SEGUIMOS SIN SEMÁFOROS.- Tiene ya más de 15 días que de nueva cuenta no funcionan algunos semáforos en la ciudad, y cuando pudiéramos pensar que esto ha incrementado los accidentes de tránsito, resulta que según las cifras extraoficiales a que he tenido acceso, ha sido todo lo contrario. A ver, déjeme explicarme: tal parece que la problemática de vialidad causada por la falta de semáforos ha obligado a los campechanos a volvernos más civilizados, atentos y generosos en el diario transitar en nuestros vehículos por las calles de la ciudad, y esto ocasionado por el innegable temor a estar involucrados en algún accidente de tránsito. Vemos cómo se respeta a los oficiales que dirigen la Vialidad en los cruceros, se respeta el paso “uno a uno” y se actúa con mucha más prudencia que si existieran los semáforos y en un caso para “ripley” los accidentes no se han incrementado, al menos en lo que se refiere a vehículos particulares, porque los señores taxistas tal parece que nunca van a entender que también son parte de la sociedad ¿Acaso necesitamos situaciones excepcionales los ciudadanos para mejorar? Pues tal parece que así es, y ojalá continuemos por esta senda como le comento líneas abajo.

CIVISMO A MADRAZOS.- Hace algunas décadas en la vecina ciudad de Mérida el entonces gobernador del estado don Víctor Cervera Pacheco decidió empezar a “educar” en vialidad a sus paisanos e implementó dos medidas que con el tiempo se convirtieron en costumbre y que a la fecha todavía quedan algunos remanentes de esa campaña como lo son letreros en algunas áreas. Uno: Cansado del casi grotesco ruido que espantaba al turismo en la ciudad blanca ocasionado por los cláxones y las mentadas de madre de taxistas, choferes de autobuses y camiones de reparto y, sobre todo, de los no muy educados yucatecos que ahí vivían, se inició una feroz campaña persecutoria en contra de todo aquel que causara ruido innecesario con sus pitos o cláxones mediante la colocación de letreros y la inserción en radio de promocionales con la leyenda “frenos sí, cláxones no”, y un incremento de más del 500 % en el costo de las multas por este motivo, lo que ocasionó que se quejaran muchísimos de los vecinos llegando al grado de organizar movimientos ciudadanos lo que le valió una real y soberana chingada al hoy famoso gobernante, y esto continuó hasta que se volvió una costumbre y al día de hoy es muy raro que usted escuche el sonido del cláxones en esa vecina ciudad ¿Estoy diciendo mentiras? ¿No, verdad? Y segundo: como buenos rancheros maleducados no había un solo “yuca” que respetara los “pasos peatonales” como sucede hoy en día en Campeche y de nueva cuenta les aplicó la nueva medida colocando policías y letreros en cada paso peatonal con el monto de las multas elevadísimas por no respetar a los peatones ¿y qué cree usted? pues que a punta de “madrazos” nuestros vecinos se fueron volviendo más educados, al grado de que el día de hoy no se necesitan ni amenazas ni policías para hacer respetar esta y muchas otras disposiciones de tránsito y ellos mismos se jactan de su “civismo”; pero lo que no dicen -y las nuevas degeneraciones no saben- es que a punta de presión económica fue como aprendieron a respetar y no porque siempre hayan sido así.

¿HASTA CUÁNDO?.- La falta de semáforos es una enorme barbaridad causada por los errores de la CFE y la negligencia de las autoridades municipales a enfrentar una responsabilidad todos conocida poniendo en riesgo la integridad de todos los que aquí vivimos y todos esperamos que la brevedad el ayuntamiento empiece a tomar con seriedad sus compromisos y deje de hacer campaña política de manera permanente, aunque hay que decir claramente que la culpa nos la tenemos la mayoría de los ciudadanos que votamos basados en las estrategias del rencor social que se multiplicaron en campaña. Hoy otra cosa es gobernar y responder a un pueblo que prefiere seguir cayendo víctima del marketing político que voltear a ver su cola y enfrentar sus propias responsabilidades, para sacar adelante a nuestro estado, pero sobre todo abrir los ojos y darse cuenta de que la incapacidad y la negligencia no son propiedad de ningún partido político e particular. Aquí solo cabe la pregunta ¿Hasta cuándo?