Las cuentas no cuadran en el Cruz Azul. No es algo nuevo ni desconocido, tal vez la investigación de la Unidad de Inteligencia Financiera lo acrecienta y lo magnifica, pero es la realidad con la que llevan viviendo décadas.

Las cuentas no cuadran con este equipo, porque desde su último campeonato en 1997 han contratado a más de 100 futbolistas, 22 entrenadores y seis directores deportivos (vicepresidentes o como le quieran nombrar), y no pueden ganar un maldito título de Liga.

Hoy, las cuentas no vuelven a checar, pero ahora sí según la investigación de la UIF, sobre todo después de que Alfredo Álvarez, vicepresidente del equipo y hermano de Guillermo, quien es investigado, declaró en contra de este último y señaló que junto con otra persona de la directiva habían inflado el precio de algunos jugadores con Eduardo de la Torre y Ricardo Peláez como directores deportivos, lo que también informó Javier Tejado Dondé en su columna Espectro para El Universal.

Entre las contrataciones que más llaman la atención están las de los jóvenes Misael Domínguez y Antonio Santos Sánchez, quienes por su condición de noveles futbolistas, sin cartel, sin ser titulares de sus exequipo, no se pensaría que valieran más de 500 mil dólares, y eso ya es mucho decir.

Es más, ni siquiera se pensaría en que el equipo debía comprarlos y no solicitar un préstamo, como se hace regularmente cuando se trata de jugadores de esta edad no consolidados en la Primera División.

Pero el Cruz Azul pagó hasta cinco veces más del valor que se calculaba tenían en ese momento. Estos muchachos llegaron al equipo cementero en la gestión de Peláez, jugaron poco y en el caso de Sánchez, fue enviado a equipos del Ascenso para no tenerlo en La Noria.

En otras palabras, estos dos chavos fueron los Churpias Moreno de Peláez en Cruz Azul. Y como ese ejemplo debe haber muchos otros en esta economía del fracaso en la que se convirtió la manera en que lucraron con el hecho de no salir campeones y poner justo eso de pretexto para comprar y comprar jugadores a precios altísimos.

Si esas investigaciones continúan, en algún momento también tendrán que declarar De la Torre y Peláez, y tendrán que comprobar que no es verdad lo que salió a la luz. Y justo cuando se podría pensar que esta supuesta manera de hacer negocios a costillas del equipo no podía tener otro capítulo a investigar, habrá que tomar en consideración lo que hacían con la renta del estadio de la Ciudad de los Deportes o estadio Azul.

El equipo fue inquilino de los Cosío (propietarios del inmueble), de 1996 a 2018, periodo en el que ha trascendido pagaron alrededor de 10 millones de pesos por año futbolístico, lo que representaría alrededor de 588 mil pesos por partido, una cantidad superior a la que debían pagar si se toma en cuenta que el precio de renta por partido es actualmente de 200 mil pesos (sin luz) y de 300 mil pesos (con alumbrado).

Es decir, acá las cuentas tampoco cuadran y esto también puede ser parte toral en la investigación que hoy hace la UIF en contra de Guillermo Álvarez. Lo peor es que este Cruz Azul sigue y puede seguir muchos años sufriendo por los malos manejos dentro y fuera de la cancha, que no solamente lo tienen sin título desde hace 23 años, sino que lo han hecho blanco de toda clase de burlas y desprestigio.

Agencias.