agarre confesados cuando nos pegue un huracán.

En esta ciudad hemos cometido errores tremendos, unos por hacerlo y otros por permitirlo. Por ejemplo, el seguir ganándole terreno al mar, seguir rellenando sin saber bien la razón (que por embellecimiento, que por sanidad, que por necesidad, que por…), el caso es que eso de cortar cerros para tirarlos al mar debe de tener alguna utilidad o al menos ser un gran, gran, gran negocio pues seguimos haciéndolo de manera constante.

Entre los cerros que cortamos, el relleno (que por simple lógica rompe la pendiente hacia el mar dejándonos en una cuenca), la disminución de árboles y áreas de absorción pluvial, la falta de planeación en el crecimiento de la ciudad, construcciones en los canales de desagüe naturales y por supuesto, la enorme cantidad de basura (no toda es tirada con mala fe, otra es producto de las bolsas que se sacan para la recoja y que los perros rompen y con la lluvia, bueno, es normal que éstas se desparramen y terminen obstruyendo las coladeras.

¿De quién es la culpa? Pues de todos y de nadie, así de simple. No obstante, podríamos hacer algo, quizá no para evitarlo pero sí para que fuera menor el impacto. La concientización en no tirar basura es urgente, pero también es poner botes de basura en lugares estratégicos, el buscar la manera de evitar que la basura se saque a recoja en bolsas buscando que sea en botes aunque eso significa un desembolso (yo llevo 3 botes, los 3 robados así que opté por hacerlo en bolsas pero se sacan cuando se escucha la campana del camión recolector), se podría buscar la forma de coordinar esfuerzos para que entre Red Ambiental, Ayuntamiento, Gobierno del Estado y algún programa federal se consigan botes de basura a precio preferencial y que cuando se pague el derecho de recoja no se entregue una calcomanía sino un bote con características especiales (así servirían como identificador de que se pagó el servicio y al tener todos el suyo, sería menos probable que se lo llevaran de recuerdo); el reciclaje es otro punto para la basura y aunque no tenemos la costumbre… Tampoco la teníamos con los cinturones de seguridad.

El agua de lluvia no es mala, por el contrario, es necesaria para nuestra vida, para nuestra salud y mucho tiene que ver con la riqueza de nuestro estado, debemos buscar la forma de aprovecharla, pero quizá para que las inundaciones no afecten, quizá si tuviéramos mayor cantidad de áreas verdes en lugar de planchas de concreto, se drenaría más rápido, además de que el calor sería menor pero, como todo siempre hay un pero, el tener áreas verdes requiere un mantenimiento constante y mayor que el de las planchas de concreto o asfalto así que, habría que planear, programar y por qué no, invitar a los usuarios a su conservación y cuidado cada fin de semana acompañados de sus hijos y donde un especialista les daría charlas de cuidado medioambiental…

Pueden decir que mis ideas son absurdas, inútiles o sueños guajiros, y quizá así lo sea, pero mientras leías esto, pensaste en dos o tres más, mejores, útiles y prácticas y ahora hay que hacerlo, pues no es cuestión de culpar sino de actuar, de ayudar y vigilar. Si habrá más rellenos, habrá que planearlos correctamente; si habrá cambio de uso de suelo, habrá que sustentarlo y nuestra tarea inmediata para evitar que se nos señale, será evitar las toneladas de basura que estamos generando.

O vamos todos juntos o nos ahogamos de uno en uno en los torrentes furiosos de las calles de nuestra ciudad.