En la tierra de una de las aspirantes a la presidencia nacional del PRI, de la que habla de devolverle el poder a la militancia, los ex gobernadores Ivonne Ortega Pacheco y Rolando Zapata Bello se aliaron con Jorge Carlos Ramírez Marín, el único senador tricolor de mayoría en la Cámara Alta, e intentaron aplastar a Diego Lugo Interian para evitar que llegase a la dirigencia estatal en Yucatán .

Como si no hubiesen entendido el mensaje que le mandaron los ciudadanos al derrotar a sus candidatos a la gubernatura y a la presidencia de la República, Francisco Torre Rivas recibió el triunfo a pesar de que se acreditó que decenas de fallecidos votaron para elegirlo y de un dispendio de recursos a su favor y de la operación política de los dos ex gobernadores y el senador.

Con 1,407 votos de diferencia a su favor, Torre Rivas pareciera no darse cuenta que esas prácticas fueron precisamente la que hicieron a los votantes darles la espalda en julio pasado cuando en Yucatán el PRI sólo logró vencer en 58 municipios de 106, perdió la capital del Estado y hasta la gubernatura ambas a manos de los aspirantes del PAN, Renán Barrera y Mauricio Vila.

En los comicios del PRI hubo mano negra: en varios municipios votaron personas que estaban fallecidas, dos ejemplos: en Abalá se detectaron 12 muertos votantes; en Dzitás, los que aparecieron fueron 18 fallecidos que también sufragaron y así en otros cinco.

En esa elección también se anularon 1,148 votos: 16 por razones varias, 34 a uno de los candidatos que ya se habían aliado a Diego Luna –se acordó que no se sumaran a él los votos porque la alianza se hizo de última hora-, 342 a otro de los aspirantes coaligados y poco más de 700 votos al candidato derrotado.

La operación que armó Ivonne Ortega con el apoyo de Zapata Bello y Ramírez Marín, dos ex gobernadores y un ex secretario de Estado victorioso en la última elección –le reclaman que sólo vio por su elección en julio pasado-, provocó no sólo la queja del derrotado sino que evidenció que aún con ese apoyo Francisco Torre apenas logró una victoria que quisieron validarle de inmediato el miércoles pasado a pesar de que había impugnaciones a su victoria.

Para ellos, lo de menos fue que los priistas, sin importarles que su autoridad municipal fuera oposición, que su estado esté gobernado por el PAN y el gobierno federal sea de Morena, hayan aceptado organizar esa elección, servir como funcionarios de casilla, y hacer la fila para votar acreditando con ello si orgullo de militancia.

Además, el número real de votantes puede considerarse un éxito ya que acudieron más de 30 mil priistas a sufragar, algo así como la base real que es la responsable de cada campaña, pero el éxito se ensombreció porque los tatiches del PRI pretendieron acreditar su hegemonía y para ello sacaron sus peores vicios, contra ellos mismos.

Diego Lugo es el ganador de esta elección porque a pesar de todo el número de votos refleja que, aunque se gasten un dineral, los militantes del PRI ya no reconocen a ni uno de ellos como sus verdaderos o auténticos líderes. No lo entienden, ya pasó su momento.

Sin embargo, el que más pierde es Jorge Carlos Ramírez Marín. Él se exhibió como un líder que discrimina, que se olvida de su origen aunque apele a él, y que hace todo para sostener sus privilegios.

Torre será un presidente del PRI sin legitimidad, pero Ramírez Marín tendrá que hacer mucho si quiere ser candidato del tricolor a la gubernatura en cinco años. Torre pierden porque nadie le hará caso cuando les pida orden y honestidad y Ramírez porque su presumida victoria al Senado por mayoría hoy quedó disminuida precisamente porque su fortaleza política no acredita sus votos en los pasados comicios.

Los tramposos tratarán de echarle la culpa al CEN, pero la realidad es que aquí vimos a ese PRI que operó cuando Orlando Paredes perdió la alcaldía, cuando Cervera Pacheco ganó la gubernatura no ha dejado de ser el mismo, al menos en las formas, al menos en las pretensiones. Empero, hoy la militancia les dijo que ya no son esos tiempos. Ojalá lo entiendan.

PD
¿A qué le apostará Ivonne Ortega cuando en la elección interna de su partido en Yucatán acreditó que su exigencia de darle voz a la militancia es sólo una postura electorera? Su actitud ya la descartó como aspirante a la dirigencia nacional del PRI: los hechos acreditan más que la palabra quienes somos, son el ejemplo…