A los campechanos el presidente López Obrador pareciera que nos ve como mascotas, animales sin instintos que sólo se sientan en sus malecones o parques principales a esperar que su gobierno les dé sus croquetas.
¿Qué diferencia a López de los demás gobiernos?
Campeche ha vivido sumido en la dependencia económica de los gobiernos y sólo ha tenido temporadas de jauja cuando se explotó algún bien natural que se sabía desaparecería si no se le cuidaba: nos pasó con el palo de tinte, que fue desplazado por las anilinas; nos pasó con el chicozapote que fue desplazado por los acetatos de polivinilos; el camarón se capturó hasta que casi se extinguió en el Golfo y a la populista idea lopezportillista de cooperativizar su captura.
Con el petróleo pasó lo mismo: nunca logramos que esa riqueza se repartiera, vía suministro y proveeduría, para detonar la economía campechana, además de que muchos gobernantes prácticamente se volvieron sumisos con el presidente en ese tema –en realidad en todos- porque sabían que de él dependía su futuro político en años de la falta de democracia real en el país. Sólo el PRI ganaba elecciones.
Ahora, cuando hubo gobernadores que podían enfrentarse a la federación con la exigencia porque no había presidente de su partido, prefirieron cobijarse con los excedentes petroleros que se repartieron sin control por los gobiernos panistas de Fox y Calderón que no sólo no contaron con la gratitud de quienes lo recibían sino tampoco tuvieron la certeza de que lo distribuían y se usaba para obras en la entidad que gobernaban.
La historia eterna de Campeche: empresarios de mentiritas y de ocasión, muchos de ellos aparecidos por la generación espontánea del presupuesto sexenal y de las obras públicas y sus comercializadoras.
Cuando la economía menguó, se llegó al extremo de no endeudar con bancos al Estado y así se disfrazó el saqueo, pero se dañó la economía local precisamente porque hubo decenas, si no cientos, de empresarios que dejaron de cobrar y, por lo tanto, de invertir. Si exigías te auditaban.
En el gobierno había dinero –hasta inversiones en bancos-, pero en la economía local no y eso afectó la inversión productiva lo que se agravó cuando cayó la extracción petrolera y persiguieron política y económicamente a Oceanografía, en el gobierno de Peña Nieto, lo que lesionó en serio a la entidad y particularmente a Ciudad del Carmen.
Ahora, cuando la esperanza de Campeche se fincaba en la Zonas Económicas Especiales, la Secretaría de Hacienda decide cancelarlas para hacer una mega inversión en el Itsmo y destinar a ese proyecto presidencial toda la derrama económica federal.
A ello se le suma que aún se ve distante la instalación (¿?) en Carmen de las oficinas centrales de Pemex y a que el tren maya pareciera reservarse para su construcción a los empresarios tabasqueños más poderosos. A los demás estados sólo los beneficiaría la obra y la generación de empleo, pero no la inversión y menos la utilidad final de su construcción.
Cancelar –además, sin dar a conocer el proyecto transitsmico- es echar a la basura toda la inversión ya realizada en las zonas económicas ya estructuradas y hasta decretadas con detalle como las de Campeche donde había toda una estrategia de desarrollo.
Cuando los ingresos de la Federación caen, según admite Hacienda y anuncia más recortes en todas las áreas, lo correcto es dejar de gastar en lo que no genera empleos o valor agregado e incentivar a la iniciativa privada a hacerlo para no dañar los compromisos del gobierno de la República, pero cerrar proyectos para destinar esos mismos recursos a iniciar otros para los que ni detalles hay, pareciera un error mayor.
Campeche es la tierra que nos vio nacer. Quienes hemos sido expulsados por algún tiempo y regresamos para dar lo mejor de nosotros a la entidad, no vemos la manera como podremos cambiar si repetimos los mismos errores una y otra vez. Si guardamos silencio, si nos postramos ante el poder porque así nos conviene.
Los campechanos necesitamos pasar de ser esos benévolos y hasta consecuentes interlocutores mientras resentimos en la bolsa cada patada al presupuesto, mientras resentimos en nuestra economía cada “gran idea”.
Hacer obra de infraestructura en Campeche, esa que genera empleo y nos da un plus para atraer inversión, debería ser prioridad pero con los recortes y con las cancelaciones de planes y proyectos no nos queda más que aguzar el ingenio y exigir cada vez un poco más. No seamos dóciles, que no nos consideren mascotas, no importa si finas o de patio, lo que importa es que nos dejen de ver como animales que se conforman.