Original. Cromos litográficos de lotería campechana obsequiados por la fábrica de cigarros ‘La Esperanza’, en 1895. El industrial yucateco José María Evia aprovechó la gran afición que había en la entidad por la lotería de figuras para introducir imágenes locales y regionales en una cartilla para promover su producto

Original. Cromos litográficos de lotería campechana obsequiados por la fábrica de cigarros ‘La Esperanza’, en 1895. El industrial yucateco José María Evia aprovechó la gran afición que había en la entidad por la lotería de figuras para introducir imágenes locales y regionales en una cartilla para promover su producto

campechanía

ABEL EFRAÍN DURÁN REYES
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Casi no hay lugar en la ciudad de Campeche donde no se cante la ‘bolada’. Desde parques públicos hasta la intimidad de una casa de familia, pasando por clubes sociales, ferias, colonias, escuelas y eventos especiales.

No es para menos. La Lotería Campechana ha logrado arraigarse entre la población mucho más que otros elementos culturales que sí han cedido (juguetes como la timbomba prácticamente han desaparecido) o retrocedido (el traje regional sufre de una impresionante contaminación de elementos ajenos) ante la demoledora avalancha de los medios masivos de comunicación de la actualidad.

Y aunque hoy en día la Lotería Campechana tiene asegurada su supervivencia al menos hasta la siguiente generación, no siempre fue así: a lo largo de los años ha sido perseguida, atacada o, peor aún, relegada al olvido.

Sus orígenes se remontan hasta la Europa medieval, cuando el juego de baraja y la lotería comenzaron a extenderse a tal grado que, llegado Carlos III a trono español, a fines del siglo XVIII, consideró que se trataba de “un vicio” o un “viejo hábito”, aunque pudiera ser “encauzado inteligentemente por el bien, orientado para que fuese en lo futuro un beneficio para los pobres desvalidos, que les diera alivio en su necesidad”. Así nació la lotería en la Nueva España.

Sin embargo, la pasión por el juego permitió que, pese a que la lotería era ya una práctica legal, subsistiera toda una diversidad de actividades que rayaban en lo ilícito y lo prohibido, como la baraja, la lotería de cartones y la rifa de objetos.

La lotería consistía en seleccionar determinado número para participar en un sorteo, mientras que la lotería de cartones podía ser de números o de figuras y se jugaba en tableros divididos en varias secciones.

LOTERIA DE CARTONESweb copia

A lo largo del siglo XIX las leyes y reglamentos sobre juegos de apuestas fueron renovadas constantemente dada la pasión del mexicano por esa práctica. Se permitieron algunos de ellos en lugares públicos, pero otros -los más populares- fueron prohibidos, perseguidos y castigados, lo que obligó a que se practicaran en la clandestinidad.

Las celebraciones religiosas que se fueron fortaleciendo en ese siglo sirvieron también para impulsar los juegos de azar: ruletas, barajas, dados, loterías de figuras lograron conservarse por el entusiasmo en que fueron recibidos en las ferias tradicionales que se celebraban a lo largo y ancho del país.

De esto dejó constancia el reconocido arqueólogo campechano Román Piña Chan, quien en su obra ‘Campeche durante el periodo colonial’ narra cómo el asistir a las ‘garitas de lotería’ era una de las tradiciones más importantes durante las fiestas por el Cristo Negro de San Román, la máxima fiesta patronal de la ciudad.

En el periódico El Faro Industrial, del 25 de septiembre de 1884, se hace referencia a esta práctica:
“Está prohibido jugar por las leyes penales; pero la fiesta no tendría todo el lucimiento necesario si no se permitiese siquiera por diez días poner apuestas de dinero (…). Pero todos acuden a la Plaza de San Román ya en el carro urbano, ya en coche, ya en calesa o en carreta. Unos a jugar y otros a ver, a pasear, a cenar, etc. Las mesas, las casitas, las cantinas y las casas de juego se llenan de concurrentes”.

ESCUDO CAMPECHEweb copia

Y prosigue: “Las loterías de diferentes clases forman por todas partes agrupamientos en que reina la alegría, la expansión y en que abundan los chistes populares”.

Aunque la sociedad campechana rechazó los juegos de apuestas que por su carácter de ilegales tenían que ser practicados subrepticiamente, dio buena acogida a las loterías de cartones y otros juegos poco dañinos que eran promovidos en las celebraciones patronales de todos los barrios.

En una investigación que dio como resultado el libro ‘100 años de Lotería Campechana’, Iliana Pozos Lanz afirma que hacia 1888 existían en Campeche cartillas de lotería con figuras que hacían referencia a personas o lugares de la ciudad muy conocidos.

Pero la verdadera formalización de este juego tradicional inició en 1891 y fue impulsado por el empresario yucateco José María Evia, quien estableció aquí la fábrica de cigarros ‘La Esperanza’. Con el fin de promover su producto, en 1985 decidió obsequiar una lotería dentro de sus cajetillas, más tarde también regalaría en sus empaques 90 cromos en litografía.

Pocos años después, el platero Guadalupe Hernández, originario de Tabasco, llegó a la ciudad de Campeche, donde contrajo matrimonio y pasó el resto de su vida.

Según Pozos Lanz, al ver el artesano la gran pasión de los campechanos por las loterías de cartones durante las ferias religiosas, decidió fusionar imágenes de la lotería mexicana con otras más locales y regionales, naciendo así una nueva lotería de 90 figuras.

El nuevo tablero habría tenido gran aceptación, sobre todo por la forma tan auténica de cantarla. Don Guadalupe logró popularizar su lotería en las ferias tradicionales de la ciudad hasta los años 30 del siglo XX.

CIGARROS LA ESPERANZAweb copia

Para esa época la gran actividad que gozó el puerto colonial ya se había esfumado. La sociedad era conservadora, muy arraigada en sus tradiciones, como el carnaval o las fiestas de los barrios.

Además de eso, las opciones de entretenimiento solo dejaban espacio para las tertulias o para los actos políticos.

Sin embargo, la Lotería Campechana vendría a modificar, a añadirse y a ganar terreno entre las actividades de convivencia social y familiar.

Actualmente descendientes de ambos emprendedores del siglo XIX los consideran los creadores de la Lotería Campechana. Si bien es cierto que algunas cartillas aparecen con marca registrada y otras son copias o reproducciones de las mismas, la verdad es que, sin importar quién la inventó, la comunidad campechana se apropió de las 90 figuras y hoy en día se pueden ver hasta cartillas hechas a mano, en tinta, acuarela o bordadas y un sinfín de formas distintas.

Guadalupe Hernández

Guadalupe Hernández

CÓMO SE JUEGA

La Lotería Campechana consiste en 90 figuras diferentes y numeradas; se juega con una o más cartillas que contienen 25 figuras colocadas de cinco por cinco. Las cartillas pueden tener los números que uno elija.

Aunque muchos acostumbran extraer de un pequeño costal los 90 números, actualmente se está retomando la práctica de antaño cuando era de una esfera de donde se iban sacando y cantando uno por uno todos los números.

Pozos Lanz explica que la intención del juego es lograr que se llene la cartilla conforme salen los números y que a esta acción se le conoce como ‘bolada’.

El ganador es el primero en lograr cinco números alineados. Puede ser en ‘hilera’, en diagonal, en L, en V, en ‘cruz grande’ o ‘cruz chica’, en ‘tijera’, etcétera. Al finalizar la sesión, se juega la cartilla completa.

Para la investigadora, lo más importante es ‘la cantada’, ya que emana de la picardía popular y del carácter y cultura campechanos.