Raúl Sales Heredia

Todos los días, en todos lados, en todo momento encontrarás a una persona que necesita que la ayudes con unas monedas, la desconfianza te hará dudar si se las das o no, desconfianza en si su necesidad es verdadera, si no la utilizarán en cuestiones diferentes a las que te dicen al solicitarla; quizá no tengas dudas, pero si sientas que darles unas monedas no solucionará el problema y solo hará que sigan pidiendo, pues en términos generales estamos acostumbrados como país a extender la mano y pedir que nos resuelvan. Quizá nunca hayas tenido necesidad de extender la mano y solicitar una ayuda, quizá sientas que si estás en una situación como la de aquel que lo está haciendo, tú mantendrás tu orgullo y verás qué haces para sobrevivir, pero sin caer en pedir; quizá pienses que eso de extender la mano y pedir limosna es muy diferente que marcar un teléfono y pedir que te hagan un favor, un “paro”, o te echen la mano con un asunto.

El caso es que todos tenemos necesidad de algo aunque en diferentes modalidades, monto o círculo social, pero ahí está. Tal vez pienses que aquel que pide dinero a desconocidos es lo más bajo de la escala pero te aseguro que está muy por arriba del que te engaña y te hace un fraude o del que comete un ilícito al aceptar una “lana” por aquel favor que le pediste y además agradeces.

Estamos en el borde de una recesión mundial, no hay dinero, el trabajo escasea y el que tiene encuentra que su sueldo cada vez tiene menos poder adquisitivo y eso se siente en el escalafón socioeconómico donde te encuentres aunque, claro, mientras más arriba estés, la preocupación será distinta, pero abajo casi siempre es la misma ¿Comeré hoy?

En el país existen cientos de programas que si bien buscan resolver una problemática social, en ocasiones me pregunto si no estamos enfocándolos mal, poniendo un curita en un boquete. En una plática con un empresario me hablaba de los incentivos a los trabajadores en lugar de las sanciones y me decía que los incentivos habría que trasladarlos a las familias, en otras palabras, si tu trabajador cumple con sus funciones, es puntual y asiste, premia a la familia y mándales un mensaje diciendo: “esto te lo mandamos porque tu padre es un excelente empleado”. Estamos acostumbrados a pedir, pero pocos lo estamos a dar.

Regreso al inicio, todos los días, en todos lados, en todo momento encontrarás a una persona que necesita ayuda y si te pide unas monedas invítalo a desayunar, a comer o cenar, así no estarás alentando tu desconfianza y, tal vez, esa es la primera y en ocasiones la única comida que puedan hacer ¿te costará más que los cinco pesos? Sí, pero valdrá más que el costo en metálico de lo que pagaste por la comida.

Demasiados “quizá” en este escrito, demasiadas variables y, no obstante, estoy seguro que dar y aún más, cuándo no se lo esperan, puede modificar en buena medida el problema social. Tú y yo somos granos de arena en una inmensa playa, nuestras acciones pueden pasar desapercibidas para la inmensa mayoría y, aún así, a la persona a la cual ayudaste, estoy seguro le cambiaste el color del día.

Quizá debemos pasar de lo macro a lo micro, quizá no debemos esperar que los grandes proyectos bajen a la base, quizá las pequeñas acciones diarias puedan cambiar la base… muchos quizá… demasiadas variables… abusiva utopía…

Pero qué será peor: que nos vean la cara por dar y que no necesiten, o no dar y que realmente lo necesiten… Prefiero la primera.