La violencia no se combate con violencia. Ese es el mensaje que hemos recibido en los últimos días en forma insistente. Y, sin embargo de ser cierto, el vandalismo que se infiltra en protestas y manifestaciones justas pervierte el sentido de las exigencias ciudadanos y corrompe el espíritu participativo de la sociedad.
Los movimientos que se han desarrollado a nivel nacional, y que ya impregnaron a Campeche, se enmarcan en la grave crisis social en que se sumió el país tras el caso Ayotzinapa. Exigir, como ciudadanos, a las autoridades justicia, paz, tranquilidad, seguridad y, sobre todo, cero impunidad, es una responsabilidad y un derecho que tenemos como ciudadanos. Tomar las calles, gritar consignas, demostrar nuestra indignación y nuestro hartazgo por todo lo que está ocurriendo, es una muestra de que aún nos queda capacidad de asombro y de que nuestros valores y nuestra moral aún subsisten, porque no nos podemos hacer ciegos y sordos ante lo que ocurre, sobre todo cuando son las propias autoridades las que están incolucradas con los criminales.
Pero una cosa no lleva a otra. Es una realidad también que en este clima incierto, aterrador, hay fuerzas que buscan aprovecharse y desestabilizar al país. Hay quienes tratan de pervertir las exigencias de justicia con consignas políticas que nada tienen que ver.
Nuestra crisis de seguridad no comenzó hace uno, dos o tres años. Ni hace un sexenio. La violencia ha sido un mal transexenal. Eso es justamente lo que los ciudadanos vemos, lo que lamentamos y lo que exigimos se termine.
Ver el vandalismo con que se ataca a un edificio público, que nos hace recordar lo que sucede en Guerrero, en el DF, en Michoacán y en otros estados, debe de ser una llamada de atención muy fuerte.
No podemos permitir que en Campeche se viole la ley en nombre de la justicia, no podemos permitir que un pequeño grupo de desadaptados sociales utilicen a los ciudadanos de buena fe que buscan un mejor país.
Ya sucedió en Bolonchén de Rejón, ya pasó en Hecelchakán, ya había pasado antes en el Paseo de los Héroes cuando se permitió que otro grupo social vandalizara esculturas públicas y luego se fueran como si nada. ¿Por qué no se hace el uso legítimo de la fuerza cuando se debe y se tiene que usar?, ¿Por qué se usa sólo contra ciudadanos de bien y no contra delincuentes disfrazados y encapuchados que dicen que piden justicia pero sólo recurren a más violencia?
EDITORIAL
Amparo (Sust. común). Acción legal que sirve para salvaguardar garantías de una persona… aunque a veces se usa como escudo en contra de la aplicación de la justicia, sobre todo cuando te encuentran con una bodega llena de especies marinas protegidas por las leyes mexicanas.
Antidoping (Adj./Sust. comín). Que sirve para descubrir o impedir el uso de sustancias estimulantes o excitantes prohibidas. Que se aplicará a una serie de políticos y que, diiiicen, alguno que otro quizá no pasará por estar muuuuy a gusto en las fiestecitas.
Policía (Adj./Sust. común). Dícese de un agente de seguridad que debe de poner el ejemplo en el cumplimiento de la ley, aunque a veces, como todo humano, se ve cansado y se duerme al volante.