“Un puerto lleno de barcos con las luces encendidas, flotando en calma sobre las serenas aguas del Golfo de México, vigiladas por Stella Maris —la monumental escultura de la virgen del Carmen— tendría que ser una imagen romántica, digna de contemplar por horas desde el malecón, de no ser porque es la evidencia de una severa crisis: todas esas embarcaciones están varadas, esperando que la petrolera estatal Pemex les dé un contrato para volver a la acción”.
Así empieza el artículo de Claudia Altamirano en la revista Nexos del 1 de junio del año en curso. La evocación pareciera ser efectivamente idílica si Ciudad del Carmen no estuviera en tremenda crisis desde hace ya varios años.
“Los habitantes de Ciudad del Carmen, Campeche, miran ese espectáculo con desconsuelo, pues esta inactividad no sólo perjudica a las empresas que prestan servicios a la petrolera; la parálisis está llevando a pique a toda la ciudad, igual que a otras del Golfo que llevaban tres décadas viviendo directa e indirectamente del petróleo: las veracruzanas Coatzacoalcos, Minatitlán y Poza Rica, así como Villahermosa, capital de Tabasco”.
El trabajo refleja claramente lo que se vive en la Perla del Golfo: “Hoteleros, restauranteros, taxistas, vendedores ambulantes y cientos de propietarios de inmuebles que alquilaban cuartos a los petroleros han sido aplastados por el subibaja de la oferta y la demanda: los trabajadores que —literalmente— derramaban dinero en Carmen ya no tienen empleo aquí, así que muchos se han ido. Ya casi no hay a quién venderle, a quién hospedar, a quién alimentar. Algunos de esos comerciantes decidieron abandonar también la isla, el resto vive con 30% del ingreso que solía tener pero gastando lo mismo, y Carmen es una ciudad muy cara. Muchos ya se vieron obligados a bajar sus precios a la mitad, o menos, pagando lo mismo por la luz, el agua, y ahora más por la gasolina”.
Altamirano hace una extensa relatoría de lo que ha sido Ciudad del Carmen desde 2014 y narra con detalle lo que es hoy.
Hace un par de semanas estuvo ahí Rocío Nahle y Octavio Romero Oropeza, secretaria de Energía y director de Pemex cuando tome posesión este uno de diciembre Andrés Manuel López Obrador.
Ambos llegaron a Campeche por invitación que les hizo el gobernador Alejandro Moreno al presidente López Obrador en la reunión de la Conago donde ambos se conocieron e intercambiaron puntos de vista por primera vez.
López no conocía personalmente a Moreno, éste tampoco al presidente electo y por ello su vínculo fue el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco Coello, compadre de Moreno y muy cercano ahora a López Obrador gracias a la labor de su abuelo, Fernando Coello Pedrero, amigo personal de hace más de 30 años del presidente electo y su asesor cuando fue jefe de gobierno capitalino.
En los pasillos de la política circula la versión de que Moreno le propuso a López Obrador, que con la fortaleza de su mayoría en el Congreso de la Unión, echar a andar el proyecto de mando único de seguridad con lo que podrían ponerle un alto a la delincuencia y no se dispersarían los apoyos.
López accedió de inmediato y le pidió a los gobernadores que apoyaran la propuesta del campechano. Después de la reunión, López platicó con Moreno luego de la presentación formal de Velasco Coello, el primer gobernador que logró reunirse con el presidente electo tan pronto se supo de su victoria electoral.
En la charla, Moreno le ofreció al presidente electo todo el apoyo de su gobierno para su plan de traer a Carmen parte de las oficinas centrales de Petróleos Mexicanos y la construcción de la refinería que planteó en campaña en las inmediaciones de Atasta y la frontera con Tabasco.
López le habría dicho que agradecía la disposición y que de inmediato acudirían Rocío Nahle y Romero Oropeza a visitar la zona y a definir con él los detalles del traslado y las necesidades que tendrían que cubrir en la isla para hacer las obras necesarias y atender los requerimientos para una operación exitosa.
Ese fin de semana circularon vídeos de la llegada de ambos personajes y más tarde los del recorrido oficial con el gobernador Moreno.
En una isla dividida en tres partes, lo mejor sería unir esfuerzos para que el anhelo de los carmelos se haga realidad. Después de todo, Moreno es el gobernador, López el presidente y el alcalde que venza en las impugnaciones será el responsable directo de dar los servicios.
A nadie le conviene una isla divida, menos cuando los comicios ya terminaron y las impugnaciones las ventilarán los órganos facultados para ello. ¡A trabajar todos!