Raúl Sales Heredia

Hemos visto y sentido en estos días un clima atípico, extraño, que pasa del vendaval al calor y termina con lluvia y frío, frentes fríos, tormentas invernales, sistemas de baja y alta presión, el Niño, la Niña y demás cuestiones que la mayoría no entiende pero que sufre y el clima se vuelve, para variar, en tema rompehielo o plática de cortesía.

El desconocimiento de los fenómenos atmosféricos y la interacción de los mismos no nos exime de que nos den en la torre. Dejando de lado los colores de partidos políticos,  el periscope de Xochitl, los niveles socioeconómicos y el grado de educación obtenida, todos vivimos en el mismo México y si ampliamos nuestra visión, el TrumpWall, la crisis económica mundial, los misiles de Corea del Norte, la caída del petróleo, los refugiados sirios, la sobrepoblación China, etc… parecerían lejos pero están dentro del mismo planeta y el planeta está siendo levantado por el payaso, a punto de cargarlo.

Pero volvamos al terruño, volvamos a nuestra casa, dentro de nuestra colonia de nuestra pequeña ciudad. Escuchas todos los días las medidas para evitar el sobrecalentamiento global pero en tu casa no tienes idea de qué hacer, ves promocionales de separación de basura y lo haces y luego llega la recoja y junta todo otra vez así que, ya valió. Te quejas de la destrucción del mangle pero sigues tirando aguas jabonosas y lo haces porque nadie te ha explicado qué hacer con ellas pues no puedes conectarlas al drenaje pues no hay drenaje municipal por donde vives; te preocupa que malgastemos nuestros recursos no renovables y la contaminación provocada por los mismos, pero no puedes dejar de usar la moto o el auto por la sencilla razón de que el sistema de transporte público deja mucho que desear y aunque quieras salir en bicicleta por eso del ejercicio y la no contaminación, te deshidratas a los 40º y compras una botella de agua en pet y luego no tienes donde tirarla porque no hay botes enteros pues ya fueron vandalizados y la tiras donde puedas; te altera saber que la ciudad crece de una manera no ordenada debido a la especulación de terrenos y tu ciudad, que podría tener todos los servicios si creciera en orden, se extiende y extiende y extiende dejando terrenos baldíos inmensos o peor aún, veremos cómo seguimos comiéndole terreno al mar para generar mayor plusvalía en unos terrenos que nunca, hasta ahora, he sabido cómo tienen propietario particular si no salieron a subasta pública.

En fin, podemos quejarnos hasta el cansancio y darnos golpes de pecho acusando a todos de lo sucios que somos cuando vemos una basura tirada, o podemos agacharnos y recogerla llevándola a un contenedor; podemos separar la basura y poner restos de comida por separado en un bote para que los perros no rompan las bolsas y las botellas de plástico y latas en otra bolsa para que las personas que pasan en sus triciclos antes de la recoja municipal se les haga más fácil tomarla sin que tengan que abrir para revisar y así estarás contribuyendo no solo a su economía sino al reciclaje.

Podemos buscar un lugar fuera del centro para estacionarnos y caminar que ya no es tanto y no solo descongestionar de vehículos el centro sino hacer ejercicio y gastar gasolina de manera absurda buscando un lugar justo enfrente de a donde queremos ir.

Podemos poner en un galón de plástico con un pequeño embudo los aceites que usamos para cocinar y evitar que lleguen a nuestros drenajes y terminar de darle en la torre.

Tenemos que modificar nuestra temporada de veda pues la temperatura del mar es otra ya y el ciclo reproductivo seguro ya cambió, pero mientras no hagamos nada, solo estamos terminando de acabarlo.

Podemos hacer tantas cosas pero como creemos que no servirá, que lo que hagamos es tan insignificante que no valdrá la pena el esfuerzo, dejamos de intentarlo y ahí es donde ya valió, pues nadie lo hará, nuestros hijos aprenderán a no hacerlo y seguiremos quejándonos de un clima que no entendemos de un planeta que parece no importarnos. Podemos preocuparnos u… ocuparnos.