Devoción. Con 449 años de milagros y protección a la ciudad, el Cristo Negro, Señor de San Román, es una de las imágenes sagradas más veneradas de la capital campechana, donde se desborda la tradición y la fe (FOTOS: EL EXPRESO/JOSÉ MANUEL ALCOCER BERNÉS)

Devoción. Con 449 años de milagros y protección a la ciudad, el Cristo Negro, Señor de San Román, es una de las imágenes sagradas más veneradas de la capital campechana, donde se desborda la tradición y la fe (FOTOS: EL EXPRESO/JOSÉ MANUEL ALCOCER BERNÉS)

JOSÉ MANUEL ALCOCER BERNÉS
CRONISTA DE LA CIUDAD

Apenas tenía 25 años de haber sido fundada la villa de San Francisco de Campeche por Francisco de Montejo, el mozo, y aún se recordaba con cierto temor las guerras emprendidas por los mayas por conservar su libertad a pesar de los esfuerzos de los seráficos por convertirlos a la nueva religión que se les estaba imponiendo, cuando negros nubarrones oscurecían los cielos de la península, presagiando otra invasión pero esta vez de pequeños depredadores: langostas.

Campos de cultivo de maíz habían sido arrasados por este insecto amenazando la pequeña villa. Prerrogativas al cielo, novenarios, rezos, procesiones, todo parecía inútil ante este peligro, cuando se recurrió ponerse al amparo de un santo patrón que pusiera fin al desastre inminente.

Juzgando esta calamidad como un castigo del cielo, en desagravio y prevención de nuevas desgracias los vecinos acordaron levantar un santuario dedicado a un santo que resultare después de echar suertes, saliendo favorable San Román mártir.

Divino. Desde que llegó en el periodo colonial, ha sido el guardián de la ciudad.

Divino. Desde que llegó en el periodo colonial, ha sido el guardián de la ciudad.

El sitio elegido un pequeño vecindario, cercano a la villa habitado por Indios tlaxcaltecas traídos por los españoles y naboríos mayas. En este sitio se iniciaría la construcción de una pequeña ermita para acoger al nuevo santo. Corría el año de 1565, cuando un mercader avecindado en Campeche don Juan Cano de Coca Gaytán compró en Veracruz un crucifijo para la iglesia principal de la villa.

Aquí es cuando se  inicia  la leyenda. Después de adquirirlo, el mercader se vio imposibilitado de enviar la compra, pues los dos buques que se dirigían a  Campeche estaban completamente llenos y no había lugar para la preciosa carga; por  fin uno de ellos accedió diciendo  que “si  era necesario eliminar algún artículo lo haría pero que al Señor no  le podía  negar espacio en su bajel”. Ambas naves salieron del puerto veracruzano al mismo tiempo.

A mitad del camino les sorprendió un fuerte temporal, el viento silbaba con fuerza, las olas se levantaban cubriendo las naves y dentro de ellas los marinos alzaban sus brazos al cielo pidiendo que se calmara el mar embravecido, pues estaban a punto de zozobrar.

De pronto en la nave  que llevaba al cristo, apareció un marino que se dirigió al timón, quien sin temer a los elementos puso en firme el barco enfilándolo hacia el puerto campechano. Una vez calmado el mar y sin el peligro que los rodeaba, el marino desapareció.

Pronto observaron que en la lontananza se distinguían luces de un caserío, que resultó ser el pueblo campechano, Del otro barco que se había negado a transportarlo, no supo nada. Las viejas consejas dicen que en las noches se puede ver el barco y oír los lamentos pidiendo perdón por haberse negado a transportarlo.

A partir de esta fecha la imagen ha permanecido desde entonces pasando de padres a hijos, de generación en generación, el sentimiento de devoción, respeto y veneración.  Su figura es la imagen más emblemática de Campeche, pues ha estado presente en los acontecimientos más importantes de la villa y la hoy ciudad de Campeche.

Con su nombre fue bautizado una de las primeras defensas del puerto. Es el Cristo venerado por los marinos campechanos que  ante una adversidad en el mar imploran su nombre solicitando su protección.

Milagroso. Miles de campechanos besan los pies del santo como muestra de su fe.

Milagroso. Miles de campechanos besan los pies del santo como muestra de su fe.

Por más de cuatro centurias, miles de personas han llevado su nombre producto de una demanda o simple devoción. Su templo se ha cubierto de olores de flores, de velas y veladoras que han iluminado su figura y cuentos de voces han entonado cánticos en honor a su nombre.

Su fiesta celebrada en septiembre mes de su arribo, cientos  de miles de personas de toda la Península vienen a su templo para venerarlo,  haciendo largas colas sin  importar el calor o la lluvia con solamente el deseo de besar sus pies.

El Santo Cristo de San Román es parte de nuestra  historia, es  una figura emblemática de Campeche, es impensable su devoción con la ciudad, pues ha estado entre nosotros desde casi  su fundación. No  hay campechano que se preste de decir que nunca ha estado frente al Cristo, ya  sea  para venerarlo o participar en  las festividades del ‘negrito’ como cariñosamente los campechanos se refieren a la imagen, debido a su color se dice, tomó esta tonalidad debido al humo de los cirios que los fieles han quemado a sus pies o por la luz del sol tropical que con el tiempo ha ennegrecido la figura.

 Hoy por hoy, la figura del Santo Cristo de San Román en su templo bañado por la luz del sol campechano y refrescado las tardes por la brisa marina, sigue impoluto y lo seguirá estando mientras la ciudad de Campeche y la devoción de los campechanos por su Cristo protector continúe, pues él sigue siendo el campechano más antiguo que ha protegido y sigue protegiendo a la muy Heroica y liberal ciudad de San Francisco de Campeche.

Respeto. El señor milagroso sigue en pie después de más de cuatro centurias.

Respeto. El señor milagroso sigue en pie después de más de cuatro centurias.