Era reportero del semanario Proceso cuando asesinaron a Luis Donaldo Colosio. Mi madre me llamó por teléfono para decirme que algo pasaba y que la TV de Estados Unidos estaba hablando del crimen.

De inmediato prendí el televisor y recorriendo canales me encontré con la triste noticia: habían disparado a la cabeza del candidato del PRI a la Presidencia de la República en Lomas Taurinas.

Eran días de mucha tensión. Luis Donaldo y Manuel Camacho eran el centro de atención en esos días, mientras Carlos Salinas trataba de capotear la aparición del Ejército Zapatista de Liberación Nacional que, como hemos visto, de poco sirvió para resolver los problemas de Chiapas.

Eran los días en que nadie sabía con certeza si la pugna de Salinas con Camacho, que se resistía a aceptar que el candidato era Colosio, terminarían por afectar al PRI y dejar en manos de la oposición el gobierno de la República.

Eran los días en que Cecilia Soto se convertía en candidata del PT y Cuauhtémoc Cárdenas repetía por el PRD mientras Diego Fernández de Cevallos lo era por el PAN. Contra viento y marea, la sucesión presidencial era la prioridad y mientras unos veían con simpatía a Colosio, otros lo consideraban un candidato debilitado por la misma tibieza con que Salinas actuó contra Camacho y su rebeldía.

Camacho murió ese día con Colosio. Nunca pudo remontar el disgusto que hubo por no haber aceptado a Colosio y nadie supo jamás si Donaldo hubiera sido un presidente distinto, diferente o sólo era la continuación del proyecto de Salinas, quien fue el más afectado con su muerte aunque se habla que su hermano, lo cita igual la película del mismo nombre, habría sido el autor intelectual del magnicidio.

Dicen los que vivieron en esos días cerca de Luis Donaldo que varios de los escenarios descritos en la película fueron exactos. Como reportero me tocó vivir varios de ellos de rebote y uno más cuando asesinaron a José Francisco Ruiz Massieu, muerto el 28 de septiembre de ese mismo año, frente a un hotel de la calle La Fragua, muy cerca del edificio del PRI, cuando ya se decía que presidiría la Cámara Baja.

Daniel Aguilar Treviño y su primo Ángel Cantú Narváez pagan hoy 50 años de cárcel por el asesinato y se citó como uno de los complotistas a Fernando Rodríguez González, diputado federal en esos días, al también legislador Manuel Muñoz Rocha y a Abraham Rubio Canales como parte de los que prepararon el asesinato. María Eugenia Rodríguez Arauz, esposa de Rodríguez González, se entregó al darse cuenta que había dado hospedaje a los homicidas materiales.

El atentado se fraguó, diría Rodríguez González, para evitar que Ruiz Massieu llegara a liderar la cámara e iniciara una serie de reformas políticas y económicas al gobierno priista. Se narra que el complot era de un grupo de priistas -incluido el ex senador Enrique Cárdenas González- que tenía pactos con grupos del crimen organizado.

Había una lista de personajes a los que debían matar y se detalla que Claudia Carola Santos Cruz fue quien recibió el primer medio millón de pesos para asesinar a Colosio, pero la legisladora en esos días no cumplió su parte del trato. Figuraban Fernando Ortiz Arana, Manuel Cavazos Lerma –vinculado con el narco- entre otros.

El día del asesinato recibí un llamada de Don Miguel Nazar Haro, amigo gentil, y famoso por haber sido director de la temida Federal de Seguridad y férreo combatiente de la Liga 23 de Septiembre. Me decía que le marcara al Gral. Guillermo Álvarez Nahara porque él tenía la ficha signalética del capitán del Ejército que le disparó a Ruiz Massieu. Nunca hice la llamada, pudo más la prudencia.

Han pasado 23 años del homicidio de Colosio, la justicia no pareciera haberse hecho a pesar de la gente en prisión, y creyera que el destino del PRI seguirá siendo cambiar y aplicar medidas económicas impopulares que cada día lo harán ser distinto al que fue el siglo pasado. Todo parece indicar que esas reformas han sido la causa de esos dos asesinatos y que los más afectados son capaces de cualquier cosa. ¿Habrá más? Algún día se sabrá la verdad.

PD

De plácemes y muy activos  se encuentran los amigos charros Víctor Peniche Montero, presidente de la Unión de Asociaciones Charras del Estado de Campeche, y Francisco Trejo Uribe, presidente de la Asociación de Charros de Campeche, miembro de la Comisión de Patrimonio de la Federación Mexicana de Charrería, y ambos parte del Consejo Directivo Nacional  de esa federación.

El próximo 31 de marzo y el 1 y 2 de abril nos invitan al Campeonato Charro Estatal Campeche 2017, avalado por la Federación Mexicana de Charrería A.C. que preside el Ing. Leonardo Dávila Salinas (2017-2020).

El lugar será el Lienzo Charro “El Roble” de la Asociación de Charros de Campeche, A.C. y participarán 12 equipos de los municipios de Palizada, Carmen y Campeche.