Vamos a cambiar las cosas, es decir, vamos a cambiar la forma de vernos y de actuar, vamos a dejar de sentarnos a señalar y criticar a todos los que se pueda para derribarlos y ser los únicos que permanezcamos de pie, limpios e impolutos. Vamos a cambiar las cosas, vamos a tomar nuestro destino por los cuernos y subirnos al toro para que deje de ser destino y sea decisión.

¿Cómo cambiamos las cosas? pues con la única herramienta a nuestra disposición, nuestro actuar. Dejemos de esperar a que los limones caigan del cielo y sembremos el limonar, quizá nos tome más tiempo pero al menos dejaremos de tener tortícolis por tener la cabeza viendo hacia arriba y esperando que la nube siguiente sea la que nos hará llover los famosísimos limones.

Estos primeros párrafos aplican a todos sin distinción, aplica a los de arriba y a los de abajo, a los que esperan, a los que no saben a donde moverse. No tires piedras si no quieres que las tomen al vuelo y te las regresen con más fuerza, no escupas contra el viento, no acuses sin probar ni señales solo porque crees que así quedarás bien.

Es muy simple, si a tu vecino le va bien, a ti te irá también pues es la misma calle, la misma colonia, la misma ciudad, el mismo municipio, el mismo estado. Repito, lo fácil es acusar, lo difícil es reconocer, lo fácil es señalar, lo difícil es trabajar sin voltear para ver si estás por delante o atrás de unos u otros y poder concentrarte en que lo que estás haciendo, que lo estás haciendo lo mejor que puedes y sabes y que ese es el mejor reconocimiento, no la medallita o el papelito.

Si creemos que si no nos dan un premio, una mención o un estímulo, nuestro trabajo no está siendo reconocido deberíamos de pensar en que nuestro trabajo es el que habla por nosotros y si tenemos clientes satisfechos, ciudadanos bien atendidos, niños bien instruidos, pacientes saludables, estamos cambiando sus vidas, estamos mejorando su sentir y nuestro trabajo será el mejor premio, la mejor mención, nuestro estímulo final.

Si nos quedamos sentados rumiando nuestra amargura y la injusticia de que la vida no nos trata de manera justa mientras dejamos que las oportunidades pasen frente a nosotros porque no son lo suficientemente “buenas” para nuestra condición, seguiremos sentados, seguiremos amargados, seguiremos acusando de injusticia pero la verdad es que no hicimos nada y no mereceremos nada pues no hicimos nada.

Si bien es cierto que nuestro sistema político parece más de amistad y compadrazgo que meritorio, considerar que ese sistema es el que rige todas nuestras acciones es aceptar que nuestra vida y nuestro actuar depende de externos y no hay nada más falso, de nosotros depende nuestro actuar sin tener que voltear. Lo único que nos debe de preocupar y ocupar es como estamos trabajando, como estamos conviviendo con nuestra familia, como nos llevamos con nuestros vecinos, como respetamos la ley y si bien, a veces nos dará coraje ver como a los malos les va bien y a los buenos no tan bien, es por eso que debemos de caminar con la frente en alto y seguros de que nuestro actuar es el correcto pues así no seremos parte del problema y si parte de la solución.

Dejemos de pensar en lo que podríamos hacer en un futuro y hagamos lo que tenemos que hacer en el presente para tener un mejor futuro.

No pienses en lo que te mereces, piensa en lo que puedes aportar y en algún lugar, le cambiaras la vida a alguien, lo harás mejorar, lo harás funcionar, lo harás servir y lo harás con la mejor herramienta que tienes a tu disposición… tú.