-Oye, reportero, ¿en verdad no ven el diluvio? Parece que mucha gente no entiende la crisis en la que está el país y el grave tráfico de influencias que significó el tema de la casa presidencial, sumado a lo de Tlatlaya y Ayotzinapa y ahora lo de Uruguay.

-Mira, Manuel, todos se han acostumbrado a vivir en la corrupción, en el tráfico de influencias. ¿Tú crees que la explicación de La Gaviota satisface a alguien? La realidad es que lo primero es entender cómo es desproporcionada la atención de la empresa en la que ella trabajó y cómo la benefició en su liquidación en contraprestación, al dársela a la esposa de un político en ascenso, promovido por esa empresa. Se ve muy mal y a eso la inmobiliaria del beneficiario de obra del Estado de México.

-Es que veo que en Campeche hay quienes repiten el mismo esquema: un medio entregado a un aspirante a candidato, un aspirante que sin pudor habla de cómo beneficiaría a su “tío” y sus empresas si es el gobernador y la idea al final, reportero, es la misma: el erario al servicio de una empresa que favoreció al aspirante en la contienda. ¿Dónde se ha visto?

-Sí, Manuel. ¿Qué puedo decirte? En este caso no es a través de la esposa. El tráfico de influencia es directo, la impudicia es abierta y clara, pero pareciera que todos están dispuestos a voltear a ver a otro lado. No, amigo, el mal ejemplo cunde y de todos los ciudadanos depende no repetir esos errores porque si estamos dispuestos a criticar y censurar en redes sociales, pues hagámoslo en vivo, en persona y a todo color.

-Lo que yo leo, reportero, es que hay un hartazgo contra quienes usan sus cargos para conseguir “moches”, para traficar con sus influencias para conseguir obras, que usando sus influencias pretenden meter a su familia en cargos públicos, que no pueden explicar con detalle cómo consiguieron su casa, su estilo de vida porque el origen es conocido de todos, atestiguado por los vecinos, los conocidos y hasta por los que se dicen amigos. Es sencillo saber quien es quien, periodista: la fama pública y preguntarle a todos, pero sobre todo hay que seguirle la pista al dinero: de dónde viene, cómo se consigue, en qué se gasta, si se justifica el ingreso con el ritmo de vida, con los bienes y a nombre de quien o quienes están registrados.

-Sí. Tienes razón. No hay más ciego que el que no quiere ver. En Campeche la crispación social no es de la misma dimensión de lo que se lee y ve en los medios; aquí, hasta ahora, el gobernador no es acusado de tener una mansión, de usar autos de lujo o carísimos, no lo pueden acusar de estar encerrado en su escritorio o de estar lejos de la gente porque, como pocos, ha recorrido todo el estado una y otra vez, como hacía mucho no pasaba en Campeche.

-Pero no podemos dejar de reconocer, periodista, que hay gente molesta…

-El ejercicio del poder desgasta, Manolo, y una autoridad necesariamente, aunque sea justa, lesiona a una parte cuando hay un conflicto. Nadie tiene la popularidad por hacer su trabajo, a un gobierno se le elije para que resuelva, no para que dé gusto, y en ese camino se afectan intereses, se cometen errores, pero todo eso es justificable y entendible si el que gobierna es justo, decente y honrado. Esa es la condición: que en la balanza de lo bueno y lo malo prevalezca la opinión de que se hizo lo mejor, de que hubo honestidad y que se actuó sin mala fe o dolo. Que se cumplió.

-Un buen gobierno, en una elección, reportero, da votos. Uno malo los quita…

-Sí, pero no le dejes al gobierno el único peso, el candidato también trae lo propio: cómo sale, qué fama tiene, si el perfil le gusta a la gente y si los compromisos son vistos como algo serio, si quienes lo rodean son gente honesta porque a más de uno lo pierde no su propia actuación sino la de sus colaboradores.

-Periodista: necesitamos un candidato que no finja ser lo que no es, que no finja ser honesto, que no trate de hacernos creer que respeta a las instituciones si su actuación demuestra lo contrario, que no nos quiera vender un origen que no se tiene, pero sobre todo, que la gente lo vea como alguien confiable, sin intereses espurios o ilegítimos.

-Vaya, Manuel, creo que tu claridad es la misma de todos los campechanos. Nunca más la hipocresía de hablar de modestia y robar a manos llenas. Nunca más el VW y el crédito del Fovissste, pero los vástagos en colegios de 50 mil pesos mensuales. Nunca más hermanos incómodos, poderosos tras el trono o beneficiarios a ultranza a costa del erario, eso es lo que no se quiere.

-Estás entendiendo…